El juez penal Carlos Pareto condenó ayer en primera instancia a cuatro policías a una pena de prisión condicional y la prohibición de ejercer cargos públicos, al encontrarlos culpables de haber secuestrado y torturado con inusitada violencia a un hombre, hace dos años, en la ciudad de Casilda.

La sentencia fue el desenlace de un juicio oral que se desarrolló en los últimos días en los tribunales provinciales del departamento Caseros, y resultó en condena a tres años de cumplimiento condicional, e inhabilitación por el doble de tiempo para ejercer cargos públicos contra los –ahora- ex policías Leonardo Frangi (40 años), Diego Facino (37), Emiliano Barticevic (35), y Emir Cabral (35). Todo, por la co autoría de los delitos “privación ilegítima de la libertad y vejaciones, ambos en concurso real y agravado por el uso de violencia”, según el fallo judicial. Desde que fueron imputados, el ministerio de Seguridad cesanteó a los cuatro suboficiales.

La fiscal de la unidad de Violencia Institucional impulsó la acusación contra el grupo que hace dos años revistaba en el Comando Radioeléctrico casildense. Entre la noche del 29 y la madrugada del 30 de junio de 2016, una patrulla detuvo en una esquina del barrio Granaderos a Caballo a Sebastián G., por entonces, de 30 años. Los policías introdujeron con violencia al detenido en el patrullero, pero no avisaron del arresto a la fiscal de turno, Marianela Luna. Lo llevaron en el móvil policial hasta las cercanías del frigorífico Rafaela. Según se probó en el juicio, allí G. fue sometido a una primera tanda de golpes compartidos por los uniformados. Volvieron al móvil para llevar al detenido a unos siete kilómetros fuera de la ciudad, en un campo sobre la ruta 26, camino a la localidad de Fuentes. Y de nuevo, lo molieron a golpes y simularon ejecutarlo a balazos allí mismo.

G. quedó semi consciente, tirado sobre campo, abandonado a su suerte y sin que autoridad judicial alguna supiera de lo ocurrido.

No sin temor, la víctima tomó el coraje de denunciar a sus agresores, a pesar de que todos continuaban integrando la fuerza policial de la Unidad Regional IV en esa ciudad cabecera. G. asumió en aquellos días que su condición de ex convicto lo había dejado vulnerable al asedio policial que derivó en la violenta odisea de aquella noche. Nunca le explicaron el motivo de tal paliza, al menos él no lo reveló en el proceso penal.

“Yo reconozco que tengo antecedentes (penales) e incluso estuve preso años atrás, pero si ahora tienen pruebas de algo, que me las muestren y me lleven detenido. Pero no que me den semejante golpiza”, reparó entonces al portal Casildaplus.

Sebastián había salido aquel miércoles a medianoche de la casa de su madre para comprarle cigarrillos cuando la policía lo paró en Lavalle y Mendoza. “Hice casi dos cuadras y de repente apareció un patrullero con las luces totalmente apagadas y cuatro policías. Me empujaron y me metieron a dentro: dos policías adelante, dos atrás y yo en el medio. Y arrancaron”, relató el denunciante. “Fuimos en el vehículo hasta un camino cercano al frigorífico, ahí me bajaron y me empezaron a golpear hasta romperme la boca. Mientras tanto me decían de todo. En total eran ocho policías, porque se sumó otro patrullero con cuatro más. Después de algunos minutos, me cargaron otra vez en el móvil y pensé que la pesadilla había terminado, que me iban a llevar al Comando, pero no fue así”, prosiguió G. en su relato.

En el campo junto a la ruta que lleva a Fuentes, G. recibió trompadas, patadas y golpes de cachiporra. “A lo único que atiné siempre fue a taparme la cara. Me molieron a palos. Incluso tiraron unos ocho tiros al aire”, recordó.

Cuando recobró voluntad y coraje, Sebastián regresó a pie hasta Casilda, por la banquina y escondiéndose cada vez que se acercaba un vehículo, ante el pavor de que los policías volvieran. Alguien lo recogió y lo dejó cerca de su casa. Y se desvaneció ante su madre antes de que ella advirtiera la sangre y el rostro hinchado de su hijo. Estuvo dos días internado en el hospital San Carlos, donde asentó la denuncia policial que inició el proceso finalizado ayer.