PáginaI12 En Brasil
Desde Porto Alegre
“Aunque tenemos cuestionamientos importantes a los límites de las experiencias progresistas en Brasil, no toleramos la injusticia de la detención de Lula porque no se pueden silenciar los avances golpistas de la derecha.” En una entrevista con PáginaI12, Guilherme Boulos, candidato a presidente en Brasil por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), llamó a la unidad latinoamericana para “luchar contra la judicialización de la política, contra el avance del neoliberalismo y de la extrema derecha”. Recalcó que tiene que ser “una unidad fuerte, segura, para luchar por los derechos y por la democracia, sin perder la osadía de presentar un proyecto de futuro progresista y de izquierda”.
Boulos, referente del Movimiento de los Trabajadores sin Techo, sostuvo que para lograr esos objetivos, los dirigentes y los partidos tendrán que tener en cuenta que “con quién andamos, con quién caminamos” porque “el golpe en Brasil ha demostrado que no se puede gobernar con la derecha” , al tiempo que advirtió que “no habrá triunfo progresista y de izquierda sin una decidida política de enfrentamiento contra los sectores del privilegio”. Boulos pidió no sólo la libertad del ex presidente Inácio Lula da Silva sino también que “cese la persecución judicial” contra los ex mandatarios Cristina Kirchner y Rafael Correa.
–El golpe en Brasil, el macrismo en la Argentina, lo que está ocurriendo en Venezuela, en Ecuador, ¿cómo se sale de esta encrucijada totalitaria, antipopular?
–Antes de responder, quiero señalar que no hubo solamente un golpe en Brasil, hubo una sucesión de golpes. Un golpe para poner un gobierno ilegítimo, que es el de (Michel) Temer, el peor gobierno de la historia republicana de Brasil. El segundo golpe fue la agenda neoliberal, una agenda que no fue elegida por el pueblo brasilero y que incluye la reforma laboral, el recorte de los presupuestos públicos de salud y educación. Otro golpe fue aprobar un gobierno por parte de un Congreso desmoralizado que actuó en contra de los intereses de la mayoría del pueblo. En definitiva, fueron golpes a la democracia.
–Son varios los actores que están siendo protagonistas de un plan que parece orquestado para desterrar cualquier intento progresista en la región.
–En este golpe a la democracia, una de las manos es la del Poder Judicial, que en Brasil actuó para interrumpir el proceso político electoral con la detención de Lula, pero que además se ha expresado por medio de la violencia, como lo demuestra el cobarde asesinato de nuestra compañera Marielle Franco. Esto significa que el debate político es reemplazado por el balazo. Todo esto significa que la crisis en Brasil se expresa por estos varios golpes contra el pueblo brasilero.
–¿Cuál debe ser la actitud de los sectores populares, de los partidos progresistas, frente a una crisis que lastima a Brasil, pero que se repite en otros países de América latina?
–Este es un momento de resistencia, de resistencia muy fuerte del campo popular y de la izquierda. Y esa resistencia nos tiene que unir a todos los partidos progresistas, a todos los sectores populares que vienen luchando organizados, porque necesitamos construir una unidad en defensa de los derechos conquistados con tanto esfuerzo y en defensa de la democracia en todo el continente. La ofensiva neoliberal, la ofensiva de la extrema derecha, incluso, la ofensiva de la judicialización de la política y de la partidización de la Justicia es un problema continental, lo que ocurre con Cristina (Kirchner) en Argentina, lo que ocurre con (Rafael) Correa en Ecuador, lo que ocurre con Lula en Brasil, es una tentativa de criminalizar la lucha política, de criminalizar cualquier intento de progresismo en la región, por más contradictorio que sea y es importante recalcar esto.
–Buscar la unidad, más allá y a pesar de las diferencias…
–Nosotros estamos en un campo que tiene cuestionamientos importantes a los límites de nuestras experiencias progresistas, pero tener críticas no significa ser tolerante a cualquier tipo de injusticia o silenciar los avances golpistas de la derecha. Por eso, nosotros tenemos dos desafíos: una unidad fuerte, segura, en la lucha por los derechos y por la democracia, y por otro lado, no perder la osadía de presentar un proyecto de futuro. Y por eso es necesario aprender de las lecciones del proceso que estamos viviendo, en términos de analizar con quién andamos, con quién caminamos. En Brasil esto ha sido muy claro, el golpe ha demostrado que no se puede gobernar con la derecha. Esta lección tiene que ser aprendida por nuestro campo. El golpe ha demostrado también que los mercados financieros actúan en forma mancomunada con el Poder Judicial. Para tener una política de avance en los derechos, hay que tener una decidida política de enfrentamiento a los sectores privilegiados. El margen que pudo haber en el pasado ya no existe más. Y el golpe es la expresión de esa realidad. Por eso es necesario enfrentar dos desafíos: el de la unidad para luchar por los derechos y el desafío de pensar un nuevo ciclo progresista, de izquierda y democrático en la región. Lamentablemente, el Partido de los Trabajadores de Lula desaprovechó la oportunidad de impulsar una reforma política que cambiara la forma de gobernar para apostar por una movilización de la sociedad para poner las decisiones en manos del pueblo y presionar al Congreso para llevar adelante las reformas necesarias.