Abrazada por un cordón humano, una marea enfurecida avanzó ayer por las calles de Moreno al grito de “No caímos, no caímos. A la escuela pública, orgullosos la elegimos”. Eran maestros, alumnos, familias y vecinos, que no quieren otro Rubén, otra Sandra. Y tampoco otra Corina, la docente secuestrada y torturada por querer hacer valer derechos que no son garantizados por el Estado. La multitud marchó desde el acampe frente al Consejo Escolar del distrito hacia la plaza Carlos Fuentealba, donde cerró con un acto: “¿Querían meternos miedo? Acá está la respuesta. Estamos de pie, en la calle, y vamos a seguir luchando. Tienen que darnos respuestas”, expresó Mariana Cattaneo, secretaria de Suteba Moreno.

Desde las 9, la comunidad educativa comenzó a concentrarse frente al Consejo Escolar y a compartir el asombro con el que recibieron la noticia sobre el secuestro de Corina de Bonis. El miércoles, la docente fue levantada por tres hombres en un auto, quienes taparon su cabeza con una bolsa y le escribieron con un punzón sobre su vientre “olla no”, en referencia a la olla popular que organizaba en el Centro Educativo Complementario 801 de Moreno. Como el CEC tiene el gas cortado y las viandas que entrega la Provincia no son suficientes para garantizar la buena alimentación de los chicos, los docentes habían decidido mantener una olla popular con donaciones. Sin embargo, por las amenazas recibidas –llegaron incluso a advertirles que la próxima olla sería en el cementerio–, tuvieron que levantar la iniciativa, que hasta el miércoles era continuada por un grupo de 10 madres de la escuela. Luego del secuestro de Corina, y de la amenaza telefónica recibida por una de ellas que ahora está con custodia policial, las mamás del CEC decidieron levantar también la olla popular: “Era una voz de hombre. Me dijo ‘seguís vos, siguen ustedes’. Tengo miedo por mi familia y por mis otras compañeras. Estoy muy triste”, dijo a PáginaI12 la madre que prestaba su casa para la olla. 

En la panza de Gabriela, una adolescente de 16 años, no fue un punzón, sino un fibrón el que trazó la leyenda “olla sí”. La joven, que asiste a la secundaria N°6, explicó sobre su intervención: “Me parece muy bien hacer las ollas en los colegios, porque hay muchos que no tenemos para comer”. Otro docente, más adelante, sostenía un cartel haciendo también referencia a la tortura recibida por Corina: “Con punzón lastiman. Con una tiza creamos”.

Los hermanos de Rubén Rodríguez se sumaron a la marcha para exigir justicia por él, por Sandra y por Corina. “Sentimos mucha bronca. Estamos en Moreno sin que nadie nos escuche. La escuela de mi hermano había hecho muchas denuncias y nadie les dio bola. Con el CEC 801 pasó lo mismo: ya habíamos anunciado las amenazas recibidas pero siguen sin escucharnos”, dijo Javier, hermano del auxiliar de la 49 que murió por la explosión el 2 de agosto. 

Alrededor de las 11, la movilización subió a la autopista, donde había dos autos de Gendarmería que terminaron retirándose. La marea se detuvo un rato, deliberando cuál era la mejor manera de continuar, ya que el clima venía caldeado porque minutos antes habían llegado mensajes de otros compañeros avisando sobre un mayor despliegue de gendarmes por la zona, con autos y camiones hidrantes. Sin embargo, más tarde se supo que la fuerza retiró los camiones y la marcha pudo continuar sin problemas.

Entre los maestros, vecinos y familiares de las escuelas de Moreno se mezclaban algunos alumnos. Con paso apurado, uno pequeño se perdía entre los adultos con su guardapolvo blanco pintado: “No tenemos miedo. Familias de pie”. Como aseguraron desde distintas organizaciones durante toda la mañana, la comunidad educativa no tiene miedo. O al menos no un miedo inmovilizador. Sí están asustados, porque el nivel de violencia que manejan los agresores escaló bastante durante las últimas semanas. Pero no quieren que ese miedo logre el objetivo de amedrentarlos.

“Yo creo que hay quienes no toleran que se visibilice la situación de conflicto que hay en el distrito. La olla popular muestra eso: quiénes dan la respuesta y quiénes no las dan. Cómo está la gente, por qué las familias se agolpan por ese plato de comida. Quieren hacer del caso de Corina algo ejemplificador. Pero no nos vamos a paralizar”, expresó a PáginaI12 Mariana Cattaneo, de Suteba Moreno.

Roberto Baradel consideró que lo ocurrido es un “límite que no hay que tolerar de ninguna manera. Está bien que la gobernadora haya repudiado estos hechos, pero necesitamos que haya un correlato en la realidad, que lo investigue y lo aclare, pero además que escuche a los docentes, que no nos tome como enemigos”.

La comunidad educativa llegó a Plaza Fuentealba alrededor de las 12, al ritmo de Bella Ciao “Por las escuelas / por nuestros pibes / por Sandra y Rubén estamos acá / para que escuchen / los que gobiernan / y que no pase nunca más”. 

El primero en expresar su solidaridad hacia Corina en el acto fue Hernán Pustilnik, compañero de Sandra y de Rubén: “Esto nos hace recordar a la época más oscura vivida por la Argentina. Y nosotros hoy estamos de pie y estamos enojados, con mucha bronca, pero no con miedo. Quieren generar miedo porque ven que estamos muy unidos desde el 2 de agosto”, expresó. A su lado, la esposa del auxiliar fallecido, Mabel Zurita, también advirtió sobre las “prácticas que uno pensaba que nunca más iban a ocurrir, esas prácticas de violencia, de terrorismo de Estado”.

Hilda, compañera de Corina del CEC 801, no pudo contener sus lágrimas al recordar lo sucedido: “Estoy muy acongojada. Lo que le pasó a Corina me llegó en lo más profundo de mi corazón. Porque ella lo único que quería era hacer comer a los chicos de la escuela y a toda esa gente que está pasando hambre y venía a pedir una olla”, dijo en medio de los aplausos. 

“No vamos a permitir que Moreno sea una zona liberada”, dijo Cattaneo, al cerrar el acto con un fuerte aplauso. “La olla representa el abandono del estado provincial. Porque desde que murieron Sandra y Rubén saben que no hay clases, saben que está cortado el gas, saben que no están funcionando los comedores escolares. Se lo dijimos en la paritaria, se lo dijimos en la comisión técnica, se lo dijimos a cada funcionario. Para una situación extraordinaria: respuestas extraordinarias. ¿Qué nos dieron? Más de lo mismo. Ajuste, ajuste para nuestros pibes. No nos mandaron la comida, no nos mandaron las viandas. No lo vamos a tolerar. Esta movilización es por Sandra, es por Rubén, es por condiciones dignas para nuestras escuelas, es por seguridad para nuestros maestros”, agregó abrazando a Luján Abad, la docente de la escuela 38 amenazada el viernes pasado. 

Ese día, al llegar a su casa, encontró un papel enrollado en el portón que decía “seguí jodiendo en las asambleas de papis que sabemos dónde vivís”. 

“Sentimos que nos quieren hacer sentir miedo para abandonar la lucha. Yo tengo muchísimo miedo. Y más después de Corina. Pero no pienso dejar las calles, nunca las dejé. Defiendo a morir la escuela pública y la voy a seguir defendiendo”, concluyó Abad.