El peronismo, y después el kirchnerismo, son categorías de identidad política que suponen emociones de alta intensidad, relacionadas con el amor, el carisma, la ilusión, la melancolía, el sufrimiento. En muchos casos la identificación de los seguidores con el líder implica que sus desgracias sean vividas como propias y despierten tristeza, odio o depresión, así como sus triunfos pueden originar lo contrario: alegría y euforia. Solo que esas  emociones no son opuestas a la racionalidad. Nada podría comprenderse acerca de las relaciones de los peronistas con Evita sin atender a estas emociones. Sin embargo, el hecho fundamental es que tampoco podría comprenderse la reacción brutal del antiperonismo contra Evita sin atender asimismo a la dimensión emocional.

No hay identidades políticas de masas vacías de afectividad. No hay procesos sociales ajenos al afecto. Ni siquiera hay racionalidades políticas en las que no jueguen las emociones. Se trata de mundos, escenas, rituales y prácticas tan diferentes que parecen incomparables- mientras una masa en apariencia desarrapada llora por una líder que vituperaba contra los millonarios egoístas, las clases acomodadas tienen sus rituales de etiqueta, de club, de caballerosidad, que son tan distintivos y constitutivamente emocionales como los otros. Son formas de los sentimientos e pertenencia. Tanto como el campamento de los jóvenes que cantan alrededor del fogón canciones de la Guerra Civil española, sobre el Che Guevara o “Presente”. Las lágrimas y la flema británica, los apretones de manos, los saludos distantes y los abrazos militantes son solo variantes de las convenciones emotivas de lo social.

Esas ritualidades y pertenencias guardan relaciones complejas con las racionalidades de medios y fines y también con los ideologismos. A nadie le resulta sencillo distanciarse oromper con un grupo de amigos, sean de la uniad básica, de la fábrica, del sindicato o el Colegio Cardenal Newman.

* Extraído de ¿Qué es el peronismo? De Perón a los Kirchner, el movimiento que no deja de conmover la política argentina, de Alejandro Grimson, editado por Siglo XXI.