La incertidumbre cambiaria volvió a la plaza local. El dólar comenzó la semana con una suba de 1,44 pesos y cerró en 39,94 pesos. El tipo de cambio volvió a mostrar una fuerte volatilidad. Ese movimiento derivó en una fuerte caída en moneda dura de las acciones y de los títulos públicos. El riesgo país volvió a subir para ubicarse cerca de 700 puntos básicos. Los inversores empezaron a dolarizar nuevamente sus activos y exigen una mayor tasa de interés en moneda local para mantenerse en pesos. El retroceso de las reservas es el otro elemento que preocupa al mercado, como también la falta de un plan para el mediano plazo, lo que potencia el refugio en moneda extranjera. 

La entidad monetaria, a cargo de Guido Sandleris, había conseguido entre octubre y mediados de noviembre, con un programa ultra contractivo de la base monetaria, moderar las presiones en materia de divisas. El tipo de cambio, luego de alcanzar un pico de más de 41 pesos en los últimos días de septiembre, había retrocedido hasta el piso de la banda cambiara cercano a los 36 pesos. Pero a partir de la semana pasada volvieron a observarse nuevas tensiones con el dólar y esta semana arrancó con una ola de compra que ubicó la cotización nuevamente en torno de los 40 pesos. 

Ayer se licitó 134.844 millones de pesos en Leliq y volvió a disminuir levemente las tasas. Se ofreció un rendimiento promedio de 61,24 por ciento, contra el 61,41 por ciento del viernes pasado. La tasa máxima se ubicó en 61,75 por ciento. Se trata de una baja de casi 14 puntos respecto de los picos del 74 por ciento que se anotaron a mediados de octubre. Los inversores volvieron a incrementar sus expectativas de devaluación y piden una mayor tasa de interés para no dolarizar los activos. La situación se potencia por un Banco Central que pierde reservas a ritmos de más de 100 millones de dólares diarios. 

Las reservas finalizaron en 51.591 millones de dólares, con una baja de 145 millones. El BCRA perdió 2451 millones de dólares desde el 30 de octubre, cuando ingresó el refuerzo del Fondo Monetario Internacional. Esto implica que en menos de un mes se perdió el 44 por ciento del préstamo ampliado del FMI. Es una tendencia que generar temor en el mercado y pone en evidencia la falta de sustentabilidad de la estrategia macro. 

La incertidumbre con el tipo de cambio comienza a ser un problema para el Central. El tipo de cambio mayorista finalizó en 39,05 pesos, al aumentar 1,45 pesos, con un volumen operado de 724 millones de dólares. El precio de la divisa por el momento sigue con margen por debajo del techo de la banda cambiaria (46 pesos), pero la volatilidad de la divisa ya afecta las expectativas. Esto complica la intención de desacelerar la inflación en la última parte del año. El riesgo de una nueva corrida cambiaria continúa latente y distorsiona la visión de los financistas para los próximos meses. El elemento electoral del próximo año es otro factor de presión. Los inversores locales tienen tendencia de incrementar el nivel de atesoramiento en moneda extranjera en las elecciones.

Los operadores de la city ofrecen una explicación sencilla pero razonable para explicar el regreso de la inestabilidad cambiaria. Las tasas de interés en pesos se ubican en niveles muy elevados. En octubre se ganó 5 puntos en pesos por hacer inversiones en pesos. En el mismo período el tipo de cambio se apreció casi 15 puntos. Esto implica que la economía ofreció a los que apostaron por el peso un rendimiento en moneda dura de casi 20 por ciento. Estos retornos se vuelven muy difíciles de sostener por mucho tiempo. El dólar más temprano que tarde vuelve a subir o la tasa de interés en pesos baja en forma más contundente. Lo segundo no pasó.

El elemento clave para entender la incertidumbre cambiaria tiene un antecedente con las Lebac. Las altas ganancias que ofrecían esos títulos, al igual que ofrecieron desde octubre los plazos fijos y otros activos en pesos, sólo se realizan si el inversor consigue cambiar la moneda local por dólares a una cotización favorable. El último que vende los activos en pesos para pasarse a divisas pierde porque lo hace con un precio del dólar elevado. Esto genera un efecto espiral que potencia la inestabilidad de la cotización y en el que se retroalimenta la dolarización.