Juan Pablo Gómez, que hasta el año pasado dio clases de acrobacia y ha dirigido trabajos destacados como Un hueco y Prueba y error, está presentando dos materiales fuertemente políticos, no tan en sintonía con aquellas producciones. “Puede ser válido para otros artistas, pero a mí en este momento no me dan ganas de hacer una obra sobre una familia que se pelea”, se explica. Recorte de Jorge Cárdenas Cayendo aborda, con recursos de la danza, el teatro, la acrobacia y la música, la crisis de 2001. En tanto que Un domingo en familia, texto de Susana Torres Molina, puede verse en el Teatro Nacional Cervantes (TNC) y se propone como un “travelling” por la historia de la militancia argentina en los setenta.

  “Me parece que es un poco casualidad. Las cosas se van dando. Y el año electoral no lo decido yo: nos decide”, dice Gómez acerca de la coincidencia de dos trabajos de contenido político en cartel. Y agrega que sus obras anteriores estaban delineadas por las preocupaciones de la compañía Un hueco, que él dirigía. “La impronta de Casavettes, los vínculos personales, algo de pensar al actor como un amplificador de ciertos afectos, rompiendo con la idea realista y psicológica. Gran parte del teatro de los 80 y los 90 es motorizado por los actores. Esa reaparición de los cuerpos en un país con 30 mil desaparecidos es una hipótesis política”, sostiene el director, una de las caras visibles del pedido de renuncia a Darío Lopérfido cuando era ministro de Cultura porteño.

  Tiempo atrás, la compañía Terceto, conformada por acróbatas y bailarines, egresados de la Universidad Nacional de San Martín, lo convocó para hacer una obra sobre el 2001. “Dimos muchas vueltas, hasta que apareció la fotografía de Jorge Cárdenas, el primer caído de 2001. Que no muere ahí, muere seis meses después por complicaciones de una diabetes. Obviamente lo cagaron baleando, pero el Estado no subsidió a la familia, porque supuestamente no muere por la represión. Un destino completamente argentino”, relata Gómez. La fotografía de Gonzalo Martínez “sintetizaba una época”: “la idea del ciudadano de a pie caído en las escalinatas del Congreso, el reguero de sangre, la indefensión del ciudadano frente a los poderes del Estado”. Por eso es que guió el proceso creativo y el trabajo corporal.

  El grupo multidisciplinario Pariguayo también participa de este proyecto, que estrenó el año pasado en el Festival Internacional de Circo Independiente en el Galpón de Guevara y tuvo algunas funciones en El Extranjero (Valentín Gómez 3378), donde ahora se presenta con una serie de cambios y ya para hacer temporada.

  En cuanto a Un domingo en familia (de jueves a domingos a las 21 en Libertad 815), fueron las autoridades del TNC quienes le ofrecieron que la dirigiera. “Les interesó el texto de Susana, pero quisieron que lo dirigiera otra persona para producir algún tipo de cruce”, cuenta Gómez. El, que no suele trabajar con textos de otros autores, había acercado al teatro público un proyecto propio, sobre el “Jesús histórico, montonero, en contra del Imperio Romano”, pero se lo rebotaron. “Mi convicción para terminar haciendo Un domingo en familia fue política. El texto tiene una línea política y otra teatral”, define. La obra relata el día del secuestro y la desaparición de un dirigente revolucionario con reminiscencias de Roberto Quieto y grafica “sus propias luchas internas entre el deber político, la responsabilidad de un conductor revolucionario y su necesidad personal de afecto y contención en épocas tenebrosas de clandestinidad y desamparo”, en palabras de la autora. Anabella Bacigalupo, Lautaro Delgado Tymruk, Juan De Rosa y José Mehrez recrean aquél hecho puntual y ponen el cuerpo a un relato fragmentado, compuesto por múltiples voces y textos breves que condensan argumentos y puntos de vista de la época. 

  “En cuanto al tema político, mi preocupación mayor era: es un año de elecciones, ¿vamos a discutir esto ahora?”, dice Gómez. “Es una crítica que circula mucho en relación con la obra. Es decir, estando Macri en el Gobierno... ¿vamos a discutir sobre las posiciones de las organizaciones armadas frente a la tortura? En este momento, apoyar y discutir al peronismo, en mi caso, es hacer política”, reflexiona el director. “Hay que repensarlo todo. Repensar la historia del peronismo y el lugar que tiene ahora frente a Macri como movimiento nacional y popular. En este momento, en que se repone la discusión entre las fuerzas nacionales y populares y el liberalismo de Macri, es otra vez     la misma discusión de siempre en la Argentina... las organizaciones armadas versus la dictadura también era esa discusión.”