Mujeres vestidas de negro, con pañuelos verdes en el cuello, y una fotocopia de la foto de Lucía Pérez alzada a modo de estandarte. El paro nacional de Mujeres, lesbianas, travestis y trans convocó ayer a una masiva movilización en Rosario, pasadas las 17, cuando salió de la plaza San Martín la larga marcha que ocupó más de nueve cuadras, muchas de ellas con toda la mano par y la mitad del cantero central de Oroño llenos de gente. En la cabecera iban distintas dirigentes políticas y sociales, algunas con pañuelos fucsia que piden la Emergencia nacional en violencia de género, todas con el verde que reclama el aborto legal y las consignas unificadoras de ayer: "Fue femicidio" y "Basta de justicia patriarcal". La marcha pasó por el tribunal federal de Oroño 940, donde las manifestantes cantaron: "yo sabía que a los violadores los cuida la policía, y la justicia".

El punto final de la marcha fueron los Tribunales provinciales, donde el documento reclamó varios puntos, como el juicio político a los jueces Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas, que absolvieron a Matías Farías y Pablo Offidani, acusados por el femicidio de la chica de 16 años, en octubre de 2016, en Mar del Plata. "Estamos hartas, realmente hartas, de esta (in)justicia patriarcal y del encubrimiento político y judicial de los hijos del poder, como lo vimos recientemente cuando Rodrigo Eguillor (hijo de una fiscal), denunciado por abuso sexual, pidió que 'llamen a su mamá'", dice el documento que se leyó al final de la marcha, cuando todavía no había anochecido en la ciudad. Y siguieron: "O como el femicida Offidani, hijo de un acaudalado contador de Mar del Plata, que contó con protección judicial del municipio".

En la cabecera de la marcha, la dirigente de Mumalá Sofía Botto iba con los ojos vendados, para representar que "la justicia es ciega". Junto a ella, Laura Delmonte, del Partido Comunista Revolucionario, subrayaba que "todo el país fue un solo puño alrededor de esto". Por su parte, Liliana Leyes, de ATE Rosario, consideró que "esta lucha tiene que permitirnos que haya un punto de inflexión, un cambio en la estructura jurídica patriarcal".

Mientras tanto, la nutrida columna de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto gritaba "Lucía Pérez, presente" y recordaba que "la sangre de las mujeres se rebeló". Las manifestantes de organizaciones de mujeres, políticas, gremiales, se sucedían. En una de ellas, un niño pequeño llevaba en sus manos un cartel hecho sobre una hoja de cuaderno, escrito con fibrón: "Justicia por Lucía".

"Estamos hartas y sabemos que el Estado es responsable de que todas estas violencias sean cotidianas, que se mire para otro lado, que se recorte el presupuesto para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia nosotras, mientras se van miles de pesos al pago de la deuda externa", afirmaron las encargadas de leer el documento consensuado en la Asamblea Feminista.

Ante la consulta de Rosario/12, el director de Tránsito Gustavo Adda calculó que eran nueve cuadras de manifestantes, en un momento en que más de la mitad de la movilización ocupaba también la mitad del cantero central. Aunque había quejas de automovilistas, quienes caminaban por Oroño -en algunos casos- se sumaban calladamente a la movilización, y en otros seguían normalmente por la mano vacía.

"Ya vas a ver, las pibas que vos mataste van a volver", cantaba algunas manifestantes, mientras otras replicaban "Ni Una Menos, Vivas nos Queremos". Una señora llevaba una pancarta casera, hecha con papel blanco y cinta adhesiva, que apelaba a Eduardo Feinmann, el periodista de Buenos Aires. "Basta de violencia. Repudiamos tu violencia verbal y misoginia contra las mujeres. Vos sos 1 y nosotras miles", afirmaba.

Dos pibas -no más de 20 años- llevaban carteles que se complementaban: una había escrito de puño y letra: "Nahir Galarza fue otra Lucía que pudo matar a su femicida. Basta de justicia patriarcal", y su amiga, también de pañuelo verde al cuello, levantaba una foto de la adolescente.

Los ojos de Lucía fueron ayer la mejor síntesis de la movilización feminista que sacudió las calles de la ciudad: esa mirada condensa la bronca de millones, y también la voluntad de cambiar todo de raíz, y empezar por las instituciones patriarcales.