La definición “intrepidez musical” produce dos reacciones en Santiago Vázquez, el creador del lenguaje de ritmo y percusión por señas. La primera es que se ríe. La segunda, que resulta incompleta para definir lo que está a punto de hacer, porque abarca mucho más que música. Pan, el ciclo que arranca hoy las 19.30 en el Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271)Abarca juegos, grupos teloneros del principal, acuarelas, danzas, bebidas y comidas. “Abarca todo esto porque el espectáculo está pensado como un plaza de juegos no solo relacionada con bailar o escuchar música, sino también con jugar al fútbol tenis, al tejo, al metegol... Es como si fuera un club”, cuenta el fundador de La Bomba de Tiempo. “En lo musical, ahora sí, se trata de otro método de percusión con señas, más en línea con La Bomba que con La Grande, que estaba basada en instrumentos melódicos”, compara Vázquez, relacionando el nuevo ciclo con dos de sus proyectos colectivos anteriores.

–Lo intrépido siempre implica una cuota de desafío. ¿Cuál sería ésta respecto de La Bomba de Tiempo?

–Una parte es que este es un proyecto más personal, si se quiere. Otra es que cada músico va a tener su set de instrumentos, como si cada uno fuera su propio director técnico, digamos. En este sentido, este proyecto conlleva una exploración rítmica más variada que con La Bomba.

–¿Más autonomía instrumental para cada músico?

–Exacto, porque también el color de los instrumentos que toca cada uno es mucho más abierto. Por eso pensé en el nombre Pan: por lo abarcativo, por lo lúdico, por el juego de timbres que conlleva la sonoridad de la palabra y por la amplitud. Además, me gusta su resonancia. Es como una onomatopeya de un comic. En efecto, el set de instrumentos que trae cada músico es representativo de una parte del globo.

Tal crisol instrumental y geográfico está determinado entonces por el set de percusión que ejecutará cada quien. Facundo Guevara se hará cargo de la percusión folklórica y latinoamericana. El senegalés Cheikh Gueye, de la africana. Gonzalo Arévalo desplegará sus conocimientos de percusión árabe, mientras Carolina Cohen –la única muchacha del grupo– hará lo propio con sus parches afrolatinos. “Esta parte es la que se parece más a los grupos de percusión con señas que ya existen, pero después están los dos Nicos (Sorín y Cota) con sus percusiones electrónicas y voces procesadas; Sergio Verdinelli en batería –algo novedoso en la propuesta–, Milo Moya en beatbox y el Mono Fontana, en clave de líbero, con su sintetizador”, cuenta el director del proyecto, que se hará cargo del berimbau y, también, de la percusión electrónica.

–Nombraste tres músicos que tocaron con Luis Alberto Spinetta e incluso uno de ellos, Verdinelli, fue el baterista de su disco PAN. ¿Mera obra de la casualidad el nombre?

–(Risas.) Bueno, creo que a él le dio un significado parecido a la palabra, algo así como el pan como lo simple y bueno, como la calidez de la comida mediterránea. Igual, por supuesto que no se trata de un homenaje a Luis que, dicho sea de paso, es mi deidad musical. Pero no, no tuvo que ver con eso. Incluso, cuando me di cuenta de lo del nombre, les pregunté al Mono y a Sergio si les daba impresión, y ellos mismos dijeron que no, que por supuesto es tan distinta la propuesta que nadie se va a confundir. Eso me tranquilizó.

–¿Cómo leés el populoso devenir que tuvo La Bomba de Tiempo? ¿Lo creías cuando la creaste?

–Cuando imaginé la idea de armar un grupo de percusión con señas para que la gente pudiera juntarse alrededor de la percusión improvisada, lo hice como un juego con sus propias reglas. Me dio la sensación, además, que podría llegar a funcionar en muchos lugares, no solamente en el de su origen, porque no tenía que ver con algún folklore propio de un lugar específico, como el candombe en Uruguay o el samba de Bahía. Y esto es porque un juego que cada uno juega a su manera puede funcionar en cualquier lugar. Fue lo que pasó, por suerte. Y a partir de La Bomba emergieron un montón de grupos de percusión con señas, certámenes y campeonatos como el que estamos armando ahora.

–¿Qué? ¿Un campeonato de percusión con señas?

–Sí. Se trata de algo que se hace por primera vez en el mundo. Esto se dio como resultado fomentar que haya distintos grupos en diferentes barrios, en diferentes provincias. De ahí que hayamos abierto la primera escuela en el rubro, y la asociación de ritmo y percusión con señas, para vincular a los más de ciento cincuenta grupos que existen hoy.