El Fondo Monetario prevé una mayor volatilidad a medida que se acercan las elecciones, lo que podría dar fin a la estabilidad cambiaria y financiera de las últimas semanas. “Las necesidades de financiamiento son elevadas y una merma en la confianza del mercado puede traducirse rápidamente en una mayor tasa de riesgo”, señala el documento elaborado por los técnicos del organismo como parte de la cuarta revisión del acuerdo Stand-by. Al actualizar sus proyecciones, el organismo multilateral estimó una caída de 1,3 por ciento del PBI este año, mientras que en abril había calculado una baja de 1,2 por ciento. El año próximo aseguró que se crecerá apenas 1,1 por ciento frente al 2,2 por ciento pronosticado en la evaluación anterior. El FMI también elevó diez puntos su estimación de inflación para este año al ubicarla en un 40,2 por ciento, mientras que proyectó un desempleo de dos dígitos (10 por ciento este año y 10,1 el próximo).

El documento, elaborado por los técnicos del organismo con información hasta el 3 de julio último, renovó su respaldo al cumplimiento del país a los planes de ajuste presupuestario para mantener la “disciplina fiscal”, pero alerta por los riesgos que implican la persistente inflación, el recorte en la vida promedio de la deuda pública producto de renovaciones a plazos cada vez más cortos y una situación de recesión o crecimiento casi nulo hasta 2020. El documento reconoce que el recorte en el frente fiscal impactó negativamente sobre las posibilidades de recuperación económica. “Con la inflación persistente, las tasas de interés reales deberán permanecer altas por más tiempo, afectando la demanda interna y las importaciones”, insiste el informe. Remarca que “la actividad económica se debilitó aún más en el primer trimestre, pero es probable que la recesión haya terminado”. A su vez, reconoce que la inflación le permitió al gobierno nacional mostrar una mejor recaudación fiscal en términos nominales.

“El pronóstico de crecimiento para 2019-20 se ha revisado a la baja. La revisión en 2019 (1,3 por ciento negativo) refleja la debilidad del crecimiento, especialmente en la demanda interna e importaciones, en el primer trimestre y revisiones de crecimiento a la baja para los socios comerciales regionales”, resalta el organismo. “Dado que la inflación es más persistente, las tasas de interés reales deberán permanecer más altas durante más tiempo, afectando nuevamente la demanda interna y las importaciones, lo que resultará en una revisión a la baja del crecimiento en 2020 (del 2,2 al 1,1 por ciento)”, agrega. El Fondo espera que la inflación termine el año en alrededor del 40 por ciento (muy por encima del pronóstico del 30,5 por ciento en el momento de la tercera revisión) debido al aumento de los salarios nominales y un aumento significativo en las expectativas de inflación.

En la primera revisión, en junio de 2018, el organismo había estimado para este año un crecimiento del PBI de 1,5 por ciento, una inflación de 17 por ciento y un desempleo del 8,6 por ciento, pero todos esas cifras quedaron en el recuerdo. La semana pasada el director gerente interino del Fondo, David Lipton, confirmó que la entidad había aprobado un nuevo desembolso, por 5400 millones de dólares. “La finalización de la revisión permite a las autoridades acceder 3900 mil millones de DEG (Derechos Especiales de Giro), aproximadamente 5400 millones de dólares, llevando los desembolsos totales desde junio de 2018 alrededor de 44.100 millones”, señala el documento.

“Las altas tasas de interés, las entradas estacionales de dólares del sector agrícola, una mayor claridad sobre los candidatos en las elecciones de octubre y el anuncio del BCRA de que puede intervenir para respaldar al peso en caso de condiciones desordenadas del mercado han ayudado a anclar mejor el tipo de cambio”, señala el informe. Sin embargo, crecen las dudas por un posible atraso cambiario frente a una inflación que se ubicaría por encima del 40 por ciento. “La modesta apreciación del tipo de cambio y la continua restricción de la política fiscal y monetaria han apoyado una disminución de la inflación mensual en abril y mayo. Además, la posición fiscal se ha visto favorecida por una inflación mayor a la esperada (aumentando los ingresos fiscales nominales) y un enfoque cauteloso del gasto”, detalla.

"Los riesgos para el programa son elevados, con el período electoral más desafiante aún por delante”, aclara el staff del FMI. Para la entidad, el objetivo oficial debería ser enfocar los esfuerzos en extender los vencimientos con nuevas emisiones. El Gobierno está haciendo lo contrario: "Los vencimientos promedio de la deuda se han acortado, lo que aumenta las necesidades de financiamiento en los meses previos a la elección”. “Las necesidades de financiamiento brutas son altas y una vacilación en la confianza del mercado puede traducirse rápidamente en mayores diferenciales soberanos, dificultades para satisfacer las necesidades de financiamiento fiscal, un cambio en las preferencias de los inversores respecto de los activos en pesos y presiones sobre el tipo de cambio (que se retroalimenta directamente en la dinámica de la deuda)”, concluye el documento de 83 páginas.