La adolescencia, cada vez más temprana, es ese momento tan difícil de atrapar, comprender, definir… para quienes la viven y para quienes les rodean. Si un primer mérito tienen Paloma y Cristal, los libros (y también los personajes) que crearon Cecilia Pisos y Liliana Cinetto, es el de lograr captar tan bien ese estado vital, situándolo con sensibilidad y sin exageraciones. Y poniendo en juego situaciones de esas que suelen atravesar los adolescentes: las que generan las relaciones interpersonales y también las mediadas por las redes; las que ponen en juego miedos, prejuicios; también complicidades, sostenes, amistades, familias.   

 “Odio mi nombre y odio mudarme todo el tiempo por culpa de mis padres. Sí, porque vivimos en muchos lugares: Australia, Francia, Inglaterra, Portugal, España… Suena interesante, ¿no? Es lo que piensan todos apenas me conocen, pero muy pronto paso a ser invisible y desaparezco. Como en las selfies que me saco, donde no se sabe quién soy”, dice Cristal Collins. “No me gustan las selfies, no me gusta verme ni que me vean. Vivo en dos casas, con dos familias, y una de ellas incluye a un hermano nuevo. En el colegio no existo, y mejor así porque si digo algo o me hago notar, siempre quedo expuesta de la peor manera. Pero cuando llego a la pista de patinaje puedo ser yo”, dice Paloma.  

 

Además de inaugurar la colección #selfie de editorial Guadal, los libros tienen un detalle que los hace especiales: las historias de Paloma y Cristal se cruzan, cada personaje aparece en el libro de la otra, y viceversa (estos originales “cameos” aquí no se develarán para no espoliar, claro). Paloma y Cristal son chicas como tantas; únicas como cada una. Y Pisos y Cinetto supieron retratar sus mundos interiores, y los que las rodean, con plumas precisas. PáginaI12 conversó con las autoras (reconocidas por muchos títulos como Todos los ogros y Nube con forma de nube, los Diminuto y Un misterio en Tucumán) sobre el modo en que concibieron estos libros y estas pre adolescentes, cada una por su lado… pero no tanto. 

– ¿Cómo construyeron los personajes? 

Liliana Cinetto: –En la novela, Cristal nace en Karratha, una ciudad de Australia. Y fue justamente allí donde se me ocurrió la idea de construir ese personaje y escribir su historia. Yo había viajado para visitar a mi hija mayor que vive en Australia desde hace cinco años y que temporariamente estaba en ese lugar. Cuando llegué me sentí desolada. Porque Karratha es horrible. Tal como describo en la novela, es una ciudad triste, espantosa, en la que no hay nada. Ni canguros. De manera que no me fue difícil ponerme en la piel de Cristal. Yo me sentía así, perdida, aislada, angustiada porque mi hija estaba allí sola en ese sitio que parece abandonado, como un pueblo fantasma. El mismo día en que llegué y vi eso, imaginé a Cristal, y me quedé a la noche contándole a mi hija que iba a escribir una historia de una chica llamada Cristal Collins, que nace en Karratha y que luego la haría viajar y mudarse y tener que adaptarse constantemente y…. Y así, como si de pronto, se hubiera corrido un telón, se presentaron frente a mí el personaje y la trama de la novela. 

–¿Así que en la lejana Australia encontró el modo de narrar ese estado vital?

L. C.: –Es que ahí era sencillo: Yo me sentía como Cristal y veía que mi hija también. Pero además me conecté con mi memoria emotiva. Con los momentos en que una se enoja con sus padres, porque no entiende ciertas decisiones que toman, con las situaciones en las que hay que enfrentar algo nuevo y una se siente como un bicho raro, con la pérdida de un ser querido, con lo que implica mudarse y dejar lo que considera su hogar…

–¿Y tienen cercanía con las y los adolescentes, para haber podido narrar tan bien ese estado vital?

Cecilia Pisos:–Siempre se trata de un proceso mixto: parte de la observación y el contacto con adolescentes reales, y también de esa empatía que se genera, que termina apelando a la propia “memoria de la edad”. Las adolescencias actuales y las pasadas no tienen aparentemente muchos puntos de toque, pero en lo más profundo algo las iguala: la adolescencia es incómoda para el adolescente y para los adultos que lo rodean. Una metáfora muy gráfica es la del suéter que te aprieta de sisa o te queda corto de mangas. Significa que creciste pero que aun no te podés desprender de él. La adolescencia es puro tembladeral de transición. ¿Y quién no tuvo en algún momento esa sensación? En esta novela, Paloma soy yo (como Flaubert dijo acerca de su célebre heroína), Paloma es también, un poco, mis hijos adolescentes, Paloma es las chicas con las que converso en las visitas a las escuelas. Los personajes siempre están hechos de personas.

L.C.:–Yo primero viví la adolescencia de tres hijos, algo que una nunca olvida. Pero también observé mucho cómo transitaban esa difícil etapa los amigos de mis hijos. Y, además, el hecho de haber trabajado más de 25 años como narradora me acercó mucho a ese público tan interesante como complejo. Siempre es un desafío conquistarlos. Incluso como autora, no me animaba a escribir para ellos, hasta que encontré un camino que me devolvió la mirada de adolescente. En Cristal creo que pude potenciarlo, porque la trama salta de una escena a otra, con un ritmo vertiginoso, porque incluye las redes sociales y todo lo que ellas implican, para bien y para mal…

–La colección plantea abordar los temas del bullying, el grooming, las redes sociales… ¿Cómo los trabajaron para incluirlos en historias de ficción?

L. C.:–Siempre hay algo de mi vida oculto entre mis palabras, conciente o inconscientemente. Lo que uno vive o ve o sufre, aparece de algún modo. Y todos lamentablemente alguna vez hemos sido víctimas de bullying. Recuerdo cuánto se burlaban de mí en la primaria porque usaba anteojos gruesos y cuánto sufrí por eso. El cyberbulling es aún peor. Más cobarde, más dañino, más letal. Muchas veces ni siquiera se sabe quién es el que ataca, el que defenestra, el que miente incluso, el que comparte sin saber de qué se trata, solo porque un conocido de un amigo lo posteó... Porque internet da impunidad al punto que ni siquiera puede conocerse en muchos casos el nombre verdadero del agresor. Y es que el cyberbullying es una terrible agresión que además se multiplica a la velocidad de la luz y que te niega la posibilidad de defenderte. Y está a solo un enter de lastimar o de destruir una reputación o una vida. El mal uso de las redes sociales es atroz. Pero no solo de bullying o de cyberbullying se trata. Paloma y Cristal viven circunstancias problemáticas propias de su edad y de la vida en general: la separación de los padres, las familias ensambladas, la muerte, la depresión, la falta de trabajo… 

–Los lectores se encariñan con los personajes cuando los atrapa una novela. Como autoras, ¿con qué se encariñaron? 

L. C.: –Yo siempre me encariño con mis personajes. Pero amo a Cristal. Será porque me sentí tan a gusto con ella. Porque lloré cuando ella lloraba y me reí con su risa. Porque sentí en carne propia su soledad y sobre todo su dolor cuando fue feroz e injustamente atacada. Porque he vivido el desarraigo a través de mi hija. Porque me prestó su voz para enredar recuerdos en su historia. Porque es valiente y no se deja vencer. Y porque apuesta a los amigos, a la familia y al amor.

C. P.: –Lo que más me gusta de Paloma es que logra conservar, a pesar de todas las presiones en contra, su personalidad. Consigue remontar las experiencias adversas con mucha paciencia, con la constancia que le da su formación como patinadora, quizás. Y no pierde el humor, no se amarga, no se aísla. En esto último, ¡cómo me gustaría parecerme a Paloma...!