La conducción de la CGT se encontró cara a cara con los enviados del Fondo Monetario Internacional. Los dirigente gremiales les advirtieron sobre “el incremento de la conflictividad social” fruto de las consecuencias del acuerdo con el Gobierno y que se expresan, entre otros ítems, en la alocada carrera inflacionaria. Roberto Cardarelli, el jefe de la misión, tomó nota y les aseguró que el Fondo ya le aprobó al Gobierno un incremento de partidas para gastos sociales en caso de que se complique el escenario. Con respecto a la inflación, Cardarelli se limitó a afirmar que “bajará el año que viene” y les pronosticó un crecimiento del 1 por ciento para 2019. Juan Carlos Schmid, el único dirigente sindical que habló luego del encuentro, aseguró que sigue tan preocupado como antes de la charla con el FMI.

Como una postal de las paradojas argentinas, mientras la cúpula de la CGT hablaba con Cardarelli, Joyce Wong y Paolo Didine, en la ciudad de La Plata los trabajadores de Astilleros Río Santiago eran brutalmente reprimidos por la policía bonanerense por protestar contra los despidos y el potencial cierre de los astilleros fruto del acuerdo con el FMI.

La reunión se realizó en la sede de la Uocra que lidera Gerardo Martínez, a la sazón secretario de Relaciones Internacionales de la central obrera. Hasta allí llegaron, además de Schmid, el otro triunviro Carlos Acuña y miembros de la mesa chica, Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Omar Maturano de La Fraternidad. 

Los dirigentes sindicales no tuvieron inconvenientes de solicitarle a Cardarelli una gestión con la Casa Rosada. Le pidieron que a modo de medida urgente el Gobierno convoque a una mesa de diálogo abierta que no sólo incluya a los gremios y empresarios sino también a los movimientos sociales e incluso los partidos políticos de la oposición. Con esta mesa la CGT pretende alcanzar un acuerdo con el que se pueda garantizar políticas de empleo y, por ende, mejoras en las condiciones económicas. El trío integrado por Cardarelli, Wong y Didine en silencio se limitaron a tomar nota pero cuando los gremialistas les recordaron que “las recetas del Fondo siempre perjudicaron a los trabajadores y los sectores más débiles de la sociedad”, Cardarelli levantó la vista y les recordó que el Fondo no está en la Argentina por motu propio sino porque fue convocado por el Gobierno.

El trío del Fondo tenía para decirles algo más. Según voceros de los sindicalistas, los delegados reconocieron que el principal problema que ven en la Argentina es “el déficit estructural macroeconómico”. Luego Cardarelli pronunció la palabra “preocupación” cuando se refirió al déficit de cuenta corriente del Gobierno y por eso el italiano aseguró que los técnicos del FMI pronostican un crecimiento para 2019 entre el 1 y el 1,5 por ciento y que surgirá de la actividad agropecuaria. Cardarelli, en un poco fluido castellano, dijo que ese pequeño crecimiento ordena los números de la economía pero lo consideró “insuficiente” porque para ordenar la macroeconomía el Gobierno no debería sólo concentrarse en la producción del campo y para eso es necesario “ampliar la matriz”. Los sindicalistas tomaron nota de ello.

Hubo tres planteos más que la CGT le realizó a la delegación del Fondo. Por un lado preguntaron sobre el posible freno a la obra pública. Los dirigentes sindicales dijeron que esta actividad, reducida por el Gobierno, hizo su aporte al crecimiento económico. Por otra parte les solicitaron que el FMI “facilite” la llegada de inversiones en tren de “ampliar la matriz productiva” como habían recomendado los integrantes de la delegación extranjera. Por último, la conducción de la CGT quiso saber si el FMI exige la implementación de una reforma laboral en el país. Eso fue lo único que Cardarelli, que llevó la voz cantante de la delegación, respondió. Les dijo que “eso no está en nuestro planes”.

Una vez finalizado la reunión, que duró una hora, Cardarelli habló con los periodistas donde señaló que ve “con mucha confianza” el desarrollo del acuerdo con el Gobierno: “Hacen lo mejor posible. Hay señales confiables”, indicó. Poco después, Schmid dijo que “obviamente” sigue preocupado por las consecuencias de la presencia del FMI.