¿Qué encontró la industria en Los Rusos Hijos de Puta? “Lo que no tenían”, dice Florencia Mazzone, su baterista, sentada en uno de los extremos de la sala de conferencias del sello Sony Music. Como el resto de sus compañeros, todavía parece estar reconociendo el terreno sin querer romper nada, viendo qué onda esto de empezar a ser parte del catálogo de una empresa, delegando algunas cuestiones vinculadas a la publicación, presentación y difusión de un nuevo disco. “La industria pegó un giro y empezó a mirar el circuito under porque es donde se estaban cortando entradas”, sigue. “Claramente hay algo de lo que venía haciendo la industria que estaba viejo, había todo un costado que no estaban agarrando. Lo más loco que tienen es Babasónicos, aguante, pero han pasado tantas cosas…”

Nos vamos a morir de hacer estrategias de amor no es sólo la repentina salida del indie de Los Rusos Hijos de Puta sino también su registro de supervivencia. Como el hijo que se busca para salvar el matrimonio, el segundo larga duración del cuarteto mixto fue un reflejo vital en medio de su primera gran crisis. “Habíamos sentido que habíamos llegado a un lugar, y ya no teníamos la energía ni la creatividad para asumirlo”, dice Julián Desbats, cantante y guitarrista. “Fue una combinación de factores, la creación de la tormenta perfecta”, dice Florencia.

A mediados de 2015, con la salida de su primer disco, La rabia que sentimos es el amor que nos quitan (sucesor del EP Hola, de 2013), Los Rusos Hijos de Puta experimentaron su mayor crecimiento tanto en público como en compromisos, entre una larga seguidilla anual de shows y giras por México (con debut en el Vive Latino), Perú, Chile y Uruguay. Fue un ritmo desgastante que se vio potenciado con la separación de Luludot Vento y Desbats, pareja desde hacía once años y piezas compositivas del grupo. Después de ese cimbronazo estructural mermó la actividad del grupo y cada uno se ocupó en sus proyectos personales (Luludot tocó sola y Julián editó Culebrón, su disco más romántico y pop). “Íbamos juntos a todos lados, y esa cosa se quiebra y hay que reacomodar todo”, explica Luludot. “Yo me pegué mucho a Santi, Flor se pegó mucho a Juli, hasta que todo vuelve a ocupar su lugar, como el agua…”

El quinto elemento que apareció en el radar de Los Rusos con una misión unificadora fue Guille Beresñak, uno de los jóvenes productores argentinos más movedizos y eclécticos (viene de hacer la música para la película del Potro Rodrigo y discos con Miss Bolivia y El Chávez). Beresñak encarnó el rol de curador artístico pero también de gurú espiritual. “Teníamos un montón de material, no estábamos encontrando la manera de organizarlo y veníamos de estar tocando un montón, viajando un montón, estando muy arriba, muy al palo y había algo de eso que no se estaba sosteniendo, y por sobre todo no se estaba disfrutando”, dice Florencia. “La grabación fue un proceso de sanación también; nos transformó muchísimo, nos renovó. Nos teníamos que volver a encontrar, teníamos que volver a gustarnos.”

Con los casi 30 demos con los que llegó el grupo al estudio, Beresñak fue armando un rompecabezas amplio pero equilibrado en sus voces, generando un intercalado perfecto entre las canciones de Luludot y las de Julián, que se responden como en un Double Fantasy pero de final roto, sin beso de amor en la tapa. “Es un disco un poco más amargo en algún sentido. Hay algo precisamente de la desilusión, la soledad”, dice Luludot. “Es re loco eso. Es una canción y una canción, hay algo de diálogo ahí”, dice Julián como pensando en voz alta. “Eso es algo que resulta interesante, sobre todo en un disco que se llama Nos vamos a morir de hacer estrategias de amor.”

Como si fuera una respuesta al rótulo punk que pesó sobre la banda desde sus comienzos –algo que no conforma al grupo pero que representa bastante bien su espíritu minimalista, catártico y provocativo–, el disco muestra la versión más extendida y digerible de Los Rusos Hijos de Puta, con un sonido mucho más radial, mayor presencia de sintetizadores y más recursos rítmicos que potencian la estridencia maleable de Luludot (el registro grave de Cascada es una novedad) y la sensibilidad grunge de Desbats, avanzando hasta terrenos como la cumbia (Parawita). “Musicalmente nos propusimos dar más y buscar un sonido más prolijo, que también es algo que nos criticaban. Nosotros podemos grabar un discazo, tocar temas zarpados y después tocarlos en vivo”, dice el bajista Santiago Mazzanti. “Queríamos hacer un disco que quieras escuchar, que no sea solamente vernos en vivo.”

“Queríamos zafar un poco de todos los rótulos, porque nosotres no encajamos en ningún lado, somos engendros de alguna manera. Con este disco abrimos la cancha a que podemos ser lo que querramos. Si nos pinta hacer un disco acústico o dance, lo vamos a hacer porque nos pinta. Fue algo más lúdico”, dice Julián. “Fue probar la artesanía del músico. Los otros discos siempre fueron urgentes, de grabar en dos o tres días con una necesidad de urgencia y el problema de la guita. Este tuvo otro trabajo.”

¿Les generó un conflicto con su espíritu DIY el firmar con Sony?

Florencia: Nos dio la plata para poder pagarle a Guille, así que de última le pudimos pagar a un amigo.

Santiago: Aparte no se nos arrimaron para decirnos “cambien lo que son y ahora tienen que ser esto”. Si hubiese sido así, lo más seguro es que te saquemos cagando, porque no vamos a permitir que nadie nos diga cómo somos.

Luludot: También llegamos a un punto en el que hacer todo solos no pudimos, llegamos a un techo. Nosotros queremos vivir de la música: a mí no me gusta ir a laburar a la fábrica ni a ninguno de los lados donde estuve; me encantaría poder dedicarme a esto y que me paguen por esto, total es un trabajo donde se trabaja igual que en otro lado. Quizás de esta manera podamos ir avanzando. Mientras que no estemos transando con lo que llevamos dentro y con nuestro eje, que es lo que nos hace sentir bien y dormir tranquilos, ya está. Igual la gente si puede bardear, bardea.

¿Creén que siempre fueron un blanco fácil para las críticas por no pertenecer nunca a una escena determinada?

Santiago: Totalmente, somos re blanco fácil al toque por cualquier cosa que hagamos.

Desbats: Pensá que siempre tuvimos integrantes femeninos y masculinos, cuando la escena indie está llena de bandas que son siete pares de bolas. Siempre de alguna manera estuvimos fuera de eje y esto no lo digo para sonar especial. Pero es fácil pegarle a una banda que es una mezcla, que tiene el nombre que tenemos nosotres y que hace las canciones que hacemos.

Son de apoyar en sus shows y sus redes muchas causas actuales, ¿se sienten representando algo?

Florencia: No, no. Somos personas, individuos. Cada une tiene su recorrido y su compromiso con la movida. Yo soy militante, Juli no, la Rusa desde su lugar en Zárate hace lo suyo. No embanderamos a la banda desde un lugar, somos lo que somos, lo que hacemos. Somos una banda que se compromete con las cosas que nos interpelan y nos convocan pero no estamos representando nada. Aparte, ¿con qué autoridad? En el feminismo, la última gran revolución, lo más bello es que no tiene representantes. Tiene que ver con una transformación y un registro de la realidad autoconvocada, con entender el crecimiento en manada. Me parece choto que cualquier persona se ponga en ese lugar.

¿Están al tanto de los testimonios por acoso y abuso contra Onda Vaga? ¿Qué piensan de todo lo que fue pasando en la escena durante los últimos años?

Florencia: Yo leí hasta la denuncia 39 y dejé de leer. Por supuesto no me sorprende nada. Che, hola, no es Onda Vaga, son todos, es una moneda corriente, hay algo que estaba legitimado y lo hacían y era parte de la gracia de ser un rockero. Como era algo legitimado creo que absolutamente todos, y si no habrá contadas excepciones, todos la hicieron. Después están los niveles que manejás de eso, niveles de perversión donde ya sos una mierda, pero hay algo que es una norma que los atraviesa.

¿Creén que esta ola de denuncias ha empezado a modificar conductas tan cristalizadas?

Luludot: Sí, porque las chicas andan con el pañuelo verde y piensan de otra manera. Aunque no sé, porque el otro día fui a ver a Perras on the Beach y estaban las pibitas desesperadas que se les tiraban…

Florencia: Tengo confianza en esta nueva generación. Pero la verdad es que hoy puede absolutamente seguir pasando, aunque espero que menos. Los testimonios que contaban son algunos del 2016, 2017, no es que pasó en el ‘89. El tema es qué hacen ellos con eso ahora. El tema es el no, el desaparezco, el no me acuerdo, no me hago cargo, esperamos que se apague; para mí eso es la mierda. Lo que hiciste ya lo hiciste, el tema es qué hacés ahora. ¿Es silenciar, es tapar, es no hacerme cargo, es tirarle el fardo a las pibas? Ahí no te merecés nada, que te caiga todo encima.

* Los Rusos Hijos de Puta presentarán Nos vamos a morir de hacer estrategias de amor hoy a las 21 en el Xirgu Espacio Untref, Chacabuco 875.