“Allá vamos”, reza el cartel con el slogan de la CNN a un costado de su estudio televisivo porteño. La frase replica dentro de Juan Pablo Varsky en varios sentidos. Hacia finales de 2019, el periodista se despidió de la Metro con la certeza de que había culminado un ciclo y presto para encarar otra etapa en el multimedio fundado por Ted Turner. Si bien no es un novato para el grupo (es comentarista de TNT Gol por la señal premium), desde esta semana está al frente de la segunda mañana de la flamante AM del grupo (ubicada en el 950 del dial) con La Mañana de la CNN, de 10 a 13. En tanto que desde el próximo lunes, a las 20, conducirá Perspectivas, el noticiero central del canal de cable. “Son dos productos muy diferentes. Uno es local y el otro tiene un corte internacional. Van a variar desde el contenido y el perfil. En la radio voy a tener un equipo de columnistas permanentes y en la tele voy a estar solo con corresponsales de todo el mundo aunque no en la mesa”, repasa el periodista frente a PáginaI12.     

Esta diversificación enlaza su actualidad con la reconfiguración mediática de la propia cadena informativa. A comienzos de año, Varsky conoció la sede de Atlanta donde pudo adentrarse en la filosofía del conglomerado. Uno de los mitos es que no contratan fumadores. El ex Metro desconoce si eso es cierto pero asegura que le impactó el edificio y los carteles con otros de sus lemas: “Las noticias no se crean, se comunican” y “Los hechos primero”. “Siempre intenté ejercer el periodismo desde ese lugar y ahora cuento con la chance de hacerlo con los recursos de la CNN”, expone. 

–Conjugás cierto clasicismo con desacartonamiento. ¿Creés que por eso te eligieron como una de sus cartas fuertes?     

–Puede que hayan interpretado eso. Hoy se busca mucho el registro de la indignación que creo está más cerca de la impostura que de la sinceridad. En cambio, el sarcasmo en la dosis correcta, aunque a veces puede que abuse, puede lograr un efecto deseado.     

–A su vez la CNN tiene un estilo muy singular y una línea editorial muy clara en algunos temas. Venezuela, por ejemplo. ¿Vas a poder expresar tu propio pensamiento en este marco? 

–Sí. Incluso hubo adentro de CNN un debate importante de cómo denominar a lo de Guaidó. ¿Gobierno autoproclamado o presidente? Hay una realidad: Guaidó es el presidente encargado, así lo llaman, reconocido por un montón de países, pero hoy no ejerce como tal. Es un dilema que tenemos y obliga estar por encima de la expresión de deseos y prescindir de lo que te gustaría que pasara. Pasa esto: la Asamblea Nacional que responde a él lo proclamó presidente, es reconocido pero no firma un decreto. Y si tenés un problema y recurrís a la embajada no te lo va a resolver la persona designada por Guaidó.  Esos son hechos. Yo le puedo decir presidente pero no ejerce como tal. Es un ejercicio interesante para despojarte de los prejuicios y de lo que te gustaría que pasara y atenerte a los hechos. 

–Este es un momento especial para el periodismo por el cruce con las plataformas digitales. ¿Qué consideraciones hacés del proceso?  

–Es una relación que todavía para mí no se definió y está en su fase experimental. Yo no le puedo decir a la gente qué tiene que twittear o decir, no me puedo enojar con otro porque se expresa; en las redes sociales, en definitiva, cada uno es su propio medio. Hay dos caminos. Uno es enojarse y decir troll, troll, troll. El otro es entender que es opinión contra opinión y que la mía no puede ser moralmente superior a la del otro. Ahora, ¿qué pasa si hago un análisis económico y digo hay una inflación del 40% en dos meses por el aumento del 20% en cada mes? Mentira, porque hay un interés compuesto. Cualquier persona hoy te puede decir esto es objetivamente incorrecto. Ese dato está mal. Este concepto es erróneo. Eso es interesante. Quizá lo único. Lo otro, es interpretable. No tengo nada para decir. A nadie le gusta que lo puteen pero no puedo hacer nada. Si fui tibio, blando o moderado, o encendido y tribunero, o elegí las palabras correctas para fomentar mi opinión. Es su expresión. Pero si lo hago con datos que no son ciertos, es otra cosa. Pierdo instantáneamente la autoridad y credibilidad. Lo real es que el cruce entre el periodismo y las redes sociales llegó para quedarse y está atravesado por el cuestionamiento. 

–¿El análisis queda preso del vértigo? 

–Lo cierto es que hoy hay un hecho y cierta prescindencia de los números y datos a la hora de opinar. Hay otro elemento. Tiene que ver con la ley del “según como te caiga”. Lo ves con las denuncias de corrupción. Si te cae bien: “que la justicia se expida”; si te cae mal: “culpable”. Y quiero correrme de eso. No me puedo indignar. Hay que buscar que los datos sean verificables, dar un informe balanceado, no dañar moralmente a la persona y no escudarte con el “habría” o “podría”. Con el potencial cualquiera ejerce el oficio. Por eso, no puedo darle tanta entidad a la inmediatez de las redes. 

–El periodismo de periodistas siempre existió, aunque se encuentra en un punto muy álgido de autorreferencialidad. Los periodistas se han vuelto actores de las noticias. Del caso Santoro al affaire Barilli-Pérez, ¿el periodismo se ha vuelto metaperiodismo? 

–Justamente es parte del cruce con las redes sociales. Existe. ¿Qué hacer frente a eso? Hay una parte de la tele con tanto panelismo que convierte al periodista en parte de la noticia. Y al mismo tiempo el periodista es su propio medio y twittea, toma en contacto el RT, y se expone mientras propone el intercambio. No es ni bueno ni malo. Es. Quiero correrme de eso pero si me toca, me toca. No me puedo indignar ni llevarme mal con la realidad. 

–¿Cuál va a ser el diferencial de Perspectivas en tanto noticiero?  

–Mi misión es conducir, hacer un noticiero ágil y dinámico, dándole un contexto a las noticias. No tengo el deseo de opinar de todo y en esos casos voy a optar por preguntar o dejarle el lugar a los corresponsales. Es un programa hecho desde Argentina pero no está pensado solo para argentinos. Desde Canadá a Tierra del Fuego buscará reflejar el interés de lo que le pasa a los latinoamericanos. Sé que vamos a tener que explicarles algunos hechos del exterior a los espectadores argentinos y viceversa. 

–Si hubieras estado al aire cuando fue la apertura del congreso, ¿cómo habrían dado cuenta del discurso de Macri?

–Habríamos segmentado el discurso y, en el contexto, diseccionado los números, interpretarlos, ver ese mensaje de defensa de gestión y remarcar que hubo una invitación a la polarización, otra vez.

–En términos futbolísticos, ¿cómo te sentís?

–Me llegó el pase en el momento justo. Tenía ganas de jugar acá y se dio la coincidencia de que ellos tenían ganas de que jugara acá. No tengo excusa. No le voy a echar la culpa a nadie. Debo ponerme la camiseta y salir a jugar. Para eso me trajeron. Y acá estoy.