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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 ENE 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


La dolarización de Ecuador y, progresivamente, de toda Latinoamérica no le vendría nada mal a Estados Unidos, que necesita de una demanda creciente de dólares y de activos nominados en esa moneda por parte del mundo exterior. Los norteamericanos les deben hoy al resto de los terráqueos un billón y medio de dólares, pero si su déficit externo continúa en los inauditos niveles actuales, en diez años la deuda habrá trepado a cerca de cuatro billones, más de la mitad del PBN actual. El apetito universal de dólares es esencial para mantener deprimida la tasa de interés y evitar así que crezca el costo de ese inmenso pasivo. De lo contrario, EE.UU. caería en la llamada �trampa de la deuda�, en la que hoy se debaten países como la Argentina, y más aún Brasil: los intereses del endeudamiento pasan a ser un fuerte componente del gasto público y una fuente autónoma de déficit fiscal. Pero el dilema norteamericano es de naturaleza diferente porque es el sector privado el que año a año expande una deuda que hoy ya representa una vez y un tercio el Producto (incluyendo interna y externa). Los optimistas ven que esa disposición casi frenética a endeudarse se asienta sobre el esplendor de una economía que crece sin pausa. Los alarmistas se espantan, en cambio, comprobando que todo descansa sobre el exponencial ascenso en el valor de los activos, y particularmente los transados en Wall Street. Advierten, por ejemplo, que parte del boom bursátil es alimentado por compañías que toman prestado para recomprar sus propias acciones y entregarlas a sus empleados como bonus. Los particulares, por su parte, se sienten más ricos por el alza de las acciones que poseen y se deciden a anticipar consumos tomando deuda. Como apunta un reciente informe de The Economist, �el problema de endeudarse con el respaldo de activos valorizados es que el valor de la deuda es fijo, mientras que el de las propiedades o las acciones no lo es�. En otras palabras: ¿cuán rápida y devastadora será la caída si, Dios no lo quiera, un aerolito cayera sobre tanta bonanza?

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