Desde Santa Fe 

La sentencia se esperó durante 41 años para saber quiénes fueron los culpables de las violaciones y el aborto forzado a Silvia Suppo en su cautiverio en los centros clandestinos de la dictadura, en 1977. Ayer lo reveló el Tribunal Oral de Santa Fe. Por el primer hecho, condenó a 16 años de prisión a Ricardo Ferreyra, ex jefe de la Comisaría 4ª, como autor mediato. Y por el segundo, a los que lo organizaron: el ex carcelero del Area 212 Juan Calixto Perizzotti, quien recibió 14 años de prisión, y sus dos “colaboradores”, María Eva Aebi (diez años de prisión) y Oscar Farina (ocho años) como “partícipes necesarios”. El veredicto es histórico a pesar de que Farina se fue a su casa porque el presidente del Tribunal, Luciano Lauría, ordenó su detención inmediata pero quedó en minoría ante sus colegas María Ivón Vella y José María Escobar Cello, que votaron para que la orden recién se cumpla cuando el fallo quede firme. En Santa Fe, es la primera condena por un “aborto forzado” como delito de lesa humanidad. “Un antecedente muy importante para la justicia, muy reparador. En algún lugar, esperamos que le llegue un poco de justicia a Silvia. Era una deuda que teníamos con mamá”, dijo su hija, Marina Destéfani.

La Fiscalía y la querella se mostraron de acuerdo con las penas. “Son compatibles con las que solicitamos en el alegato”, dijo el fiscal Martín Suárez Faisal, quien había pedido 18 años de prisión a Ferreyra, 16 a Perizzotti y 12 a Aebi y Farina. La abogada querellante Lucila Puyol también se declaró “conforme”. “Es menos de lo que pedimos, pero tienen el valor de una reparación simbólica”, dijo. Puyol y su colega Guillermo Munné patrocinaron a los hijos de Suppo en el juicio y habían solicitado 20 años de prisión para Ferreyra, 15 a Perizzotti y Aebi y 10 a Farina.

La lectura del veredicto impactó en la sala de audiencias y en la calle. “Fue un momento muy conmovedor –admitió Munné– porque uno piensa todo el tiempo en Silvia Suppo, en su historia, en su compromiso, que fue el más grande. Ella era una mujer ejemplar, muy valiente, cuando dio testimonio sabía que era peligroso. Y lo hizo igual, con la decisión de saber que el peligro era extremo. Eso quedó muy claro en el debate”, dijo Guillermo, emocionado. Suppo pidió un juicio por la verdad ya en 2000, denunció su martirio en 2005 y relató las violaciones, el embarazo y el aborto forzado en 2009 en el juicio al ex juez Víctor Brusa. Tres meses después, en marzo de 2010, la asesinaron de nueve puñaladas.

Silvia luchó diez años para que la Justicia condenara a sus victimarios; sus hijos, Marina y Andrés Destéfani, 18 años. Ayer, Marina rescató la condena por el aborto forzado. “Es un antecedente muy importante, muy reparador. Una deuda que teníamos con mamá”, dijo. Aunque no ocultó su desazón porque Farina se fue a su casa a pesar de que la Fiscalía y la querella pidieron que la condena fuera “efectiva” y así coincidió el presidente del Tribunal. “Nos quedó sabor a poco, hubo mucho trabajo, mucho esfuerzo, había muchos argumentos para condenar” a Farina y que “la condena fuera efectiva e inmediata”.

“¿Cómo me siento ahora? Tengo una mezcla de sentimientos: frustración, tristeza, angustia, alegría. Es una pregunta difícil de contestar”, dijo Marina. “Sí rescatamos el trabajo de la compañera Lucila Puyol con su perspectiva de género, el aporte de Susana Chiarotti y compañeras que testimoniaron en el juicio los tormentos sexuales que sufrieron” para probar que la violencia sexual era sistemática en los centros clandestinos y parte de la maquinaria de la crueldad y el terrorismo de Estado. “Agradecemos muchísimo ese aporte”.

Graciela Rabellino también estaba molesta porque Farina zafó de la cárcel. Ella lo identificó en la investigación como quien llevó a Silvia, junto con María Eva Aebi, a la clínica donde le hicieron un aborto forzado. Y en el juicio lo señaló en el banquillo de los acusados. Aebi se hizo pasar por la hermana y Farina por la pareja de Suppo. “No estoy contenta, si bien lo condenaron y es la primera condena por el aborto, va a esperar en su casa hasta que la condena quede firme. No estoy conforme”, dijo Graciela.  

La sentencia tiene otro valor simbólico. El ex jefe de la Comisaría 4ª Ferreyra también fue condenado por las “torturas seguidas de muerte” de Rubén Carignano, un crimen que la dictadura intentó ocultar bajo la máscara del suicidio. “Lo más importante es el esclarecimiento de los hechos, determinar cómo sucedieron y quiénes fueron los autores. Ese es el aporte de esta sentencia para conocer la verdad histórica”, concluyó el fiscal Suárez Faisal.