El ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, decidió tomarse una licencia de cinco días "por cuestiones personales". El anuncio llega en medio del escándalo por las filtraciones del sitio The Intercept, en las que se revelaron conversaciones del ex juez federal con los fiscales para direccionar la causa Lava Jato en contra del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La sorpresiva decisión de Moro fue minimizada por las fuentes oficiales, consultadas por el diario brasileño Folha de San Pablo, que indicaron que se trata de un pedido para tomarse una licencia sin goce de sueldo. Es que, al haber asumido su cargo en enero de este año, el ministro aún no tiene el derecho de tomarse vacaciones.

La salida momentánea de Moro coincide con la tormenta que atraviesa por la filtración de mensajes por parte de The Intercept, que lo llevó a dar explicaciones ante la Comisión de Constitución y Justicia del Congreso. Allí el ex juez desconoció la veracidad de los mensajes filtrados, esquivó dar respuestas a las consultas de la oposición y apuntó contra el periodista Glenn Greenwald (fundador del sitio), a quien involucró con "un ataque criminal para invalidar las condenas".

Nuevos mensajes publicados por la prensa brasileña el domingo mostraron que el exjuez orquestó filtraciones de información sobre Venezuela para desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. En un reportaje realizado por Folha y The Intercept se asegura que Moro había sugerido a los investigadores responsables de la investigación anticorrupción Lava Jato en Brasil que filtraran información comprometedora para el gobierno de Maduro en relación al escándalo de la constructora brasileña Odebrecht, que reconoció pagar sobornos en múltiples países.

"¿Tal vez deberíamos revelar las confesiones de Odebrecht sobre sobornos en Venezuela?", le consulta Moro a Deltan Dallagnol, fiscal jefe a cargo de la investigación, el 5 de agosto de 2017 en mensajes vía Telegram. De acuerdo con la publicación de los medios, al comienzo de una conversación sobre filtraciones, Dallagnol le había dicho poco antes a Moro: "Habrá críticas y un precio (que pagar), pero vale la pena exponerse para ayudar a los venezolanos".

Ese mismo 5 de agosto de 2017, la Fiscal General venezolana Luisa Ortega, que era chavista y terminó oponiéndose al gobierno de Maduro, había sido destituida de su cargo por la recién constituida Asamblea Constituyente. Poco después, una vez que se refugió en Colombia, la ex fiscal acusó a Maduro de estar involucrado en el escándalo de corrupción masiva en torno a Odebrecht, afirmando tener evidencia.

Las filtraciones de mensajes que están cayendo a cuentagotas desde principios de junio generó un terremoto político en torno a la figura de Moro. Según una encuesta publicada el fin de semana por el instituto Datafolha, la aprobación del ex juez cayó un 7 por ciento en tres meses –del 59 al 52 por ciento-. Además, el 58 por ciento de los entrevistados cree que si las irregularidades son confirmadas se trata de algo grave y que, entonces, las decisiones de Moro deberían ser revisadas. La creencia de que la conducta del exjuez fue inadecuada crece entre los más jóvenes (llega hasta el 70 por ciento) y baja entre los más ricos (49 por ciento). La mayoría de las personas consultadas no cree, sin embargo, que el ex magistrado deba renunciar al ministerio de Justicia.

El pedido de licencia de Moro se conoció hoy por la mañana, un día después de que el ministro se mostrara junto al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en el estadio Maracaná para la final de la Copa América, que consagró a Brasil y en la que el mandatario buscó levantar su caída imagen popular. Según la encuesta de Datafolha, el 33 por ciento de los brasileños cree que el líder ultraderechista está haciendo un buen trabajo, para el 31 por ciento lo está haciendo de forma regular y otro 33 por ciento cree que está haciendo un trabajo malo o pésimo. Estos números muestran que Bolsonaro es el mandatario que peor imagen ha tenido en sus primeros seis meses de gobierno desde 1990, cuando Fernando Collor cosechó antipatías similares. Sólo que Collor tenía 34 por ciento de aprobación y 20 de rechazo.