La Copa América la juegan todos los equipos sudamericanos, más Qatar y Japón en calidad de selecciones invitadas. Doce equipos divididos en tres zonas de tres. De los doce la mitad –podría arriesgarse– tiene chances de consagrase campeón: Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia, Chile y Ecuador. Si lo dividimos en seis, entonces la posibilidad de consagrarse campeón es de 16.66 por ciento para cada uno de esos equipos. Dicho e otro modo, hay un 16.66 por ciento de posibilidades de salir campeón, y 83.33 por ciento de posibilidades de no salir campeón, algo que en el caso de la Argentina será considerado fracaso. Altísimo porcentaje de peligro de fracaso. Esta fue la película que vimos en las últimas ediciones, la de Chile 2015 y la extra, disputada en Estados Unidos al año siguiente. 

Se sigue considerando fracaso que Argentina no ganara la Copa América, a pesar de haber llegado en ambos casos a la final y de haber perdido en los penales. Y será nuevamente fracaso si no llega el título, porque se repetirá otra vez aquello de “hace mucho que no se gana nada”.

Con semejante mochila el equipo seguramente atravesará sin dificultades la primera fase (en su zona están Colombia, Paraguay y Qatar), y a partir de ahí se verá como sigue la historia. El que más peso cargará sobre sus espaldas es el técnico Lionel Scaloni. Si el equipo juega bien, pero por lo que sea no se consagra se abrirán de par en par las puertas del predio de Ezeiza, para que llegue un nuevo conductor.

Y en el caso de salir campeón, no hay ninguna duda que además tendrá que deslumbrar con su juego. ¿Puede darse esa conjunción de título y buen juego? Sí, claro que puede. En el plantel está Messi y eso ya marca una diferencia notable con cualquiera. También están Agüero, Otamendi y Di María, todos jugadores con una vasta experiencia internacional, están Armani y Andrada, dos buenos arqueros (cualquiera de los dos que ataje da garantías), hay una buena base defensiva (Funes Mori, Pezella, Tagliafico), hay variantes en el medio (sería bueno verlo a Lo Celso como enganche, está Dybala), y suplentes de calidad (como Lautaro Martínez) en el ataque y quedan otros nombres interesantes para alternar.

Es cierto que la mayoría de los futbolistas llegan baqueteados después de una exigente temporada en Europa, pero también es verdad que en los demás planteles pasa algo parecido.

Por otro lado, los jugadores que estuvieron en los últimos mundiales y en las dos torneos sudamericanos siguen sintiendo la necesidad de mostrar en la Selección el mismo rendimiento que ofrecen en sus respectivos clubes, y desalentar la idea circulante de que son una banda de millonarios sin alma.

Scaloni arrancó su etapa como técnico interino con nuevas caras. Y sin los jugadores de etapas anteriores (algunos automarginados, otros directamente no convocados), pero ahora (se juega por los porotos) planteo una necesaria combinación de nuevos y viejos.

Uno de los que mirará con más recelo lo que pase con Scaloni y el equipo es César Luis Menotti, en su cargo de director general de selecciones nacionales. Pero los que lo conocen bien al Flaco saben que más allá de cuestiones circunstanciales le importa un proceso a largo plazo, con esta Selección, con la que se debe formar con futbolistas del medio local, y con los juveniles.

Se viene la Copa América. Ojalá la podamos disfrutar, aunque ya se sabe que los detractores de siempre andan afilando la guillotina en estos días, para ver sobre quién la hacen caer.