107 Faunos 2008

“Hoy voy a volver a leer a Panchito/ y voy a recorrer el Cuadrado/ Mirando los pinos bioluminiscentes /y recordando los días dorados”. Van apenas 40 segundos del primer tema del primer disco y ya está todo: la guitarra sobre la batería que toma ritmo; el canto acentuando los fonemas; la letra sensorial; el rescate a un poeta del 1900... Si interrumpimos la escucha ahí, igual sabemos de qué van los Faunos. Incluso al día de hoy. Pero claro, nos perdemos “Pequeña Honduras”, “El Elmo”, “John Henry”, “Muchacho lobo” y así hasta completar el disco. Una joya del indie 2000. 


Creo que te amo 2010

La continuación al muy alto debut era una parada difícil y los Faunos resolvieron a su manera: no resolviéndolo. O sea, retomando la marcha en vez de pretender estar a la altura. La Plata vuelve a estar en la mira sensorial en “Pretemporada”, “Noche spooky tropical” y “El imán de lo nuevo”, créditos de Miguens, con momentos que son de pura poesía enamorada (“Brillan las palabras frescas/ mantras de un segundo al corazón”; “Se marca una finta calipso en el cielo/ cuando estoy con vos”). Gato, en tanto, entrega un manifiesto rabioso que de tan efímero resultó imperecedero: “Ser el mejor en lo peor, toda una misión cumplida/ Una obra gigante”. Otra joya del indie 2000.


El tesoro que nadie quiere 2011

La historia no tan conocida dice que recibieron la oferta de una fábrica de cds para hacer un disco a contrarreloj y que aceptaron sin tener demasiado en cuenta si estaban listos. Así eran los Faunos entonces (algunas han cosas han cambiado) y en eso radicaba también parte de su encanto, el último rezago de su primera época dorada. El resultado, difícil negarlo, es el disco más flojo o menos bueno de su discografía, aunque de ningún modo desaprobado. Un audio algo opaco y un track list que pasa demasiado rápido pero que igual incluye tres destacados: “La luz de las antenas”, “Panchito en Hawaii” y “Modelo de prueba”. Y un esencial: “El tigre de las facultades”, primer crédito de Jota. La belleza del patito feo.


Ultimos días del tren fantasma 2014

La antítesis de El tesoro que nadie quiere, este disco pretendió ser “el salto de calidad” de los Faunos, el “tomarse en serio” y ser al fin “profesionales”. Y por supuesto salió bien. Demasiado bien. Lo cual no fue tan bueno. Varias temas son hoy clásicos de los recitales: “Club de observadores”, “Cosas caras rotas”, el favorito de Los Planetas “Por ir a comprar” y sobre todo “Jazmín chino”, un desfallecer malkmusiano en el filo de un verano platense. Pero algo del yin-yang entre Gato y Miguens estaba dejando de funcionar. Y sonó el canto de cisne para la dupla.


Madura el dulce fruto 2018

El plan era que fuera doble. ¿Un doble de los Faunos? Esa sí que es buena idea. Y aunque al final los treinta y pico de temas registrados debieron salir en forma diferida (la primera tanda ocupa este volumen) bastante de esa fertilidad inicial terminó impregnando el álbum, que es rico en detalles de producción a la vez que orgánico en su audio y contagioso en su buena vibra y creatividad. “Una geoda”, “Neón en la niebla”, el hitazo “Pico tres”, fueron adoptados en seguida, pero lo mismo podría decirse del resto (“Besar la medallita”, “Buzo con capucha”, “Dunedin”) preciosas diapositivas de una vida sensible lanzada al futuro. Un renacer en prismas de colores.