Como se puede suponer por sus batas blancas, los señores que están drogándose en esta foto lo están haciendo por la ciencia. El que está a la izquierda, recibiendo su dosis, murió el miércoles pasado en su modesto hogar en Nottingham, a la edad de 95 años. Se llamaba Stewart Sanders Adams, había nacido el 16 de abril de 1923, su padre era maquinista para British Railways, y junto al que esta parado al medio, John Nicholson, desarrollaron y patentaron el Ibuprofeno en 1962. Su objetivo era ayudar a los enfermos de la artritis reumatoide, pero una mañana de 1971, en una conferencia de farmacéuticos en Moscú, Adams se despertó con una terrible resaca. Había descubierto de manera contundente que el vodka ruso era un poco mas potente que la cerveza británica. Preocupado porque en breve tenía que dar una conferencia, probó con la droga que con Nicholson habían inventado para la artritis y santo remedio: se acabó el dolor de cabeza. A partir de entonces, el Ibuprofeno paso a ser conocido como un analgésico general, algo así como el upgrade de la aspirina, pero cada vez que se encontraba con alguien que se enteraba de quién era y le comentaba, como una infidencia, que su descubrimiento también era maravilloso para la resaca, Adams respondía con una sonrisa que ya estaba al tanto del asunto. Lejos de haberse convertido en millonario por haber copatentado una de las drogas legales más populares del mundo, Adams se jubiló humildemente al final de sus 54 años laborales. Desde los 16 años había sido empleado de Boots, el laboratorio más grande de Gran Bretaña (actualmente asociado al norteamericano Walgreens, facturando en conjunto 131 mil millones de dólares anuales), que ni siquiera cumplió con la promesa de devolverle la libra que costó la patente.