La urgencia financiera generó medidas sorprendentes en estos meses. El anuncio de las retenciones al complejo agro exportador, el minero y el resto de los sectores que venden sus productos y servicios al exterior fue una de la más importante. En la city no hubieran apostado ni un dólar a que este año se restablecerían impuestos a la exportación. Esta medida no fue la única relevante. La semana pasada terminó de confirmarse en palabras del titular del Banco Central, Guido Sandleris, que China prestará a la Argentina el equivaente a 8700 millones de dólares. Se trata de un nuevo swap que se suma al que ya recibió el país en 2014 por 11.000 millones. 

La percepción de los consultores sobre la negociación de este crédito resulta asombrosa. Cuatro años atrás aseguraban que pactar un swap en yuanes era equivalente a inflar las reservas internacionales con papelitos de colores. Ahora aseguran que permite reforzar las arcas del Central y empezar a trabajar para recuperar la confianza de los inversores extranjeros en la Argentina. ¿Cuál es la diferencia? Las condiciones del préstamo son las mismas que las negociadas hace unos años y los yuanes no dejaron de ser la moneda de China. 

El problema de la credibilidad, más allá de lo que digan los consultores, es realmente importante. El riesgo país en los últimos días amagó a bajar de 600 puntos básicos pero la tendencia no es clara. El rebote de los bonos un día se acompaña de ventas al día siguiente que vuelven a ubicar los títulos por debajo de la paridad. El país sigue siendo la economía con mayor riesgo de la región tras Venezuela y las empresas argentinas para financiarse en el corto plazo en moneda extranjera deben colocar bonos con tasas superiores al 9 por ciento. 

Las agencias de riesgo empezaron a mostrarse menos contemplativas con la Argentina y en sus informes no sólo bajan la calificación de los bonos, sino que también advierten por las dificultades que puede tener el país una vez que se agoten los dólares del Fondo Monetario Internacional. Estas agencias no pueden pasar por alto que la deuda de cortísimo plazo (con vencimiento en 2019) se negocia con rendimientos de 5 por ciento. Pero la deuda a partir de 2020 tiene retornos de más del 10 por ciento que muestran la preocupación del mercado.

El economista Guillermo Calvo fue uno de los que más preocupación mostró por este motivo. También fue uno de los que intentó dar una explicación de qué piensa el mercado. “El riesgo país está en niveles muy elevados. La Argentina sigue en una situación de sudden stop, es decir de un freno total en el ingreso de capitales”, mencionó. Para Calvo una de las causas de este proceso podría ser que el mercado considera que el tipo de cambio volverá a atrasarse y no se conseguirá mantener un equilibrio de los precios relativos persistente (para cerrar los desajustes de la cuenta externa como el desbalance del intercambio comercial).

La interpretación de Calvo pone en una situación de encrucijada al equipo económico. “Bajar las tasas de interés (para permitir aumentar el dólar) podría resultar en una maxi devaluación”, dijo el economista. Pero mencionó que del otro lado “sostener tasas de interés elevadas (para contener el tipo de cambio) implica desempleo y caída de la producción”. Las salidas para uno y otro lado no permiten vislumbrar una perspectiva optimista. El Central no quiere asumir el riesgo de bajar la tasa en forma considerable, pese a que esto implique mantener altos niveles de riesgo país, y prefiere convalidar el desplome del mercado interno.