Lejos de los mitos, presagios de desgracias y temores reverenciales que produjeron en nuestros antepasados, miles de personas se dieron cita en diferentes ciudades del país para observar el que se considera el evento astronómico del año: el eclipse solar total, que convirtió durante unos minutos al día en noche. El fenómeno, que no volverá a repetirse en todo el planeta durante 2019, comenzó siendo visible en Nueva Zelanda, para luego proyectarse completamente en Chile y Argentina, aunque con distinta intensidad. El efecto más atractivo del eclipse se pudo ver entre las 17.30 y las 17.45, de acuerdo al lugar de observación. San Juan, San Luis, Córdoba, Santa Fe, La Rioja y Buenos Aires, fueron los centros privilegiados por donde se desplazaron especialistas y aficionados a la astronomía, del país y del extranjero, y curiosos de todas las edades. En el resto del territorio se vio de forma parcial.

La sombra lunar cruzó el territorio argentino de oeste a este, creando una "franja de totalidad" de unos 200 kilómetros de ancho sobre las provincias de San Juan (Rodeo y Jachal), San Luis (Los Molles y Merlo), Córdoba (Villa Dolores, Río Cuarto, General Deheza, General Cabrera y La Carlota), Santa Fe (Venado Tuerto y Murphy), La Rioja (Mascasín) y Buenos Aires (Junín, Rojas, Chivilcoy y Bragado).

A las 16.25, en la localidad iglesiana de Bella Vista, uno de puntos donde se pudo apreciar el eclipse en su totalidad, a 270 kilómetros al noroeste de la capital de San Juan, la luna comenzó a morder el sol y a oscurecerlo lentamente. Mientras la temperatura descendía, todos los que se habían dado cita en esa localidad de 600 habitantes, desbordada por las más de 7000 personas que llegaron, con cámaras, anteojos, celulares y telescopios, comenzaron la cuenta regresiva hacia la noche antes de la noche. O el día con dos atardeceres.

La vista desde San Juan. Imagen: NA.

La escotadura sobre el Sol fue creciendo a lo largo de más de un hora hasta imprimir en el cielo un media luna musulmana, para después eclipsar por completo a la estrella luminosa. El día cedió paso a la noche, y llegaron, como en cualquier espectáculo, los aplausos y exclamaciones para los dos minutos de oscuridad total.

A 160 kilómetros, en el predio ferial de Chimbas, cercano a la capital sanjuanina, también se concentraron desde el mediodía miles de personas.

Alrededor de 17.000, según estimó la ministra de Turismo provincial, Claudia Grynspam, quien explicó que los otros ocho puntos de observación que fueron habilitados en San Juan, también estuvieron saturados por la concurrencia.

En la zona oeste de la ciudad de San Luis, las sierras y las rutas nacionales 7 en dirección a Mendoza y 147 hacia San Juan fueron otros sitios elegidos por los aficionados y cazadores de eclipses.

Sobre la ruta nacional 7, como no hay ningún accidente geográfico, permitió a lo largo de 80 kilómetros observar el fenómeno astrónomico de manera casi perfecta ya que se trata de zonas altas de la autopista serranías puntanas.

Otros eligieron la ruta nacional 147 que conduce a la provincia de San Juan mientras que miles de personas desbordaron la zona de las sierras, situadas a 20 kilómetros hacia el este de la ciudad capital.

A diferencia de los simples curiosos, los más aficionados eligieron zonas apartadas de las multitudes para montar y calibrar sus telescopios y sus cámaras de fotografía para registrar el evento, que volverá a repetirse el 14 de diciembre de 2020, aunque será visible solo desde la Patagonia. En la ciudad de Buenos Aires, donde el fenómeno iba a ser visto de manera parcial, no se pudo observar por la inoportuna presencia de nubes.

Para quienes no quieran viajar detrás del acontecimiento deberán esperar hasta el 5 de diciembre de 2048, cuando se verá en el país otro eclipse solar total. Entre tanto, los astroturistas podrán contemplar dos eclipses anulares --cuando la luna no llega a tapar por completo al sol y deja expuesta una corona solar--: uno el 2 de octubre de 2024 y otro el 6 de febrero de 2027.

Pero este martes, fueron muchos los que mostraron que están dispuestos a trasladarse, incluso miles de kilómetros, para ver los tres cuerpos celestes: el sol, la luna y la tierra, produciendo esa coreografía particular que dibujan en el cielo al alinearse.

Entre los viajeros, quienes tuvieron una experiencia inédita fueron los pasajeros del vuelo de Aerolíneas Argentina AR 1436, que partió a las 16.30 desde Buenos Aires, y disfrutaron del eclipse, a 11.000 metros de altura, gracias a la idea del copiloto Nicolás Fronzo.

El tripulante, aficionado a la fotografía y la astronomía, advirtió la posibilidad de que modificando el horario de partida se podía llegar a observar el evento desde el aire.

"Le propusimos el tema a la empresa y empezamos a trabajar con los distintos sectores que tienen que ver con el vuelo, para poder concretar la modificación necesaria. No fue fácil, ya que tuvimos que salir dos horas antes del horario establecido para este servicio, pero finalmente pudimos coordinar todo y concretarlo", explicó Fronzo.

El vuelo tomó el punto máximo del eclipse unos 20 minutos antes de iniciar el descenso a San Juan. "Es la primera vez que se realiza este tipo de vuelo en Sudamérica", explicó el comandante del vuelo, Peter Ott.

Verónica Susana Espino, del Planetario Galileo Galilei, señaló por su parte que "estamos ante un hecho único. Si ya lo es el hecho de poder ver el eclipse desde tierra, hacerlo desde el aire, con una atmósfera más limpia y la posibilidad de sortear las nubes, es algo insuperable, sobre todo poder ver las sombras en la tierra, algo que desde la superficie resulta imposible".

El eclipse entró en su fase primaria cuando habían transcurrido 15 minutos de vuelo. A las 17.41, con el vuelo a 11 mil metros el horizonte se oscureció totalmente. En ese instante, algún lector extraviado habrá recordado al poeta Salvatore Quasimodo cuando dice: Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol: y de pronto anochece.