El victimario –que trabajó como personal civil de inteligencia en el Batallón 601 durante la dictadura cívico-militar– ahora dice que es “un perseguido político en democracia”. El escritor misionero Marcelo Moreyra recibió el premio Andresito, un reconocimiento a su trayectoria literaria que le entregó la Sadem (Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones) en conjunto con la Cámara de Representantes de la provincia, el pasado viernes 22 de junio. El historiador, periodista y escritor Pablo Camogli se comunicó con el presidente de la Sadem, Aníbal Silvero, para consultarlo sobre si había informado a las autoridades de la Cámara los antecedentes de Moreyra, su complicidad con la represión ilegal, la inteligencia clandestina y el espionaje qué el conocía desde 2013. Silvero le respondió que no tenía que comunicar eso a nadie porque el premio fue un “tema literario”. Entonces Camogli presentó su renuncia a la Sadem con “la firme convicción de que los Derechos Humanos y la política de Memoria, Verdad y Justicia son indeclinables en nuestra patria y nos obligan a todos los argentinos a mantener un comportamiento ético en cada ámbito de nuestra vida pública”. También renunciaron a la Sadem seis escritores más: Roberto Parodi, tesorero de la institución que estuvo preso dos años y medio durante la dictadura, y su hermano Manuel Parodi Ocampo fue secuestrado en Resistencia (Chaco) en 1976 y asesinado en la masacre de Margarita Belén; Alberto Szretter, Gina Escobar, Teura Roja, Bernardo Ferreira y Ramón Cura. La Sadem definió que será un “Premio Observado” por Derechos Humanos, hasta que se expida la justicia sobre el tema.

Moreyra (Tobuna, Misiones, 1º de noviembre de 1958) es un escritor, pintor y muralista. En su página de Wikipedia se afirma que publicó cinco libros: Distancias (poemas), Gritos en el viento (poemas y cuentos), La cárcel (novela), De espadas y duendes (poemas y prosas poéticas) y Un son para Yolanda, novela ambientada en parte en Cuba, país que visitó en enero de 1983. En esa página se precisa que en 1975 ganó el primer premio poema ilustrado, Escuela Normal Superior N° 8, Puerto Iguazú, la ciudad donde vive desde 1969. En 1977 expuso por primera vez en la Cámara de Comercio de Iguazú. Hay una pausa en su actividad literaria y artística hasta 1984, cuando se informa que cofundó el Taller Cultural “Siembra”. Camogli resume la “gravedad de la situación” ante PáginaI12 y advierte que “hay que retirarle el premio o anularlo porque no reúne las condiciones morales para recibir un reconocimiento por su trayectoria literaria”. En el fondo Documental del Archivo Nacional de la Memoria figura que Marcelo Moreyra, con DNI 12.826.983, se desempeñó como personal civil de inteligencia durante la dictadura cívico–militar. En la jerga jurídica, se denomina a estos civiles como PCI, por las iniciales del rol que ejercieron al servicio del Batallón 601, la mayor usina de inteligencia civil durante la dictadura y cuya macabra historia se puede leer en “El Batallón de Inteligencia 601”, informe elaborado por el Sistema Argentino de Información Jurídica y publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación(http://www.saij.gob.ar/docsf/ediciones/libros/Batallon_inteligencia_601.pdf). 

“Esto se resolvería muy fácilmente si Marcelo Moreyra pidiera su legajo y lo hiciera público, así nos enteramos en qué fecha entró a trabajar en el Batallón 601, qué tareas cumplía, a qué jefe reportaba y hasta qué momento trabajó”, plantea Camogli. “Moreyra dice que no va a hablar, se escuda en el artículo 19 de la Constitución Nacional y tiene derecho a hacerlo, pero no termina aclarando nada. Hay algo interesante y es que cuando uno ingresa a la página de Wikipedia de Moreyra tiene actividades literarias desde muy joven, menos entre el 78 y el 83. En esos años Moreyra se esfuma del mundo de la literatura”. En 2013 Camogli, entonces empleado en el ministerio de Coordinación de Gabinete, organizó junto al Ministerio de Derechos Humanos, la subsecretaría de Cultura y la Sadem un concurso literario para la semana de la memoria. El historiador, autor de Batallas por la libertad y Batallas entre hermanos, formó parte del jurado junto a Silvero y la artista múltiple Numy Silva. Entre los premiados había un trabajo de Moreyra, pero un miembro de los organismos de Derechos Humanos les advirtió que el escritor figura en el listado del Batallón 601 bajo la categoría “agente de reunión”. El jurado decidió anular el premio. Moreyra dijo que no era cierto que se había desempeñado como personal civil de inteligencia. Pero a los pocos días, difundió un mail entre colegas en el que reconocía haber trabajado para el Ejército, pero que fue en democracia y en un trabajo como cualquier otro. A fin de junio, un amigo del escritor, Cruz Omar Pomilio, le escribió un mensaje público a Camogli a través de Facebook, en donde justifica el accionar de su amigo Moreyra, quien habría actuado “envalentonado por el estrafalario ideal de limpiar de zurdos el país” (sic). 

Moreyra –que reconoció que está afiliado a la Unión Cívica Radical (UCR) desde 1983– habló con Radio Nacional Iguazú, donde jugó de local. “Cuando la gente comienza a batir las alas del odio, uno no sabe en qué puede terminar”, aseguró el escritor. “Yo no tengo que demostrar mi inocencia. No hay prueba ni mención alguna de algún delito que yo haya cometido”. La periodista le preguntó cómo aparece en la lista del Batallón. “Los que confeccionaron la lista tienen que dar la explicación. La noticia sería encontrar una víctima de Moreyra, no que Moreyra está en la lista”, respondió con un cinismo extremo y agregó: “Yo soy un perseguido político en democracia. Me están haciendo una condena social propia de las dictaduras que ellos mismos están criticando. ¿Qué hacemos con las plumas desparramadas de mi honor? ¿Por qué tengo que pedir perdón? Me van a tener que pedir perdón y retractarse en todos los medios en los que abrieron la bocota”.

Las víctimas no olvidan ni perdonan. En un programa radial de FM Visión, Roly Matcoski, hijo de Esteban Matcoski, víctima de la dictadura cívico militar, secuestrado y torturado en Paraguay en el marco del Plan Cóndor, reveló que Moreyra le pidió perdón a su padre. “En la vereda de mi negocio, en mi presencia, Moreyra le pidió perdón a mi padre, llorando como un niño porque decía que iba a perder a su familia. ¿Y lo que perdimos nosotros cuando él nos entregó, cuando empezó a buchonear? Mi padre nunca lo perdonó por su colaboración con la dictadura”, afirmó Roly Matcoski. Camogli cuenta que hasta el momento no hay testigos que hayan denunciado a Moreyra como buchón de la dictadura. “Esto es lógico por las dificultades que hay para identificar a los PCI porque su tarea era pasar inadvertidos y no ser identificados como informantes. Pero están las declaraciones de Roly Matcoski en las que confirma, como hijo de una víctima, que su padre nunca lo perdonó por haber colaborado con la dictadura”. Los siete escritores que renunciaron a la Sadem –y a los que Moreyra amenazó con iniciarles un juicio por calumnias e injurias– pidieron la intervención del Ministerio de Derechos Humanos de Misiones. El ministerio le solicitó al Archivo Nacional de la Memoria que remitiera toda la información disponible sobre Marcelo Moreyra. “Veremos qué tipo de información nos brindan y con qué amplitud. Estamos tratando de solicitar esa información por distintas vías”, reconoce Camogli. “Y tenemos la alternativa de la investigación periodística, que siempre puede arrojar algún dato que quizá no se obtiene por los carriles formales”.