Sabiendo que Avon es una empresa que precariza a sus trabajadoras con el discurso demagógico de que con ese trabajo son sus propias “jefas” y dueñas de su tiempo, vi el video haciendo foco en la puesta en escena. Videos televisivos, costumbristas, ambientes cálidos, con colores pasteles, actuados por varones blancos, de clase media, hasta podríamos decir lindos, cancheros. Guiones bien intencionados pero plagados de sentido común. Y ahí freno, y me pregunto si todavía no necesitamos de ese sentido común para comunicar claro y directo.

Vuelvo entonces a pensar en quien está haciendo la campaña y para qué.  ¿Es que Avon quiere “cuidar” a las mujeres? ¿O es que Avon, dado “la marea verde” sabe que si se sube a ella y hace este tipo de campaña lleva agua para su molino? 

Entonces ¿A quién está dirigida la campaña? Pienso esto como pienso cada vez que comienzo el trabajo de una obra de teatro ¿A quien le quiero hablar? ¿Voy a ser políticamente correcta? ¿O voy a interpelar hasta la incomodidad? Voy a interpelar hasta la incomodad. No para aleccionar, sino para abrir un espacio de reflexión mutuo.

Creo que la coyuntura de las discusiones que está atravesando el feminismo hace que el marketing y la sociedad de consumo diga: no nos podemos quedar afuera de esto, es más, con esto vamos a VENDER MAS.

Como las mujeres por estos días somos las primeras que estamos en la ardua tarea de deconstruirnos, con todo los avances y retrocesos que en ese andar tenemos, si Avon oportunamente hace una campaña donde supone que “nos cuida”, pues entonces no puedo no pensar que, esta empresa está pensando en el rédito de ventas que esa campaña puede generarles. Porque muchas más mujeres, tal vez, por estos días, consumiríamos más sus productos si nos presentan en una publicidad varones que no esperan que nos pintemos los labios, sino que paternalmente, y con bigotito bien afeitado están poniendo un “freno” al “desubicado”.

¿Pero cuál sería el aporte real en todo esto? La campaña de Avon es un hecho, circula y muchos varones y mujeres lo toman como algo positivo, bien, seguramente algo aporte.

Pero si pienso en género, pienso en clase, y no puedo sacar de escena a las trabajadoras de Avon. Y cómo pienso en términos de clase, tampoco me quiero arrogar la mirada elitista de que esos spots no sumen. 

Y en este pensar, no puedo olvidar que ese discurso marketinero emerge por el momento histórico que estamos viviendo, y que las protagonistas de esta obra, con o sin maquillaje, somos las mujeres. Somos nosotras las que estamos actuando, guionando nuestra historia, corriendo el telón, accionando en las calles de foro a proscenio, desenmascarando, despojándonos de los estereotipos, desarticulando lo doméstico, corriéndonos de la idea de que somos meros objetos de consumo, y poniéndole nosotras colectivamente un “freno al desubicado”.  

En este caminar dialéctico, nos encontramos con sujetos que piensan campañas “por y para nosotras” colgándose de nuestra historia, para entrar en ella correctamente, mientras siguen contando billetes a costa de nuestros cuerpos. 

A ver si nos entendemos: no nos compran con un lápiz labial y un perfumito, porque no estamos a la venta, y porque si de algo somos “jefas” es de nuestros propios deseos.

Carolina Guevara: Actriz y autora de la obra Los golpes de Clara.