El Gobierno ya puede ofrendarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) la media sanción del Presupuesto 2019 en la Cámara de Diputados un día antes de que el organismo multilateral apruebe el endeudamiento de la Argentina por 57.100 millones de dólares y adelante su desembolso como salvataje financiero en el último año del mandato de Cambiemos. Pero allí no termina esta procesión ya que el oficialismo necesita que el Senado sancione el proyecto antes de que comience la reunión del G20, previsto para el 30 de noviembre. En ese contexto, el próximo lunes el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, llegará a la cámara Alta para dar inicio del debate del proyecto que, según Cambiemos, debería tratarse el 14 o a más tardar el 21 de noviembre próximo.

Mauricio Macri celebró la votación a través de un vocero particular: “El presidente está muy contento con la media sanción del presupuesto”, dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la rueda de prensa donde junto al ministro de Interior, Rogelio Frigerio, defendió la feroz represión y la posterior cacería que desataron las fuerzas de seguridad sobre miles de manifestantes que repudiaban el ajuste tras los provocadores incidentes que iniciaron un puñado de extraños. Pero a modo de respaldo a su política represiva, Bullrich agregó que el Presidente también expresó la “tristeza de ver que hay quienes quieren violentar las instituciones democráticas”.

La alianza oficialista logró atravesar el difícil escollo en la Cámara baja fruto de una trabajosa negociación de la Casa Rosada con los gobernadores peronistas dialoguistas por fuera del Congreso. El grueso de la oposición se plantó en contra del “presupuesto del FMI” y el jefe de la bancada kirchnerista, Agustín Rossi, repitió ayer a modo de advertencia: “Todos los programas de ajuste en Argentina terminaron en crisis ¿Por qué creen que esta vez va a salir bien?”.

La reacción del Gobierno tras la media sanción no fue explicar las supuestas bondades que traería aparejado el presupuesto de ajuste para el año próximo, donde la única partida que crece es la del pago de intereses de la brutal deuda externa que contrajo el Gobierno de Cambiemos en estos tres años. Sus voceros fueron los ministros Bullrich y Frigerio para justificar la represión y reclamar la extradición de los extranjeros detenidos por las fuerzas de seguridad (ver aparte). Allí, Bullrich reprodujo la satisfacción presidencial: “está contento y orgulloso de cómo respondieron los legisladores y de aquellos que apoyaron” el presupuesto.    

“No tener Presupuesto hubiese sido una derrota, que es lo que querían algunos esta noche, no cabe ninguna duda, y no lo pudieron lograr”, había dicho en el cierre del debate y antes de la votación el jefe del interbloque de Cambiemos, el radical Mario Negri. “Estamos en una crisis. Ojalá podamos salir bien, en política hay que optar”, admitió Negri que junto a las espadas parlamentarias de Cambiemos piloteó en los pasillos de la Cámara baja el acuerdo que el Gobierno selló con los gobernadores peronistas lejos del Parlamento.

Aunque el gobierno debió dejar en el camino muchos de los anhelos que había plasmado en el texto original del Presupuesto. No consiguió aliados para avanzar en al modificación de la Ley de Administración Financiera y tener así la manos libres para renegociar la deuda externa por fuera del Congreso y a “valores y condiciones del mercado”, y no con mejoras de montos, intereses y plazos como estable la legislación. Tampoco pudo avanzar con el recorte en las jubilaciones y asignaciones familiares de zonas desfavorables como la Patagonia ni con el cobro de Ganancias a cooperativas y mutuales. Avanzó, en cambio, con la adenda del Pacto Fiscal que selló con 17 provincias y el aumento en las alícuotas de Bienes Personales, aunque rápidamente excluyó a las propiedades rurales ante el primer reclamo de uno de los grandes beneficiados del modelo: los productores agropecuarios.      

La negociación del Gobierno por fuera del Congreso, condicionó las negociaciones puertas adentro del Palacio Legislativo y redujo los aliados con los que solía contar el oficialismo. Cambiemos arrastró a la mayoría de los diputados que responden a los gobernadores del peronismo dialoguista, pero no pudo alinear a todos: 21 de los 33 federales votaron el presupuesto, apenas 4 lo rechazaron y 8 se abstuvieron. También los votaron favorablemente los aliados de Evolución radical de Martín Lousteau.

Cambiemos recolectó en total 138 a favor, con el aporte de algunos partidos provinciales los del Frente Cívico de Santiago del Estero, con 3 diputados que votaron a favor y otro 3 que se ausentaron, entre estos últimos Norma Abdala de Matarazzo que firmó el dictamen del oficialismo. También los peronistas de San Luis de Unidad Peronista: sus 4 diputados votaron en contra luego de haber aportado al ajustadísimo quórum que consiguió el oficialismo en medio de la “decepción” de su propio gobernador Alberto Rodríguez Saá.

El grueso del arco opositor se al Presupuesto. El FpV-PJ, el Frente Renovador, el flamante interbloque Red por la Argentina que encabeza Felipe Solá, junto al Movimiento Evita y la ex Libres del Sur, Victoria Donda; el Frente de Izquierda y varios monobloques marcaron a lo largo de todo el debate la necesidad de no aprobar el texto propuesto por el Ejecutivo. Ese reclamo lo expresaron también con carteles en sus bancas, una fotografía de la directora del FMI, Christine Lagarde y banderas de los Estados Unidos depositadas frente al estrado donde preside Emilio Monzó. 

“La realidad es que el FMI nos diseña el Presupuesto que estamos tratando hoy y al mismo tiempo nos marca la agenda legislativa. Es decir que estamos sesionando hoy acá porque es lo que marca el Fondo”, sostuvo Rossi y considero que el Gobierno transformó el Congreso en “la escribanía del Fondo Monetario”.

“Este Gobierno que se nos presenta como el cambio cultural, no vino más que a repetir viejos errores; el resultado, nefasto, ya lo conocemos: fiesta financiera mientras dure”, dijo Graciela Camaño y concluyó irónicamente en que “el colmo de este relato es el crecimiento invisible” que aludió Macri al abrir el año parlamentario. 

“El Gobierno elabora a las apuradas este Presupuesto para cumplir con el FMI sobre la base de un programa que los diputados desconocemos”, bramó Solá en el debut de su interbloque tras la ruptura con el massismo. “Esto es un gran esfuerzo para continuar escondiéndole a los argentinos la ineptitud y la pérdida total de autonomía que el gobierno de Cambiemos ha tenido”, continuó Sola, que recordó que ya nadie del oficialismo “habla de los brotes verdes” que anunciaban en la economía.

“Ha quedado definitivamente claro que este Presupuesto es un plan de guerra contra el pueblo, que redactaron en Washington y que imponen a los palazos”, afirmó Romina Del Plá (FIT-PO) y les reprochó a los oficialistas que “la ‘sensibilidad’ que predican con las reformas que le hicieron son un fraude. Planteamos que se vote en contra de este plan de recesión, desempleo y endeudamiento y que se rompa con el FMI”.

Las cuentas daban por sentado que el oficialismo aprobaría el presupuesto en una votación ajustada, que lo dejaba soledad junto a un puñado de aliados circunstanciales e inciertos. Especialmente en un año electoral donde el ajuste presupuestario recaerá sobre el grueso de la población.