El lunes pasado la Fundación Grupo Efecto Positivo difundió el resultado de la investigación de su Observatorio de Acceso a Medicamentos para VIH y Hepatitis C en el país. Quien ahora escribe compartió en Twitter el link, con el título “Es oficial: más de 15 mil personas sin medicación contra el VIH”. De vuelta. Son años de denuncias sobre demoras en la entrega, subejecución presupuestaria y “errores” administrativos.

Quienes desde fines de 2015 en adelante somos receptores de las permanentes denuncias sobre faltantes de medicación contra el VIH, las enfermedades de transmisión sexual y la hepatitis C en el sistema público y también en el sistema privado de salud, damos cuenta de forma sistemática de este incumplimiento atroz del Estado nacional y su subvaluada Secretaría de Salud, otrora Ministerio.

Desde ese momento a hoy, tres profesionales renunciaron al cargo de Director Nacional de sida y numerosas movilizaciones fueron organizadas por decenas de asociaciones, activistas, ONGs y demás agentes sociales. La “peste rosa” ayer y el VIH hoy ha producido acá, allá y en todo circuito periodístico susceptible de ser definido como tal, comunicadores entrenados en la materia, portavoces y portadores de un conjunto complejo de saberes, irreductibles al mero plano de “los avances científicos” y “la salud” como únicos estandartes.

De esto nadie habla

Era harto evidente, al momento de compartir mi tuit que con cuentas claras, una vez más las cuentas no cerraban. Eso dije al aire en el programa de radio que conduzco y el tuit fue compartido por muchos usuarios; en algunos casos, cuentas de figuras políticas opositoras al gobierno. Otros comunicadores y activistas hicieron lo suyo, algunos medios digitales se sumaron y este diario publicó una nota al respecto. Es decir, los otros medios y los otros portales permanecieron fieles al desinterés manifiesto desde 2015 y callaron. 

Al día siguiente, más y mejor información: una donación del laboratorio Richmond, cocinada desde hace varios meses, “salvaba” a todos. El periodista Ernesto Tenembaum, por ejemplo, se manifestaba al aire en contra de mi tuit original y teorizaba sobre el término “oficial”. ¿Cómo iba a ser “oficial” si la Fundación Huésped aún no había publicado nada y off the record, según él, minizaba la situación? Muchos productores querían saber más y le daban crédito a lo que en redes sociales ya era fuerte, pero llamaban a la Dirección Nacional de Sida y nadie atendía. Y llamaban a Huésped y “no era para tanto”.

¿Qué es oficial cuando abunda el encubrimiento? ¿Cómo puede ser “oficial” lo que diga o no una sola institución privada y no muchas otras asociaciones y sobre todo, el organismo verdadera e innegablemente oficial, la Secretaría de Salud? Para el cálculo inflacionario, los periodistas recurren al Indec (responda o no) y a consultoras privadas o economistas. Para el VIH, a Huésped como fuente oficial y a nadie más.

Los especialistas de la nada 

Semejante aberración metodólogica parte del supuesto de que sobre “el sida como causa humanitaria” no hace falta indagar tanto y cualquiera (cualquiera) puede decir o no algo. O nada. Es exactamente al revés que con las tasas de interés, los penales mal cobrados y las redes de corrupción en torno a la obra pública, que merecen “varones entendidos”. De la infección por coger puede hablar quien sea.

Así, informar sobre VIH no es sólo estar al tanto de cada congreso internacional, cada hallazgo médico y cada nuevo producto farmacológico. No es ser “periodista científico” fan de las universidades o “conductor con sensibilidad social” que mientras destina el 90% de su ciclo radial a las internas políticas, hace un parate y con lágrimas contenidas menciona la pastilla ausente. Hay que saber considerar obligatoriamente variables geopolíticas, contextos económicos, gestiones puntuales, situación social, diferencias entre las provincias, historias personales y grado de exposición frente al virus conforme todos y cada uno de estos vectores. Es fundamental contar y volver a contar, a su vez, ese sinnúmero de exclusiones, marcas y vilipendios que atraviesan determinados cuerpos y es fundamental no creer que “los sidosos” son objeto privado de una sola fundación (privada) o de un comentario lateral mientras el foco testicular del “periodismo macho” sigue puesto en el valor del dólar y las leliqs. A quienes trabajan en las secciones de deporte, por ejemplo, ni se les ocurrirían tener que escribir estas líneas. Pero como este es un “tema de putos”, hay que justificarlo.

 En este tiempo, por lo menos dos bancos privados de la Argentina se negaron a otorgar créditos hipotecarios a personas con VIH y de acuerdo al relato de cientos, en los exámenes médicos preocupacionales para acceder a un puesto de trabajo, algunas empresas pactan con los laboratorios químicos realizar de forma encubierta el test. A su vez, a fines de 2017 perdió estado parlamentario el proyecto de una nueva ley de sida (la actual tiene nada de actual y fue promulgada en 1990). El derrotero de ese proyecto fue trazado de cerca por algunos medios y unas cuantas voces. 

Finalmente, Fundación Huésped publicó el miércoles por la noche una serie de tuits informado sobre los faltantes, la donación de Richmond y la mala gestión. En pocas horas, pasó de minimizar a asumir. Creannos: esta vez, los putos podemos con “las cosas de putos”.