La noticia: Moria Casán fue demorada por Interpol en Montevideo el primer día del año. Pocas horas después fue liberada. La vedette dijo que los policías de Uruguay no habían recibido la notificación desde Paraguay de que se había solucionado el reclamo por el affaire de las joyas, ocurrido en 2012, y que tuvo a maltraer a la vedette argentina.

Moria, hay que recordarlo, fue candidata de Patti y en 2009 había declamado en todos los medios sobre la pena de muerte, al decir que “sería muy liviana porque te los sacás de encima”.

Uno de los efectos que el malentendido garantismo tiene sobre los derechos de las personas –término que incluye a todes, mal que le pese a tanta gente– es que las protege del poder incomparable del Estado que, sin límites, aplasta todo derecho que se le aparezca por delante, incluyendo los de las cuestiones penales (porque, cabe aclarar que hay muchos más derechos que los que tienen que ver con cuestiones de criminalidad y delito). Para el caso, es bastante común escuchar en toda sociedad inmersa en este mundo capitalista que las garantías se dirigen a proteger a los “delincuentes”, mientras que a las personas de bien no las protege nadie.

Error. Ocurre que las personas de supuesto bien (término que acuñan las mismas personas autodiagnosticadas) ya vienen con la protección implícita de la mayoría de sus derechos, mientras que una buena parte de la sociedad es más conocida como “vulnerable” precisamente porque desde que nace tiene sus derechos vulnerados, por último los de la cuestión penal, pero mucho antes los de la leche, el pan, el agua, la cloaca, la salud, el techo, que sus madres y padres puedan cuidarle y protegerle, educación primaria, secundaria, universitaria, trabajo. En fin, la cadena no es que se corta en algún lado. La parte vulnerable de la sociedad nace sin esa cadena y, como contracara, nace encadenada por el estado penal que hace presencia allí con toda su furia. El garantismo intenta proteger no ya por la leche y el pan del primer día, sino de que no le mate la policía de Bullrich o quien sea, porque esto ya lleva sus años y no respeta jurisdicciones. La violencia institucional es el dios estatal, está en todas partes.

Pero hete aquí que el garantismo también protege a algunos pocos casos en los que pese a las garantías de nacimiento según el nivel social, esa persona es acusada de algún delito. Y aquí es donde Moria vuelve a ser bienvenida al garantismo como aquella vez. En este caso, por la negativa. Conoció el verdadero peso de la palabra antecedentes penales que tan livianamente echa a correr cierto periodismo, insuflado por policías y judiciales. Moria fue demorada porque no le habían “limpiado” sus cuentas con la Justicia, tal como correspondía luego de que la Justicia investigara (no condenara anticipadamente) y ella, en libertad (por la presunción de inocencia y porque el delito era excarcelable, y porque no molestaría al proceso), pudiera demostrar su inocencia. Pero, el Estado no se hace cargo de sus errores (actualizar a Interpol) sino que se los carga a la sospechada. Se llama violencia institucional: Moria, la sospechada (erróneamente) de un delito, se transformó de inmediato en víctima del Estado. Se solucionó rápido. Se conocen unos cuantos miles de casos que tardan un poquito más. Igual, Moria no perderá oportunidades laborables.