Todo empezó con grillos, una boda pagana, un pulgar roto y una mujer saliendo desnuda del mar. “Fue algo surrealista”, ríe Neil Finn al teléfono desde Auckland, Nueva Zelanda. “Definitivamente”, agrega Liam, su hijo mayor, en conferencia desde su hogar en Los Angeles. La cosa fue así: hace un par de años, durante los preparativos del día anterior del casamiento de Liam con la actriz Janine Percival en las costas de una isla griega (una boda con mezcla de ritos samoanos y música occidental), el celebrado líder de Crowded House comenzó a jugar con el teclado imitando los ritmos superpuestos de los insectos del lugar. “Estaba fascinado con el sonido de los grillos y la manera en que sus ritmos caen uno encima del otro, uniéndose en un solo canto”, cuenta Neil, “y me pareció una buena idea inspirarme en eso para escribir una pieza que los invitados pudieran bailar de la manera que quisieran”. Liam lo escuchó, agarró una guitarra y se puso a zapar con él hasta dar forma a una canción que al día siguiente sería el punto alto de la fiesta. Pero no bien terminaron de tocarla, todo se complicó: “Los amigos de Liam, que por supuesto habían bebido de más, lo levantaron en andas y lo dejaron caer por accidente”, cuenta Neil. Entonces se hizo un silencio hasta que Liam levantó la mano y mostró que se había quebrado un pulgar. Pero la boda no terminó ahí: “Enseguida después, la actriz que ofició de celebrante de la boda levantó los ánimos de todos cuando salió desnuda del mar, caminó lentamente hasta la taberna y le dio un beso de lengua muy largo a un hombre que estaba en la barra junto a su mujer”. Un año después de esa boda pagana, como a ellos les gusta llamarla, la flamante pareja convirtió a Neil en abuelo primerizo. Y en una manera de celebrarlo y capturar la esencia de todos esos momentos, padre e hijo decidieron grabar el que finalmente es su primer trabajo firmado en conjunto, Lightsleeper, un disco que se suma a una larga tradición de grabaciones en familia que el líder de Crowded House viene realizando desde comienzos de su carrera.

HECHO EN CASA

Desde que ingresó a finales de los setenta en la banda de su hermano Tim, Split Enz, y sobre todo en los ‘80, ‘90 y 2000 con su banda Crowded House y sus discos solistas, Neil Finn se ganó una reputación de excelencia en el arte de la canción, tanto que durante mucho tiempo se dijo que Paul McCartney había afirmado en una entrevista que el neozelandés era el mejor escritor de canciones de la historia. Y aún cuando hace unos meses Paul negó haber dicho eso (fue durante un live chat en Facebook con el comediante y músico australiano Tim Minchin, quien le repreguntó en tono de broma “Ah, ¿entonces odiás sus canciones?”, a lo que Paul respondió “Nada de eso, me encantan”), lo cierto es que la admiración que pares y ajenos tienen por su obra llevó a que durante la década pasada Finn contara con la colaboración de algunos de los músicos más reconocidos de la escena mundial. Eddie Vedder, Jeff Tweedy, Johnny Marr o Ed O’Brien, entre otros, se mostraron encantados a la hora de trabajar con él, algo que también sucedió con productores de primera línea como Tony Visconti, Jon Brion, Nigel Godrich o Dave Fridmann. Y sin ir más lejos, en los últimos meses cobró gran repercusión la invitación que los Fleetwood Mac le extendieron para formar parte de la banda luego de la partida del guitarrista y cantante Lindsey Buckingham, invitación que Neil por supuesto aceptó. Pero más allá de esta posibilidad de tocar con todos ellos cada vez que lo quiso, desde comienzos de década a esta parte el líder de Crowded House vino eligiendo quedarse junto a su familia. Claro que, tratándose del casi mejor escritor de canciones de la historia, ¿qué otra cosa iba a hacer con ellos sino canciones? 

Primero fue Pajama Club, la banda que armó con su esposa Sharon Finn en 2011. Juntos grabaron y presentaron en vivo un excelente disco homónimo que suena con la frescura de los proyectos encarados sin ningún tipo de presión detrás. A la par de esos shows Neil tocó varias veces en público con su hijo Elroy y sobre todo con Liam, quien en los últimos años se convirtió en mano derecha de su padre al punto de participar en la composición de algunos temas de sus discos solistas y producir incluso el último de ellos, Out of silence, editado el año pasado. Y así entra en escena Lightsleeper, álbum que cuenta también con la participación en varios tracks de mamá Sharon al bajo y el benjamín Elroy en batería: los Finn a pleno al frente de una banda. “Los proyectos musicales entre familiares terminan siempre mal, pero bueno, no pude evitarlo”, ríe Neil, y continúa: “Hacer música con mi familia se siente como algo totalmente natural para mí. A los dieciocho años me uní a la banda de mi hermano mayor y desde entonces nunca dejamos de tocar juntos. Por otra parte, con mi esposa Sharon éramos muy jóvenes cuando tuvimos a Liam y luego a Elroy, así que ellos se subieron a los micros de mis bandas desde muy chicos. Y cuando los dos se fueron de casa quedamos con mi mujer sin mucho para hacer, así que un día en que nos estábamos tomando una copa de vino ella agarró el bajo y yo la batería, instrumentos que eran nuevos para los dos, y todo tuvo un aura de frescura que nos encantó. Terminamos grabando un disco y tocando esas canciones en vivo, algunas veces incluso con Liam y Elroy acompañándonos, y fue maravilloso: no necesitamos ni mirarnos para saber hacia dónde iba el sentimiento de cada canción”.

TITANES EN EL RING

Las bandas entre hermanas y hermanos y sus encontronazos de amor/odio son un clásico que anima el rock desde siempre: pasó y pasa con los mismos Finn Brothers o con los Jesus & Mary Chain, Oasis, las Breeders y, mucho más cerca nuestro, los Perdedores Pop. Sin embargo, las colaboraciones entre madres, padres, hijos e hijas nunca fueron muy comunes en el rock, probablemente porque una de las ideas motoras generalizadas desde sus comienzos fue esa sana voluntad adolescente de rebelarse contra los mandatos familiares. Claro que las cosas cambiaron en los últimos años: en 2014, por ejemplo, Jeff Tweedy, líder de Wilco, grabó un álbum doble junto a su hijo Spencer al que titularon Sukierae. Y sin irnos tan lejos, hace un par de años Astor Cianciarullo y Florián González Capello, hijos de Flavio y Vicentico, fueron bautizados como miembros estables de los Fabulosos Cadillacs. Pero a diferencia de ellos, todos jóvenes con una carrera musical incipiente, Liam Finn lleva adelante desde hace tiempo una obra de considerable éxito en Australia, la cual comenzó a sus catorce años en 1997 con la banda Betchadupa y continuó con tres discos solistas, el último de los cuales editó en 2014. “Vi a Liam hacer música desde los tres años de edad”, cuenta Neil. “A los cinco ya escribía canciones y tuvo su primera banda a los catorce. Ahí directamente me voló la cabeza el nivel de sofisticación de las composiciones que escribía, y ya en 1997 participó en batería y hasta en guitarra en un par de temas de mi debut solista Try Whistling This. Como habría dicho mi madre, estaba condenado desde chico a la música”. 

Hay un video que da cuenta de la particular relación entre Finn padre e hijo: es el de “Wrestle with Dad”, la canción a dúo entre los dos que cierra el último disco solista de Liam, donde puede vérselos en calzoncillos tirando tomas de catch. “En este disco también tuvimos nuestras peleas, ¡casi rompemos una consola por una de ellas!”, ríe Liam, y continúa: “No nos poníamos de acuerdo en unas armonías, así que lo levanté y él se echó para atrás y aterrizó sobre la consola. Por suerte no se rompió, pudo haber sido un momento bastante caro”. “Siempre comienza con una broma y se convierte en algo serio”, agrega enseguida Neil. “Sucede en todas las familias: alguien hace un pequeño comentario y al minuto siguiente comenzás a respirar diferente y ya no querés ni mirarlo”.

CASA TOMADA

Hay un único track que la familia Finn registró bajo el nombre The Finn Family. Se trata de la genial “It’s Love”, un cover de Chris Knox que grabaron para Stroke, el disco homenaje al excéntrico y fascinante músico neozelandés que en 2009 sufrió un accidente cerebrovascular que dejó su brazo derecho parcialmente inmovilizado. Knox es toda una leyenda en Nueva Zelanda desde finales de los setenta, cuando junto a bandas geniales como The Clean, The Bats, The Chills o The Verlaines dieron vida al pionero sello independiente Flying Nun y a una escena que sería conocida como Dunedin Sound: del “Anything Could Happen” de The Clean al “Nothing’s Going to Happen” de los Tall Dwarfs (banda de Knox), la escena resultó precursora de un estilo y un modo de hacer que todavía hoy resulta más fresco y renovado que mucha de la música que se hace en la actualidad. Hace unos pocos años, Finn compró parte del sello para que no quebrara y desde entonces se comenzaron a reeditar las primeras obras de su catálogo. Pero en aquellos años no había mucha onda entre el líder de Crowded House y las bandas de esa movida: “Cuando Flying Nun tuvo su pico yo ya estaba viviendo con mi banda en Melbourne, pero estaba muy al tanto de la escena que se estaba desarrollando en Dunedin”, recuerda Neil. “Era algo muy inusual para Nueva Zelanda, nunca había sucedido antes y Dunedin tampoco es un lugar grande, es una ciudad pequeña. Chris Knox estaba en el corazón de toda esa escena. Con Split Enz compartimos giras con The Chills, pero no llegamos a conocer a muchos de los otros. Creo que ellos estaban orgullosos de pertenecer al under y nos consideraban demasiado exitosos, demasiado mainstream como para que les agradáramos. Pero con los años todas esas barreras artificiales se derriten, y terminé conociendo a muchas de las bandas que fueron parte de esa escena. Creo que a pesar de ser bandas disfuncionales con presupuestos muy pequeños, en el esfuerzo que hicieron por continuar con toda esa movida dejaron un gran legado musical en Nueva Zelanda”.

“Demasiado mainstream” es una buena manera de dar cuenta de la posición de Crowded House en aquella época. En 1986 alcanzaron un éxito impensado con el hit “Don’t Dream It’s Over”, el cual entró en alta rotación al punto de que sigue sonando hasta el día de hoy en las radios de todo el mundo (hace un par de años, de hecho, fue reversionada por Miley Cyrus y Ariana Grande en pijamas de unicornio). Pero los comienzos tampoco fueron sencillos para Finn y los suyos. El nombre de la banda, de hecho, viene de una casa que ellos y varios amigos superpoblaron cuando decidieron quedarse y seguir probando suerte en Los Ángeles a pesar de que las cosas no se veían bien: “Hace poco pasamos de nuevo por ahí, está muy cerca de donde Liam y su familia están viviendo ahora”, cuenta Neil. “Era un lugar muy pequeño y tuvimos que decirle a la dueña que éramos ingenieros de sonido, no nos habría alquilado la casa si hubiera sabido que éramos músicos. Terminamos viviendo ahí con muchos amigos que también habían ido desde Australia a probar suerte, así que era muy común encontrarte a algunos durmiendo en el suelo, otros tirándose en cajas de cartón por las escaleras, muchas fiestas... Fue un lugar genial en un momento genial”.

Volviendo al presente y a Lightsleeper, ¿cómo cambió los planes del dúo la invitación que recibió Neil a ser parte de Fleetwood Mac? “¡Soy muy fan de ellos así que le insistí para que aceptara!”, cuenta Liam entre risas. Y, por supuesto, considerando que la base de operaciones de Fleetwood Mac está en Los Ángeles, Neil pasará el suficiente tiempo junto a su hijo y su nieto como para encontrar la manera de planear las presentaciones en vivo de las canciones que hicieron juntos. Y de grabar cosas nuevas: “Estamos haciendo algunas de las canciones con más groove que jamás hayamos hecho”, ríe Liam. “Sharon es buena con los grooves”, dice enseguida Neil, a lo que Liam completa: “Ya hablamos de tocar en vivo un par de tracks con mamá al bajo y Elroy en batería: van a ser las más locas de todas”.