El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer un acuerdo con México en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés). Todavía falta incorporar a Canadá –el tercer socio– en el pacto, pero el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ya adelantó que había hablado con su par canadiense, Justin Trudeau, en aras de concluir la negociación trilateral esta misma semana. 

“Es un gran día para el comercio. Es un gran día para nuestro país”, manifestó Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca. “Veremos si Canadá puede ser parte del trato (...) Podemos hacer un acuerdo por separado o unirlos a este”, dijo Trump, que habló incluso de cambiar el nombre al tratado.

Peña Nieto se unió por teléfono al anuncio e insistió ante el estadounidense en la necesidad de incorporar al tercer socio en varios momentos de la conversación. “Espero y deseo que la parte con Canadá se pueda concretar a efecto de lograr realmente un acuerdo como lo planteamos desde el inicio”, manifestó a través del altavoz el mandatario mexicano. Además, a través de la red social Twitter, Peña Nieto anunció que había hablado con Trudeau sobre el estado de las negociaciones del tratado. “Le expresé la importancia de su reincorporación al proceso, con la finalidad de concluir una negociación trilateral esta misma semana”, tuiteó el mexicano. 

Trump también se refirió a su vecino del norte y dijo ayer que su país comenzará pronto negociaciones con Canadá. El presidente dijo que llamará próximamente a su par canadiense, con el que desde su encontronazo en el G7 no mantiene buenas relaciones. “Creo que vamos a darle una oportunidad”, indicó.

La respuesta desde Canadá llegó a través de un portavoz y sonó a advertencia. “Vamos a continuar trabajando para modernizar el Nafta. Solo firmaremos un nuevo Nafta si es bueno para Canadá y bueno para la clase media. Se requiere la firma de Canadá”, dijo el vocero canadiense.

Estados Unidos, México y Canadá iniciaron hace poco más de un año en Washington la renegociación del Nafta, el mayor acuerdo comercial del mundo, firmado en 1994, que multiplicó por cuatro -más de mil millones de dólares anuales- el comercio entre los tres socios, que juntos suman 450 millones de habitantes. 

La renegociación fue una imposición de Trump, que considera que es el peor tratado firmado por su país y amagó con retirarse de él si no se lograba un resultado que el magnate neoyorquino considerara beneficioso. Tras el anuncio de ayer, y pese a la incertidumbre sobre el futuro del pacto trilateral, los mercados respondieron positivamente. La bolsa de valores de Nueva York, Nasdaq, marcó récords y el peso mexicano se apreció frente al dólar. 

En el Despacho Oval estuvieron ayer presentes los ministros de Economía y Exteriores de México, Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray, quienes han estado negociando en Washington durante cinco semanas consecutivas con el equipo estadounidense, encabezado por el representante de Comercio, Robert Lighthizer. En las conversaciones también estuvo presente Jesús Seade, el enviado del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador. Marcelo Ebrard, el designado ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete del presidente entrante mexicano evaluó el acuerdo logrado de manera positiva. “Por una parte, reduce la incertidumbre sobre la economía y, por la otra parte, recoge las principales preocupaciones planteadas por el equipo del presidente electo”, indicó, en referencia a temas laborales y energéticos, entre otros. No obstante, Ebrard tampoco se olvidó que Canadá era el tercer socio y aclaró que en los próximos días continuarían las negociaciones con la presencia de ese país.

Las reuniones bilaterales, según la versión oficial, tenían el objetivo de cerrar temas que solo afectan a Estados Unidos y México antes de regresar a una mesa trilateral, algo que no ocurre desde mayo. Una de las dos principales diferencias que han complicado desde el principio la renegociación del Nafta son las reglas de origen para el sector automotriz. Washington quería que el contenido regional del producto final fuera mucho mayor al 62,5 por ciento actual y que la mayor parte de ese sea fabricado por Estados Unidos. En el acuerdo anunciado ayer se estipula, según informó la Oficina del Representante Comercial (USTR), que el 75 por ciento sea fabricado en Estados Unidos y México.

El otro gran punto de fricción es una cláusula automática de caducidad que obligaría a revisar el acuerdo cada cinco años y que Washington defendía frente a la oposición de sus socios. Ni Trump ni el USTR hicieron de momento mención a ella.

Trump sentó como objetivo principal de la renegociación del Nafta reducir el déficit comercial con México –que fue de 70.952 millones de dólares en 2017– y una mayor producción de manufacturas, recortando las que entran a la zona desde China.

Estados Unidos y México están apurados por llegar a un nuevo Nafta antes de que termine agosto para poder cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que Peña Nieto lo firme antes de que López Obrador asuma el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique Trump antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en las elecciones legislativas de medio término de noviembre.