• Los Marziano, con la presencia central de Guillermo Francella y Arturo Puig y una importante campaña publicitaria, marcó el paso de Ana Katz por zonas cercanas al mainstream del cine argentino, que la realizadora supo domar y hacer propias. “Amo Los Marziano y si pienso en relación con futuras películas perfectamente podría volver a suceder. No es algo que me haya dado miedo en su momento y hubo mucho aprendizaje respecto de la conexión con los actores. Es loco, me gusta mucho lo que ha logrado alguien como Paul Thomas Anderson, como representante en Hollywood de algo delirante. No porque necesariamente me gusten igual todas sus películas, no soy una groupie. Pero me fascina esa cosa despareja en términos de producción, como me pasa también con Herzog. El no estandarizarse en un tipo de película. Lo que sí no me da ninguna gana a esta altura es volverme más convencional, a disgusto y por culpa de alguien, un supuesto público que nunca se sabe dónde está ni qué quiere. Los Marziano fue rarísima desde su origen y era más rara aún. Esto no lo sabe todo el mundo, pero la película original contenía la historia de los dos hermanos pero narradas por separado, recién en los últimos diez minutos se encontraban. Por decisiones de montaje y de producción se ensamblaron, pero así también me gustaba”.
  • En La película infinita, el reciente largometraje de Leandro Listorti conformado por fragmentos perdidos y encontrados de películas argentinas nunca terminadas, un jovencísima Ana Katz conversa en un auto con otros personajes. El audio se ha perdido para siempre, pero las imágenes son testigos de una época –la de los inicios del Nuevo Cine Argentino– marcada por formas de producción radicalmente diferentes a las actuales. Por aquellos años, Katz supo ser también asistente de dirección de Pablo Trapero en la seminal Mundo Grúa. “¿De quién era esa película? ¿De Agustín Mendilaharzu, de Mariano Llinás? No me acuerdo bien. Era de nuestro grupo, claro. No me acuerdo quién decía que dirigía. Me gustaba mucho de esa época –y es algo que tengo la suerte de seguir manteniendo– esa cosa fanática y pasional a la hora de filmar. Y de mirar películas y discutir sobre ellas. Había algo muy manija, de cope absoluto. Las peleas interminables sobre por qué te había gustado o disgustado algo. Ahora siento que está todo un poco más liviano. Enseguida te dicen ‘bueno, sí, te entiendo’ y no te la quieren seguir. Todo sea por no pelear y cerrar la cosa. A mí me gustan mucho las palabras. ¿Viste que ‘intenso’ se usa todo el tiempo? Y perdió su significado original, ahora significa ‘demasiado’. Onda ‘ella es divina pero un poco intensa’”.
  • “Vengo escribiendo Sueño Florianópilis desde 2012. El otro día miré bien porque pensaba que era un error, pero no. Arranqué en paralelo con Mi amiga del parque, con la idea de que esa película venía antes. En realidad, siempre estoy trabajando en varios guiones a la vez. En este momento, por ejemplo, hay tres proyectos en elaboración. Es un método que me resulta de lo más orgánico y calmo, porque es como si se fueran desarrollando por sí mismos. Es apenas una sensación, desde luego. Lo que termina condensando la decisión de optar por uno o por otro es el propio proyecto. Escribo durante años y nunca tengo la sensación esa de ‘qué ganas de salir a filmar’. No me pasa. Más bien se da lo contrario”.