Desde Córdoba

“La universidad pública está en peligro. La educación no es una mercancía, es un derecho humano. Y esta gran marcha es el mensaje”, proclamó una de las oradoras, remarcando el verbo y la esencia de la movilización, parafraseando aquello de “el medio es el mensaje”, del filósofo Marshall McLuhan.

Las políticas de ajuste y desfinanciamiento del gobierno de Mauricio Macri a la educación pública, los padecimientos de los profesores, no docentes, alumnos e investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba fueron condenados a lo largo y ancho de una marea humana de más de cien mil personas que recorrió una decena de cuadras desde el Portal de la Reforma de la Ciudad Universitaria, hasta la Plaza Agustín Tosco, frente a la vieja (y cerrada) Casa Radical.

Entre las 15 y las 17, la multitud coreó las consignas al ritmo de la partisana Bella Ciao, aggiornada para el presidente argentino con el popular “¡Gato chau, chau, chau!”. O la más potente “¡Universidad/de los trabajadores/ y al que no le gusta/ se jode,/ se jode!”, cántico que tendió un fuerte lazo con la Reforma Universitaria, que este año cumple una centuria. “Nosotros somos los herederos de esa Reforma. De esos estudiantes que también marcharon en 1918 para que la universidad dejara de ser para unos pocos. Para que dejara de ser para la elite gobernante y terrateniente. Y ahora, 100 años después –tronó en los altoparlantes–, estamos marchando por las mismas calles y luchando contra un gobierno neoliberal que nos ha desfinanciado, que nos ajusta, que nos niega justicia en las paritarias y quiere que la universidad sea un negocio.”

Los oradores detuvieron la marcha unos momentos entre las cuadras en las que se erigen la iglesia de Los Capuchinos –con su imponente gótico– y el Arzobispado: dos de las sedes del poder de la iglesia católica, y a sólo metros de lo que fuera la Cárcel de Mujeres de El Buen Pastor: uno de los campos de concentración de la última dictadura.

“Esta es una marcha histórica, una marcha que abrirá la brecha de otras tantas en el país”, proclamaron bajo un sol terroso y con un viento que alborotaba banderas y cabelleras. Con el marco siempre festivo de los jóvenes, actores principales de las marchas por sus derechos, miles y miles de universitarios “haciendo historia” –como se leía en sus carteles– compartieron la movilización con las pibas y pibes secundarios de los colegios Manuel Belgrano y Monserrat, que también están soportando los paros docentes por desfinanciamiento. Todos marcharon junto a las autoridades de la UNC, como el vicerrector Pedro Yanzi Ferreyra (el rector Hugo Yuri envió su adhesión), profesores, no docentes y los miembros de los sindicatos y agrupaciones de derechos humanos y gremiales, como la CGT- Córdoba, la CTA, el Suoem de los municipales, la CGT-Nacional y Popular Rodríguez Peña, la UEPC de los maestros, el Cispren de los trabajadores de prensa, y la poderosa Luz y Fuerza: el gremio de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), que lideró el legendario Agustín Tosco.

Ayer hubo un estrecho lazo que unió a la UNC con Luz y Fuerza, ya que se conectó la ausencia de paritarias docentes con los tarifazos y la embestida del gobierno local que está soportando la EPEC. “Quieren privatizarla, siempre han querido eso, pero no pasarán, no lo lograrán”, advirtieron.Tanto la empresa como sus empleados están siendo presa de ataques. Salvo para el que no quiere ver, privatizarla es un viejo sueño de la Unión por Córdoba de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. 

Entre los presentes se vio al diputado Pablo Carro, del Frente Córdoba Ciudadana, a Carmen Nebreda, y a la flamante decana de la Facultad de Artes, Ana Mohaded, sobreviviente de La Perla.

Cuando el acto terminó, sentados en la vereda y compartiendo un mate, Margarita, estudiante de Agronomía de 20 años, y Horacio de 18, “futuro abogado”, le dijeron a este diario que “la universidad debe seguir siendo para todos. No podemos volver para atrás. Acá vienen chicos de toda Latinoamérica”, dijo ella. “Todos tenemos derecho a estudiar. Y la universidad tiene un prestigio, un nombre, una historia”. Cerca, Lucía Balzi, estudiante de Psicología, sostenía un cartel escrito a mano en un cartón: “Docente luchando, también está enseñando”. Una síntesis que, ayer, más de cien mil cordobeses respaldaron.

En las redes sociales abundaron las adhesiones. Entre ellas, de los abogados Enzo Stivala, ex presidente del Colegio de Abogados; Alvaro Ruiz Moreno, sobreviviente de la última dictadura; y el periodista Angel Stival, quien escribió en su muro: “Soy profesor de Historia por la Universidad Nacional de Córdoba, pública y gratuita. Nunca imaginé que esta declaración fuera necesaria para defenderla de los ataques de un gobierno demencial que está desquiciando el país y empieza por la educación”.

El (buen) humor cordobés también se sumó. Uno de los comentarios más festejados fue el del diseñador gráfico Martín Eschóyez: “Soy Aragorn, hijo de Arathorn, heredero de Isildur, señor de los Dunedain, heredero del trono de Gondor, apodado Trancos, Capitán de los Montaraces del Norte. Vivo en la Tierra Media pero la verdad que debería ir para allá y ensartar con mi espada a todos los hijos de orcos que piensan que la educación no es un derecho sino un privilegio”.