“Mi hermano se llamaba Jimmy José Parajón, tenía 35 años y dejó a cinco hijos en la orfandad”, dice Yader Parajón, estudiante de psicología de la Universidad Centroamericana de Nicaragua y hermano de una de las más de 300 víctimas que se registran desde que se iniciaron las protestas en abril. Parajón cuenta, en diálogo con PáginaI12 que su hermano, mecánico de motos, participaba de las manifestaciones sociales y llevaba víveres a los estudiantes atrincherados en la Universidad Politécnica de Managua. Eso estaba haciendo la madrugada del 11 de mayo cuando una bala lo alcanzó. “A Jimmy le dieron en el pecho”, fue el mensaje de Whatsapp que Parajón leyó en la barricada donde estaba esa noche, a dos kilómetros de distancia de su hermano. “Según los muchachos que estaban en ese momento con él, cuando mi hermano estaba llevando los víveres, hubo un ataque en el cual tiraron bombas lacrimógenas que cegaron a la mayoría de los muchachos y entonces las fuerzas represivas aprovecharon, desde una distancia de aproximadamente 100 metros, para franquearlo a él y darle un disparo certero que le causó la muerte instantánea”, relata el estudiante de 27 años. Tras la muerte de su hermano, el joven se unió al Movimiento Madres y Familiares de Abril, grupo que exige justicia para las víctimas de la represión a los manifestantes en Nicaragua, y forma parte de la Caravana de Solidaridad que está haciendo gira por Sudamérica para informar, desde su visión, sobre lo que está ocurriendo en su país y recolectar apoyos internacionales. 

Aunque dentro y fuera del Nicaragua -sobre todo desde sectores de la izquierda- se acuse al movimiento de estar manejados por la Iglesia y por Estados Unidos, Parajón lo rechaza rotundamente. “Daniel Ortega ha vendido esa imagen internacional de que él es de izquierda, pero en la práctica el tiene políticas económicas neoliberales, amasa grandes riquezas, ha eliminado a la clase media y ha creado la elite -que solo le pertenece a los miembros del partido de gobierno-. La Iglesia, en un primer momento estuvo en concubinato con él. La utilizó. Se casó por la Iglesia Católica llamándose a sí mismo socialista. Hasta le regaló a la Iglesia la anulación del aborto por causales. Ahora que la Iglesia se ha puesto pecho a pecho con el pueblo y ha salido a las calles a proteger las barricadas de los muchachos que están siendo asesinados, que empieza a ser opositora, entonces Daniel Ortega comienza a hacer una campaña de desinformación y ridiculización del movimiento y lo empieza a llamar golpista. Entonces, hoy por hoy, Ortega es la persona más camaleónica que existe: si no estás conmigo, sos financiado por la CIA, lo que es mentira”.

En abril, el gobierno sandinista anunció un recorte en las jubilaciones y un incremento de las aportaciones obrero-patronales al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). El 18 de ese mes, estudiantes universitarios se manifestaron en contra de las reformas del INSS, las protestas fueron reprimidas y las imágenes se esparcieron por las redes sociales. Al día siguiente, miles salieron a las calles. Ese 19 de abril cayó la primera víctima. 

Días más tarde, Ortega dio marcha atrás con la medida, pero las protestas no se detuvieron. “Una de las cosas que nosotros queremos como movimiento es la renuncia inmediata de Daniel Ortega, aunque no es tan fácil que ceda”, afirma el estudiante y cada vez que nombra al presidente de su país lo hace con nombre y apellido, como para que nadie ose confundirse de Ortega. “Pero las calles no se han dejado, siguen siendo tomadas por el pueblo, que está convencido de que si necesita salir y apostarse en las calles durante horas hasta resistir la salida de Daniel Ortega, lo va a hacer. Y todo eso conlleva a apoyar lo que serían paros nacionales, paros de la empresa privada, hasta un paro de pago de tributación fiscal para que eso vaya debilitando más al régimen”, explica el estudiante. 

Sin embargo, también se registran marchas a favor del gobierno, como la del sábado pasado, donde miles celebraron los 39 años de la Juventud Sandinista.

En Buenos Aires, los miembros de la Caravana se reunieron con Cancillería. “Les planteamos seguir ejerciendo presión diplomática para que logre entrar en Nicaragua este grupo especial que se creó en OEA el dos de agosto porque nosotros sabemos que Daniel Ortega, cuando siente una presión diplomática superior ya comienza a ceder”, declaró Parajón. La Organización de Estados Americanos conformó este mes un grupo de trabajo, presidido por Canadá, con el objetivo de buscar soluciones pacíficas al conflicto en el país centroamericano. “También le pedimos que se haga un acompañamiento a la restitución del país y sobre todo a una futura comisión de la verdad para investigar las muertes”, agregó el joven nicaragüense. Sin embargo, Cancillería no les dio una respuesta consistente.  

Hoy por hoy, cuenta Parajón, desde que el sol se levanta sobre Managua se respira incertidumbre, porque no se sabe si algún nicaragüense más se va a sumar a los 322 muertos que contó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Al caer la noche, las calles de la capital van quedando desiertas. “Los primeros días de mayo, salías a tomarte una cerveza y eras secuestrado por los encapuchados (N.de la R: así se describe a las fuerzas paramilitares). Por eso el pueblo ha implementado un toque de queda de autodefensa”, dice el joven. No hay cumpleaños, ni fiestas, ni salidas a bares ni a cafetines después de las 6 de la tarde. Asegura Parajón:  “La vida nocturna en Nicaragua está muerta”. 

Entrevista: Bianca Di Santi.