El destino que se dará al nuevo edificio “Cero+Infinito”, pronto a inaugurarse en Ciudad Universitaria, es objeto de una disputa entre el rectorado de la UBA y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. El rectorado buscará ratificar mañana en el Consejo Superior su voluntad de decidir qué uso se dará al edificio, mientras que la facultad, que impulsó el proyecto desde sus inicios, lo considera propio y ya había definido cómo utilizar las instalaciones.

El edificio en disputa, diseñado por el reconocido arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, es una de las construcciones más valiosas que se hayan hecho en los últimos tiempos para el sistema nacional de Ciencia y Tecnología. El proyecto fue licitado en 2008 y las obras comenzaron en 2011. La construcción se ubica junto al Pabellón I de Ciudad Universitaria –donde funciona parte de Exactas–, al cual estará conectado por un anexo. Consta de dos plantas, un subsuelo y dos patios internos que, en total, alcanzan una superficie de casi 20 mil metros cuadrados.

A pocos meses de la finalización de la obra, prevista para enero próximo, el rector de la UBA, Alberto Barbieri, emitió una resolución para crear la “Coordinación del Edificio Cero+Infinito”, dependiente de la Secretaría de Hacienda y Administración de la universidad, con el objetivo de definir la asignación de espacios en el edificio. También creó una Comisión Asesora, de carácter no vinculante, integrada por un representante designado por el rectorado, uno por la Facultad de Ciencias Exactas y uno por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología. Se espera que la resolución sea validada mañana por el Consejo Superior sin inconvenientes.

La decisión puso en veremos la planificación que ya había definido la facultad, desde el nacimiento del proyecto, en 2006. El decano de Exactas, Juan Carlos Reboreda, aseguró que la decisión del rectorado es inédita en la UBA. “Si bien todos los edificios son de la universidad, el Consejo Superior no decide qué se hace en la Facultad de Derecho, o en la de Ciencias Económicas, ni en el Pabellón 2 de nuestra facultad. Es una situación bastante inesperada. El edificio fue pensado, diseñado, fueron gestionados los fondos y fue construido para ser una expansión del Pabellón 1 de la Facultad de Ciencias Exactas”, detalló Reboreda.

La novedad generó malestar dentro de la comunidad de Exactas, donde hoy sesionará su Consejo Directivo para expresarse al respecto. Según el plan original, se esperaba localizar en la planta baja del edificio diez aulas de computadoras con capacidad para 50 máquinas cada una, sus servidores y servicios de administración e impresión, más otras 19 aulas con capacidad para 60 alumnos y cinco aulas de seminarios, salas de lectura y de reuniones. En el piso superior se ubicarían el Instituto de Cálculo, las oficinas de investigación y las secretarías de los departamentos de Computación y de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos. La mudanza también iba a generar mayor espacio disponible para descomprimir las áreas que quedaran en los pabellones originales, por lo que casi toda la comunidad de la institución puede verse afectada por el cambio de planes. 

“Nadie cuestiona la atribución del Consejo Superior de decidir sobre los espacios de la universidad, pero esto genera un precedente que no es bueno. Estos espacios históricamente fueron definidos dentro de las facultades”, explicó Reboreda. “La Facultad de Ciencias Económicas amplió sus instalaciones gracias a un proyecto con una historia muy similar a la del nuestro y el Consejo Superior no opinó nunca sobre cómo se iba a usar”, ejemplificó el decano. 

Un detalle no menor es que Exactas es una de las pocas facultades de la UBA gobernadas por sectores opositores a la coalición de radicales y aliados que administra la universidad. 

El “Cero+Infinito” nació como proyecto hace más de diez años, durante la gestión del entonces decano Jorge Aliaga. Incluso contó con una donación de fondos de un graduado de la facultad. “Es una arbitrariedad. Si bien la medida es legalmente válida, no tiene legitimidad”, aseguró Aliaga. “Es falso que el edificio no estaba asignado a la Facultad de Ciencias Exactas. El proyecto se impulsó para dar respuesta a una deuda de infraestructura pendiente desde hace años. Todo el crecimiento que tuvo el sector de investigación de la facultad durante el kirchnerismo no fue acompañado por un ampliación de espacios y el edificio –explicó– venía a mejorar esa situación.”

Informe: Inés Fornassero.