De las no tantas rarísimas que han habitado los talleres de paredes de durlock ploteado en ladrillos del reality RuPaul’s Drag Race, Tammie Brown es sin dudas la fundadora de su propio linaje insólito, continuado por Jaymes Mansfield o Ivy Winters, entre otras. Brown es, en una palabra, inexplicable; es extrañamente cómica, completamente ida, de pensamiento random y respuestas fuera de toda lógica. Es, asimismo, el alterego drag de Keith Glenn Schubert, que en aquella primera temporada del programa, hace casi una década, se montaba de diva decadente de la pantalla grande, mezcla de Dietrich, Bacall y Piaf más la chispa de Shirley Temple a caballo de un blister de Aderall y tres whiskies sin hielo. Para desconcierto y deleite de su competencia, de la conductora y del público que en aquel momento la viera abandonar la competencia muy temprano (se fue segunda), Tammie se volvió una especie de fuerza viral mucho antes de que existiera Miss Vanjie, tanto que para la primera edición de Drag Race All Stars, unos años más tarde, se la convocó nuevamente. Caracterizó en esa temporada a la pastora vuelta ícona gay Tammy Faye Messner, y también duró poco: su rareza era demasiada, incluso para ella misma, que muchas veces no conseguía hacerse entender y, cuando intentaba humoradas, quedaba en silencio, el remate hecho un eco, o casi. 

No es que no sea cómica, más bien lo contrario; ocurre que su cabeza transita por canales insospechados. Es luminosa, es ridícula, es elegante. Su extrañeza merece seguir siendo apreciada. Y también habla muy buen español, que aprendió viviendo en México. “Las canciones que voy a hacer van a ser las mías, y van a ser también éxitos nuevos que todavía no he ‘suelto’ (quiere decir ‘lanzado’)”. Según pidió a quienes la traen a Buenos Aires, quiere ir al cementerio de la Recoleta a conocer la tumba de Eva Perón (claro) y comer en algún lugar típico (también). Y en algún momento de su vida, venir a la Patagonia a ver focas comiendo lobos marinos. Sí. Exacto. Es una broma, quizás, seguramente; una broma de Tammie Brown, quizás actuada como una diva que practica una línea de un libreto; una línea actuada para todxs nosotrxs, que todavía seguimos esperando de una drag queen coherencia dialéctica, humor maldito, citas de Paris is burning y pose de rapera asesina o de viuda negra todoterreno. Una drag irreverente puede ir a contramano de aquello que masivamente se espera de las drag queens como figuras del entretenimiento. Y vaya si Tammie Brown lo logra.

Viernes 6 de julio a partir de la medianoche, en Palermo Club, Jorge Luis Borges 2450.