Claudio Rodríguez, Isabel Polo y Natalia Leiva, son hermanos de tres de los 44 tripulantes del ARA San Juan. En diálogo con PáginaI12, hicieron una reseña de las acciones realizadas, en forma conjunta, “para mantener en pie nuestro reclamo para que busquen al submarino, para que digan la verdad y para que vayan a la cárcel los responsables” de la tragedia. En el relato resumen lo peticionado ante el Poder Ejecutivo, los esfuerzos que les demandó lograr que se creara la Comisión Bicameral en el Congreso —una iniciativa de ellos mismos— y lo que van a seguir haciendo para que “se tomen las medidas necesarias para rescatar al submarino y para que la jueza de Caleta Olivia (Marta Yáñez) pueda establecer las causas y las responsabilidades”. 

Claudio Rodríguez viene de una familia humilde de Mendoza y de joven se encargaba de cuidar a su hermano Hernán, seis años menor que él, cuando la madre se iba a trabajar. Hoy Claudio está en Mar del Plata, esperando novedades relacionadas con el eventual rescate del submarino, acompañado por su madre y por Francisco Rodríguez, “Panchito”, su sobrino de 18 años, hijo de Hernán y estudiante de filosofía. Los hermanos Rodríguez nacieron en General Alvear y vivieron en Real del Padre, un pequeño pueblo de San Rafael. 

Claudio es docente en una escuela para adultos, tiene 50 años, esposa y tres hijos de 25, 23 y 12 años. El 16 de noviembre del año pasado se enteró por teléfono de la desaparición del ARA San Juan. “Como ese es el día de mi cumpleaños, pensé que mi cuñada (ella y Hernán vivían en Mar del Plata) me llamaba para saludarme”. Dice que la noticia “nos cambió la vida por completo porque nuestra vida se convirtió en un desastre”. Claudio fue de los primeros en darse cuenta de que había que salir a buscar a los medios de comunicación “porque ellos (los tripulantes) no podían hablar y nosotros teníamos que hablar por ellos”. Conoció a Luis Tagliapietra y junto con otros familiares, formaron el grupo de Twitter Los 44 del ARA San Juan, cuyo lema es “La del submarino es la deuda moral de la Argentina”. 

“Nosotros teníamos información sobre el principio de incendio, pero no nos decían nada y cuando lo hicieron, cuando nos llamaron para hablarnos de la implosión, ese fue el momento en que nos organizamos para salir a denunciar, a pedir que los buscaran, a pedir que nos digan la verdad y que se haga justicia con los responsables”. Claudio cuenta que a él se le ocurrió “la idea de inventar la Comisión Bicameral en el Congreso” y con ese fin habló con los diputados mendocinos Guillermo Carmona y Anabel Fernández Sagasti. “Después, con los familiares tuvimos que salir a pelear para que crearan la Comisión, porque no fue fácil, tanto en la discusión con los legisladores, como entre los propios familiares, porque muchos se oponían a una medida que consideraban que iba a ‘politizar’  nuestros reclamos, sin tener en cuenta que la política está siempre presente, sobre todo ante una situación como la nuestra”. 

Señaló que la conformación y confirmación del grupo significó una ruptura con otros familiares que tenían “un vínculo más estrecho con el ámbito castrense, con el macrismo, con el pensamiento gorila”. Una vez organizados, consolidados como grupo, “decidimos atacar, interpelar,  a los  tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo, y el Judicial”. Consideraron que era evidente que “el Poder Ejecutivo se empezaba a hacer el tonto y el Legislativo demoraba en armar la Bicameral, de manera que teníamos que buscar la forma de que avanzaran, porque eso iba a servir para hacer avanzar el tema a nivel judicial”. 

 “Mientras seguíamos presionando por la Bicameral, también avanzamos sobre el ministro Oscar Aguad y sobre la jueza (de Caleta Olivia Marta Yáñez) trabajando sobre tres aspectos centrales, que los buscaran, que se avanzara para conocer la verdad y para que se determinaran las responsabilidades porque si no iban a terminar echándole la culpa a ellos, a los tripulantes, y cerrar todo diciendo que se trató de un ‘error humano’, sin tomar en cuenta las deficiencias del submarino, la falta de mantenimiento y el hecho de haberlos enviado a realizar una misión larga y compleja”. Dice que ahora “vamos a seguir trabajando para que se sepa la verdad y para que se determine quiénes tienen que ir presos por lo que pasó”. Sus mayores críticas, a nivel del Ejecutivo, le apuntan al ministro Aguad que en Buenos Aires “ni siquiera nos quiso dar un alojamiento y tuvimos que estar 52 días en la Plaza de Mayo”, hasta que se firmó el contrato con Ocean Infinity para que realizara la demorada búsqueda del ARA San Juan. 

Isabel Polo es la hermana del cabo primero Daniel Alejandro Polo. Ellos son de San Pedro, Jujuy, pero su hermano vivía en Mar del Plata con su esposa, Verónica. Isabel vive en la localidad bonaerense de Sarandí. “Yo me enteré por mi cuñada y me fui de inmediato a Mar del Plata, donde me quedé hasta el 16 de diciembre”, en ese primer viaje al que luego le siguieron otros. Con dolor recuerda que con su hermano tenían una cita para el 30 de diciembre de 2017, en Mar del Plata, cuando él regresara de su viaje, para festejar juntos el fin de año y el segundo cumpleaños de Renata, la hija menor de su hermano. 

Recuerda el día en el que el entonces vocero de la Armada, Enrique Balbi, les informó sobre “las anomalías” en el ARA San Juan. En esos días, en la Base de Mar del Plata “había psicólogos, médicos, porque todo era tan reciente que muchos familiares se descompensaban y tenían que ser atendidos”. Después de los anuncios de Balbi “se formó un grupo de familias unidas, integradas por lo menos por dos integrantes de cada familia” para empezar a coordinar las demandas. Desde ese momento surgieron diferencias, por ejemplo, con el capitán Jorge Bergallo, padre del segundo comandante del ARA San Juan, Jorge Ignacio Bergallo, que pidió que dejaran “descansar en paz” a su hijo y se manifestó en contra de que saquen del fondo del mar al submarino. 

Sobre el grupo al que pertenece, Isabel señala que “tenemos también diferencias sobre si queremos o no que los rescaten”.  Ella está a favor y desde que desapareció el submarino eligió “salir a visibilizar el problema todo el tiempo y cuando pasaban los meses sin que se haga la búsqueda como debía ser, nos decidimos a acampar en la Plaza de Mayo, aunque éramos pocos los del grupo que podíamos ir a Buenos Aires, porque muchos trabajan, viven en las provincias y les cuesta mucho el viaje y la estadía”. El acampe fue a los ocho meses y para mantenerlo “tuvimos que armar turnos, para que por lo menos siempre hubiera dos o tres personas”. La medida tuvo que ser sostenida “con nuestro propio esfuerzo, sin ayuda del Estado, sólo con la solidaridad de algunos legisladores y de la gente común, que nos traía yerba, paquetes de galletitas y de fideos, cualquier cosa que necesitáramos, mientras que el gobierno no nos dio ni agua”. 

En esos 52 días de acampe “sufrimos hostigamiento de parte de la policía y de los que cuidan la plaza, que a las cinco de la mañana nos abrían los grifos y nos caía el agua en pleno invierno, sufriendo el frío”. 

Durante ese tiempo lograron reunir más de 220 mil firmas avalando el reclamo para que el Poder Ejecutivo contratara una empresa privada para la búsqueda del submarino. “Cuando fuimos a entregar el petitorio, no nos dejaron entrar ni siquiera a la recepción de la Casa Rosada, lo recibieron en la vereda, detrás de las rejas, seguramente porque para ellos somos terroristas peligrosos”.  Por esa razón le molestó sobremanera que “el presidente Macri, en el acto de homenaje en Mar del Plata, haya dicho que nos acompaña desde el primer día, cuando nunca lo hizo, cuando siempre puso palos ante un hecho inédito como que un submarino desaparezca en tiempos de paz”. 

Isabel le apuntó al ministro de Defensa Oscar Aguad por su responsabilidad en la falta de mantenimiento del ARA San Juan. “Dicen que el problema está en cómo se hizo la reparación de media vida y le echan la culpa al gobierno anterior, pero para confirmar eso tienen que aportar pruebas”. Ella cree que la jueza Yáñez “ha sido hasta ahora muy pasiva” y que a partir del hallazgo de la nave “debería cambiar la carátula”, que sigue siendo “averiguación de delito”.  Insistió en hacer responsable al ministro Aguad por “la falta de mantenimiento, porque esto no se produce de un día para el otro, y viene de hace años. En todo caso, Aguad y la Armada son responsables de no haber hecho lo que tenían que hacer para que el ARA San Juan estuviera en condiciones de navegar, pero parece que no les importa la vida de 44 personas”. 

 Natalia Leiva es hermana de Luis Leiva, otro de los tripulantes del ARA San Juan. “Antes del último viaje, mi hermano me dijo que iba a ser muy largo y también me había relatado los inconvenientes que tuvieron en la misión anterior (en julio de 2017). Las fallas fueron graves y algunos de los tripulantes, cuando regresaron, pidieron asistencia psiquiátrica para tratar de superar el mal momento que habían vivido”. Luis, que estaba separado de su esposa, tiene una hija de 10 años. Natalia tiene otros cinco hermanos y viven en González Catán “donde se iba a venir a vivir Luis, que alquilaba un departamento en Mar del Plata desde que se separó”. Luis estaba en condiciones de pedir la jubilación y quería volver al barrio donde había nacido. Para la familia “todo fue muy dramático, siempre estuvimos algunos de sus hermanos en la Base de Mar del Plata y mi mamá lo seguía esperando vivo”, a pesar del año transcurrido sin tener noticias. 

La familia forma parte del grupo que hizo el acampe en Plaza de Mayo y quiere “que se rescaten los cuerpos, porque mi madre quiere darle una cristiana sepultura y sabemos por la empresa que hay posibilidades de recuperar al submarino y nosotros queremos que su cuerpo esté en González Catán porque esa era su voluntad”.