Desde Córdoba
La magia de los poetas brilló en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). “¡Qué maravilla de teatro, me gusta mucho estar aquí!”, dijo Joaquín Sabina, ovacionado por el público cordobés que formó una larga cola sobre la calle Vélez Sársfield, una hora antes de la presentación. “Entre tanto poeta y erudito me siento un poco impostor, pero siempre me ha gustado sentirme un impostor, es decir asistir a fiestas en las que no tendría por qué ser invitado”. El cantante aclaró que no está dotado para la teoría ni para la erudición, “aunque con el auge de los pequeños nacionalismos que por desgracia estamos sufriendo en el mundo, me considero de una patria mucho más grande que es mi lengua, la lengua española”, reconoció Sabina al cerrar el panel “Poesía y diversidad cultural” en el teatro Del Libertador San Martín, en el que participaron también la poeta española Elvira Sastre, el poeta dominicano José Mármol, el poeta cordobés Carlos Schilling y el poeta argentino Rafael Oteriño, coordinados por María Negroni. “Creo que es un milagro que ustedes se hayan reunido hoy para oír poesía y oír palabras, palabras llenas de magia porque la misma lengua que sirve para pelearse con alguien en un bar, o para cualquier cosa, sirve para darles una gotita de magia”, agregó el autor de 19 días y 500 noches antes de comenzar a leer una serie de textos en prosa, poemas y canciones.

“A los catorce –parece que fue ayer–, el rey Melchor se lo hizo conmigo y me trajo, por fin, una guitarra. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con granos y complejos, en lugar de empollar física y química, mataba las horas rimando, en un cuaderno a rayas, versos llenos de odio contra el mundo y los espejos. El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando –que es lo suyo–, desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras, más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada”, leía “el impostor” uno de sus textos más autobiográficos, calurosamente aplaudido por un público cordobés que estaba maravillado de tenerlo en el Congreso de la Lengua. Para finalizar eligió leer La canción más hermosa del mundo. “Nunca pude cantar de un tirón/ la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,/ de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,/ de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,/ de la gota en el himno./ Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo”. Aunque Negroni, la coordinadora del panel, sugirió que Sabina debería cantar, el músico sonrió y confesó: “si ustedes supieran la emoción que siento de no tener que cantar...” Negroni, directora de la “Maestría en escritura creativa” de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), se sorprendió por la cantidad de personas que había en la sala teatral. “Como poeta, no he tenido experiencias de estar ante tanta gente. Sé que se lo debemos en parte a Joaquín Sabina”, admitió la poeta argentina. 

Adonde quiera que vaya, el destino de Sastre es agitar las emociones de miles de lectores que leen sus poemas a través de las redes sociales y los libros que ha publicado. Tiene 340 mil seguidores en Facebook, 229 mil en Instagram y 139 mil en Twitter; convoca multitudes en sus recitales y ha compartido escenarios con el propio Sabina y Jorge Drexler, entre otros músicos. “La poesía es universal”, planteó la autora de los libros de poemas La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida y Ya nadie baila, entre otros títulos. “Uno no puede decidir qué es poesía con la seguridad que da la lengua. La poesía y su idioma van más allá de los límites, no tienen un significado que los acorte y que los exprese. Uno sabe lo que es poesía cuando la lee, no cuando la estudia”, comparó la poeta de 27 años, que acaba de ganar el premio Biblioteca Breve con la novela Días sin ti. “La poesía es un género basado en la libertad. De ahí que los prejuicios en ocasiones sólo sirvan para alejarla de los posibles lectores”. Sastre, que el año pasado se presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires y en la sala Siranush, precisó que observa un cambio en la difusión de la poesía. “Uno puede leer un poema en un libro, en un cuaderno de texto, en un periódico y en un blog. Puede encontrarla fotografiada en una red social, doblada en cuatro partes oculta en un libro, en la pizarra de un aula o en los libros de la hermana. La poesía se está expandiendo y no hay quien la pare”, afirmó.

Sastre descubrió la poesía gracias a Bécquer y sus rimas, después pasó a la Generación del 27 con Alexandre y Cernuda, y fue incorporando a Rosalía de Castro, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Antonio Machado y a Pedro Salinas. “De repente, los comprendía, me hablaban de cosas conocidas, no me exigían un esfuerzo mayúsculo para disfrutarlos”, comentó la poeta que empezó a escribir poesía a la par que aparecía el mundo de los blogs. Sastre abrió su propio blog y decidió compartir sus poemas, algo que continuaría haciendo a través de las redes sociales. “Un día subí un video a Youtube recitando uno de mis poemas y a los tres días sumaba más de tres mil visitas. Un editor lo vio, le gustó y me contactó para publicarme”, recordó la autora de 43 formas de soltarse el pelo, prologado por Benjamín Prado, el primer libro que publicó cuando tenía 21 años. “Los tiempos cambian; Internet ha supuesto una revolución y ha permitido que la poesía se visibilice, que llegue a gente que ni siquiera sabía que le gustaba. La diversidad de la poesía está asegurada y los amantes de la misma estamos de suerte”, celebró Sastre, que leyó un poema dedicado a la lucha de las mujeres: “Somos la luz de nuestra propia sombra, el reflejo de la carne que nos ha acompañado, la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas”.