El dólar superó los 40 pesos por primera vez en el año y alcanzó un nuevo record para los últimos cuatro meses. La cotización terminó en 40,32 pesos, con una suba de 53 centavos en la jornada y de 2 pesos en los últimos 11 días. El clima de optimismo financiero que se registró en enero empieza a quedar atrás y la inestabilidad de la divisa vuelve a ser una preocupación para los ahorristas. Las acciones y los bonos registraron el impacto por el nerviosismo de los inversores con los activos argentinos. El riesgo país se acercó nuevamente a los 700 puntos y la bolsa cayó cerca de 3 puntos a contramano de lo que ocurrió con los mercados emergentes.

En el mercado explican la nueva tensión cambiaria por dos motivos. El primero es que el Banco Central pecó de optimismo bajando las tasas de interés en pesos en más de 15 puntos desde que comenzó el año. Los operadores aseguran que el rendimiento que ofrecen los plazos fijos ya no hace interesante mantener inversiones en moneda local. “La codicia ya no le gana al miedo”, repiten. Esto se debe a que la tasa de inflación esperada es mayor al 30 por ciento. Los plazos fijos en torno del 33 por ciento no brindan garantía de obtener ganancias reales en los próximos meses. Lo mismo ocurre con las ganancias en dólares. El tipo de cambio puede subir casi 30 por ciento sin que el Central intervenga en la cotización. Estos días hubo un alerta. El avance de la divisa fue equivalente a la ganancia de casi dos meses de plazo fijo.

El otro elemento que señalan los analistas para explicar el avance del tipo de cambio es electoral. Los años de elecciones agudizan el comportamiento del inversor argentino. La tendencia es buscar refugio en moneda extranjera hasta tener precisiones de cómo será el nuevo gobierno y qué programa económico se pondrá en marcha. La coyuntura tiene un efecto catalizador de esta situación. Los propios economistas cercanos al oficialismo se muestran en la prensa asegurando que el plan monetario y fiscal sólo sirve para llegar a octubre pero que es insostenible en el mediano plazo. La incertidumbre sobre las medidas que se tomarán después de las elecciones acelera la dolarización, en un país en el que apuesta al dólar siempre termina anotando ganancias