Desde Roma

Ha sido una semana de peleas en el gobierno italiano de la Liga y del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) que ahora parece a punto de derrumbarse. Dos propuestas, que defendían a capa y espada cada uno de los aliados, pasaron por el Parlamento y la aprobación de una y el rechazo de la otra fue tal vez la gota que colmó el vaso en las perennes disputas entre los dos partidos.

La ley aprobada por el Parlamento el lunes fue el Decreto Seguridad Bis, que fue propuesto por el derechista ministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini. Establece, entre otras cosas, una serie de normas para contener la inmigración que llega de Africa y a la que el ministro considera una de sus principales batallas. Establece además que será el ministro del Interior quien decidirá sobre el tema y que a los barcos que violen las aguas territoriales italianas con la intención de desembarcar refugiados salvados en el mar, les harán pagar una multa que va de 150.000 a un millón de euros. La Liga y Salvini estaban chochos por haber conseguido la aprobación de esta ley, gracias claramente a la ayuda del M5S y de parlamentarios de derecha.

Un día después se discutió si continuar o no con la llamada TAV, una red ferroviaria (y túnel) de alta velocidad que ya se ha iniciado y unirá a Italia con Francia. El M5S se vienen oponiendo a la continuación de la TAV desde hace años pero en la votación parlamentaria fue derrotado. La obra seguirá adelante porque, según los defensores, costaría a Italia más dejarla de construir que hacerla, ya que debería pagar multas millonarias.

Estos dos hechos fueron los que desencadenaron el infierno. “Algo se ha roto en la alianza desde hace algún tiempo” comentó Salvini. En realidad Salvini parece más bien interesado en romper el gobierno e ir a nuevas elecciones, ya que su partido, como han demostrado recientes elecciones regionales y locales, ha ganado muchos votos en todo el país. Según algunas previsiones, podría perfilarse como el primer partido de Italia si se hacen elecciones inmediatamente.

El M5S en cambio está viviendo un proceso contrario. Cuando llegó al gobierno en 2018 era el partido que tenía la mayoría relativa en el Parlamento y la sigue teniendo, pero en la vida real, en la opinión de la gente, ha perdido votos de modo considerable, como demostraron las elecciones regionales pasadas. Y sobre todo las elecciones europeas de mayo. En las regionales de febrero, el centro derecha arrasó en Piemonte, Abruzzo, Basilica y Cerdeña y el M5S se colocó después del centroizquierda. En las europeas, sucedió lo mismo: primero la Liga, segundo el Partido Democrático (centroizquierda) y tercero el M5S.

En las elecciones nacionales de marzo de 2018, el M5S se había clasificado como el primer partido con el 32,2% de los votos mientras la Liga obtuvo sólo el 17,6%. Ir a nuevas elecciones inmediatamente podría significar para el M5S una hecatombe. Según algunas encuestas, en los últimos meses la Liga habría conseguido el 36,6% de las intenciones de voto y el M5S un 18,2%.

Las sospechas de una grave crisis de gobierno surgen también de las cosas que han ocurrido este jueves: reuniones del primer ministro, Giuseppe Conte, con Salvini y Di Maio, encuentros de Conte y del presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fico (del M5S), separadamente, con el presidente de la República Sergio Mattarella.

Y aludiendo a la inexistencia de la mayoría parlamentaria que antes tenían los dos aliados, sobre todo cuando estaban de acuerdo sobre las propuestas, Salvini escribió: “Vayamos inmediatamente al Parlamento para demostrar que ya no hay más una mayoría, como dejó en evidencia el voto sobre la TAV, y devolvamos velozmente la palabra a los electores”. “Es inútil ir adelante a golpes y peleas, como ha sucedido en las últimas semanas. Los italianos tienen necesidad de certezas y de un gobierno que haga cosas. No queremos más parlamentarios o más ministros, no queremos parches o gobiernos técnicos. Después de este gobierno (que ha hecho tantas cosas buenas) están las elecciones”, agregó. Y pese a todas las dificultades, Salvini no perdió la oportunidad de hacer un acto político en Sabaudia -una ciudad de playa al sur de Roma fundada por Mussolini- y bajo la torre erigida por el Duce hizo su discurso.

El Ministro del Trabajo, Luigi Di Maio en cambio, no quería por lo visto demostrar su debilidad. “Jornada difícil ¿no?”, le preguntaron los periodistas cuando salía ayer de Palacio Chigi, sede del gobierno. “Yo estoy tranquilo, trabajo, me pagan para trabajar por Italia”.

Al final de la jornada Di Maio pareció haber cambiado de idea y respondiendo al pedido de Salvini de ir a elecciones dijo: “Hay una reforma fundamental en septiembre, que es el voto en el Parlamento para la reducción de 345 parlamentarios – hoy hay 630 diputados y 314 senadores-. Es una reforma grandiosa. Votemos inmediatamente esta reforma y después vayamos a elecciones. Este es un llamamiento a todas las fuerzas políticas del Parlamento: votemos la reducción de los parlamentarios y después vayamos a votar”.

El primer ministro Giuseppe Conte, después de largos encuentros con Salvini y con Di Maio, pasadas las 22.30 de la noche se decidió a hablar, muy enojado con Salvini y confirmando que deberá ser él quien se presente al Parlamento para “justificar ante los electores que han creído en la posibilidad de un cambio, las razones que lo llevan a interrumpirlo bruscamente”. “Mi gobierno ha trabajado, no estaba en la playa”, añadió Conte en tácita alusión a las decenas de fotos que Salvini se ha hecho con sus admiradores en estos meses, en distintas playas italianas.