Vamos a presentar en este artículo una respuesta territorial a aquello que escuchamos actualmente tanto a algunos economistas así como a algunos políticos y, que en distintas formas, directa o indirectamente, se difunde en los medios de comunicación masivos, que el camino del neoliberalismo, sus propuestas y políticas (un modo de vida determinado centrado en las relaciones de libre mercado, en sus prácticas cotidianas; en el manejo privado de áreas importantes de la vida social como servicios básicos de agua, luz, gas; en la reducción del gasto público; en la flexibilización laboral; en la apertura de las fronteras a los mercados extranjeros, etc.) son la única vía para alcanzar una existencia mejor.

Entendemos que hay otras respuestas posibles a esta visión y a las relaciones en que la vida se desarrolla actualmente en el país. Es decir, entendemos que se puede construir otro camino, que hay otras respuestas para la construcción de la vida.

Vamos a presentar una de esas respuestas. Vamos a referirnos a las condiciones materiales, es decir a las condiciones concretas en que la vida se desarrolla. Vamos a ver cómo esa respuesta se concreta en el proceso de construcción, en el armado de uno de los lugares donde la vida se desarrolla en el territorio, precisamente en la construcción de un barrio. Es decir, vamos a ver un ejemplo inserto en el proceso de construcción de la ciudad.

¿Qué queremos decir cuando hablamos de construcción de la ciudad? Construcción implica un armado por el cual distintos actores sociales, en el marco de sus relaciones políticas, económicas, sociales, culturales, laborales, de producción, etc., a través de diversas mediaciones y mecanismos en los distintos niveles en que esas se desarrollan (político, financiero, inmobiliario, constructivo, legislativo, productivo, etc.), van construyendo, van armando, los lugares en el territorio donde esas relaciones se hacen concretas y articulan.

Es decir, a través de esas mediaciones y mecanismos, se van constituyendo en el territorio los edificios y las infraestructuras, es decir los lugares donde el comercio tiene lugar, donde los bancos realizan su actividad financiera, donde el transporte mueve productos y personas, donde el trabajo se hace concreto en una fábrica, donde se genera la mercancía y el plusvalor, donde la renta del suelo es algo concreto, real, que hay que pagar, donde se ven las diferencias entre las personas; etc.

En el centro de ese proceso están las relaciones de capital.

Relaciones donde el hombre, el trabajo, la vida, el lugar para su desarrollo en el territorio (por ejemplo, la vivienda y los edificios) son solo una mercancía.

Ese armado significa, asimismo, la articulación, en el marco de las relaciones de mercado, de los lugares donde las actividades se realizan en el territorio para que pueda concretarse allí, de modo eficiente, el objetivo alrededor del que esas actividades se estructuran: la obtención del beneficio.

Es decir, significa la organización de edificios e infraestructuras en el territorio donde se van a desarrollar el comercio, el trabajo, la educación, la producción, las finanzas, el gobierno, etc.

En ese proceso, en que se va armando la ciudad, se destacan tres cuestiones de gran importancia: las inversiones, que posibilitan la construcción de los lugares (los edificios, las infraestructuras, etc.) donde se desarrollan las actividades productivas, comerciales, financieras, etc.; el suelo, donde los edificios e infraestructuras se asientan y, las relaciones de propiedad.

La imagen que vemos cotidianamente de edificios y lugares organizados y en general articulados unos con otros, es la de una ciudad ensamblada alrededor de las relaciones de capital. Donde el centro de esa organización es ocupado por las actividades financieras (los bancos) y las empresas inmobiliarias y, donde aparece una imagen que reconocemos cotidianamente, la de la ciudad tradicional con sus edificios, barrios y barrios cerrados, con los lugares de los “marginados”, las villas y sus habitantes, con los desocupados viviendo en las calles, con los trabajadores movilizados por sus puestos de trabajo y con la gente en las calles exigiendo sus derechos.

El armado y organización de esa ciudad tiene un sustento teórico, social y económico que se apoya en una construcción teórico- ideológica de la que son parte: una concepción de la vida, de su desarrollo y de su construcción en el territorio, donde el trabajo, el lugar para la vida (edificios, ciudad, suelo urbano, etc.) y las propias personas son una mercancía en el contexto de las relaciones de mercado.

Parte de esa construcción ideológica es también una amplia teoría sociourbana que se enseña en las universidades y en las escuelas técnicas y que describe fundamentalmente el armado de la ciudad en el marco de las relaciones de mercado donde hay “incluidos y marginados”.

Ahora bien, ¿son superables las condiciones materiales que las relaciones de capital generan en el territorio? y en ese caso, ¿hay otro modo de construir la vida y su lugar en el territorio? ¿Hay ejemplos concretos que muestren que otra construcción o armado del lugar para la vida es posible?

¿Esto que nos preguntamos y buscamos es una fantasía?

Vamos a presentar un ejemplo, donde comienza a ser superado el armado de las relaciones de capital en el territorio. Vamos a ver la construcción de un espacio urbano que denominamos de esperanza por las posibilidades futuras que presenta. Vamos a ver la construcción de un barrio donde un conjunto de trabajadores desocupados, organizados en el grupo Tupac Amaru, cuya dirigente es Milagro Sala, comienza a tomar el control de sus vidas en sus propias manos y a superar el circulo de la desocupación y del no acceso a los lugares para la vida estructurados por las relaciones de capital.

Este proceso tiene como centro la construcción de una de las partes del barrio Alto Comedero en Jujuy.

La crisis generada en el país, resultado de la aplicación de políticas neoliberales que comienza en 1991 es antecedente de este proceso. Es a su vez, el comienzo de un largo periodo de transformaciones en múltiples áreas de la sociedad argentina, que modificaron contextualmente las bases sobre las que se establecía la reproducción social.

La acción de esos procesos implico: un corto periodo de éxito económico, pero también una alta concentración económica; el cierre de fábricas; la precarización del empleo, el aumento a niveles muy altos del desempleo, un descenso importante en el nivel de vida de los sectores medios y bajos; cambios en el mercado de trabajo, crisis en el sistema previsional y de la educación pública; el incremento de las desigualdades sociales, etc. Periodo que culmina en 2001 con la caída del gobierno de la Alianza y la declaración de la economía en cesación de pago. En ese contexto las condiciones de reproducción se tornaron negativas.

La “Organización Barrial Tupac Amaru” encuentra en ese marco su accionar en Jujuy, como grupo que lucha por los derechos de los trabajadores. A partir del 2003 el gobierno nacional pone en marcha planes sociales cuyo objeto era la atención de dos problemas generados por las relaciones de capital: la desocupación y el no acceso a la vivienda. Específicamente se trataba de, con recursos del estado, generar trabajo solidario en el área de la construcción de viviendas, donde los trabajadores participantes se convertían en posibles adjudicatarios de las mismas.

En el marco de uno de esos planes, el denominado “Techo y Trabajo” que propone la constitución de pequeñas cooperativas de trabajo y construcción de viviendas, se inserta la organización Tupac Amaru.

La organización solicita, sin embargo, no ser considerada sólo como beneficiaria del plan, sino que propone tomar en sus propias manos la gestión de los recursos recibidos.

Así la agrupación Tupac Amaru construyo más de 1800 viviendas unifamiliares y servicios (escuelas de los tres niveles de enseñanza, centros médicos, una gran pileta de natación, etc.) logrando mostrar efectividad en la tarea emprendida, tanto en la gestión directa de los recursos públicos adjudicados, como en el cumplimiento de los tiempos estipulados para la realización de las obras, como en la reducción de los costos de producción.

Al respecto, en 2016 PáginaI12 destacó el modo de operar de la agrupación: “La Tupac implementó un sistema para ahorrar tiempo y dinero: cuadrillas por serie y etapas. Generaron cuadrillas de revoque, techado, llenado de vigas, columnas; cuadrillas dedicadas a levantar paredes, hacer columnas, poner cerámica, machimbre, hacer trabajos de plomería y electricidad. Cada una con alrededor de veinte personas (…) ‘Con ese sistema logramos hacer viviendas en cuatro meses’, explicó Alejandro Garfagnini, coordinador nacional de la Tupac (…) Es legal que las cooperativas obtengan ganancias. Así, en vez de hacer dos etapas por año, hacíamos tres. Con eso no sólo hicimos más casas, sino que ahorramos dinero para invertirlo en otras construcciones del barrio”.

En la reducción de costos y tiempos de realización de las viviendas jugo también un rol importante la compra de materiales a granel, así como la creación de circuitos de autoabastecimiento. En ese sentido el grupo generó:

* una cooperativa textil que confeccionaba ropa de trabajo, conjuntos deportivos y escolares destinados al abastecimiento de los miembros de la organización.

* un taller metalúrgico que producía todas las aberturas que se usaban en las construcciones, etc.

* una fábrica de bloques y caños de hormigón que producía insumos para la construcción.

* una fábrica de muebles de caño que confeccionaba estructuras de hierro, mobiliario escolar, sillones, mesas, etc.

Si bien la principal fuente de financiación fueron los recursos del Estado, el modo en que la agrupación organizó la producción permitió generar un excedente (producto del emprendimiento textil, de la realización de algunas obras públicas) que, a diferencia de lo que sucede en las relaciones de capital, fue apropiado por los propios trabajadores (prestación de servicios básicos, construcción de infraestructura en el barrio) quienes decidían su destino en asamblea.

En suma, el proyecto de la Tupac significó la generación de trabajo y la construcción de un espacio como lugar para la vida. Y llegar a esto implicó:

* una relación entre Estado y trabajadores (desocupados),

* la generación de políticas innovadoras, con el fin de dar trabajo a los desocupados,

* sobre la base de la generación de emprendimientos colectivos manejados por sus propios trabajadores (cooperativas).

A su vez, permitió la generación de un excedente que fue apropiado por los propios trabajadores como beneficio comunitario, con el que se sostuvieron los servicios (guarderías, educación, piletas) ofrecidos en forma gratuita a los participantes del grupo, la expansión de las fábricas, etc. Es decir, es posible generar relaciones donde la vida, su construcción y su lugar de realización en el territorio se sitúen por sobre las relaciones de capital.

* Juan Lombardo es profesor consulto de la Universidad Nacional de General Sarmiento.