Después de 5 años de trabajo, Ezequiel Black presenta su nueva muestra compuesta de 25 dibujos hechos en grafito sobre papel. Un viaje donde se cruzan la arquitectura brutalista con las visiones chamánicas, la vida secreta de los microorganismos con un beso de un hombre con otro y las cavernas con la memoria. Black fue curador, junto a Máximo Jacoby, de Street Art en los centros culturales Rojas, San Martín y Recoleta. Como diseñador gráfico desarrolló la identidad del MICA (Mercado de Industrias Creativas Argentinas), las fiestas Brandon Gay Day y participó como director de arte y el diseñador, de El Teje, el primer periódico travesti latinoamericano que llevó adelante junto a Marlene Wayar.

La muestra es de dibujos que venís haciendo desde el 2014...  ¿Dibujabas pensando en esta muestra?

Nunca había considerado el dibujo como obra, siempre como proyecto o base para otra cosa. Luego vi lo que había hecho. Me dije, esto me gusta y empecé tirar del ovillo; y así me encontré con esta muestra.

¿Con una idea rectora?

La anterior se basaba en desarmar ciertos mandatos que yo tenía en la cabeza; frases de mi padre, de mi madre. Le daba una corporación específica. Mi madre tenía una frase en la mesa de luz que decía: "Sentarse es empezar a morir". Esa la hice con clavos y la hilvané toda con clavos. Mi padre tenía otra que decía: "El hombre no tiene lo que se merece sino lo que sabe negociar"; horrible pero genial. Había muchas palabras con distintos materiales: chapas de aluminio, clavos, madera, espejo. Esa muestra arrancaba por el concepto de la obra, con los materiales que contaban mejor la historia. Con esto lo que quise hacer es negar esa operación. Quise dibujar cosas que me atraigan y que me gusten las formas y lo sensual de eso; y no pensar. No quise partir de un concepto sino de algo más sensual.

En la muestra hay un beso entre dos hombres dibujado. Es la única obra que hace alusión a tu condición sexual… ¿Por qué?

Es de un beso con un novio griego que tuve. No sabía si meterla porque no convivía con la serie de dibujos de construcciones, otra serie de elementos orgánicos, otra cuevas y una que es una mina a cielo abierto. La quería dibujar, no sabía por qué, pero la quería dibujar. Para mí no tenía mucho que ver pero me di cuenta que tengo tres líneas que se repiten, algo de lo constructivo, espacial, de ciencia ficción, maquetas con espejos, laberintos, ciudades futuristas; algo de la construcción. Después algo psicodélico y después algo más personal o psicológico. Va a ser un empapelado del beso, gigante. Es un punto disonante.

¿Y por qué no hay más?

El beso no habla de amor. Habla de mi relación con esa imagen. De lo que yo considero sexy, de una pareja, lo que a mí me calienta, lo que a mí me pasa. Lo que yo creo es que más que tener una obra gay soy un gay artista.

¿Y te parece que eso se ve en la obra?

Me imagino que sí. Cuando estaba saliendo del closet, a los 19 años, creía que ser gay era una característica más de mi personalidad, como ser alto con ojos verdes. Pero después, con el tiempo, es algo más de cimiento que tiene que ver con eso. Mi identidad se construye desde ahí. No es una característica más, es algo más de esencia. En mi obra me gusta investigar-me. En esta va a haber un beso gigante.

¿Te da pudor que la vea tu mamá?
No. Va a ser un empapelado en el baño. Entrás y es el lugar del encuentro.

¿Y no fuiste de dibujar cosas más zarpadas incluso porno?

No. Algún otro dibujito habré hecho, hace mil año, pero no; nunca fui de dibujar porno.

¿Consumís arte LGBT?

Ir a ver arte específicamente LGBT, no. ¿Vos crees que existe ese arte?

Obvio.

¿Por qué?

Es una cuestión política, algo punk que genera incomodidad, sobre todo para la gente heteronormada. Es disruptiva.

Me dijeron que Le Parc es uno de los artistas vivos más vendidos en la Argentina. Igual consumo arte LGBT, voy al Festival Asterisco, leo Soy, estoy en tema pero no te podría decir que solo consumo arte gay, mi biblioteca no está toda teñida del arco iris, pero hay.

Mirá esta… (La obra se llama “Modulación 48” y es del año 76, realizada por Le Parc en acrílico sobre tela. Es arte abstracto, pero tiene una sensualidad increíble, tiene mucho movimiento. Casi plateada, es divina…).

Un chabón al que le estaba mostrando mis obras me dijo: Qué femeninas que son. Le pregunté por qué y no me lo supo decir.

¿Vos encontras femenina a tu obra?

Tiene algo femenino. Lo que pasa es que está en discusión lo que es masculino y femenino. Es raro, porque le estás asignando una cantidad de atributos a una obra que tiene que ver con lo íntimo, con el bordado, de lo pequeño, del gesto puesto en ese lugar. Creo que se refería a eso y en ese sentido sí, es femenina. Después se verá si eso sigue siendo femenino o no.

EL TEJE Y MANEJE

El Teje apareció entre el 2008 y 2012, fue de distribución gratuita y acaba de ser digitalizada por Black en www.elteje.com como el primer portal travesti latinoamericano con la financiación del Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias.

¿Y fuiste activista LGBTTIQ en algún momento?

Con El Teje, eso fue lo más cerca del activismo que tuve. Me juntaba con María Moreno y Marlene Wayar para armar el periódico. Después, todas las semanas en el taller de periodismo que ellas daban, para armar los números. Estuve en todas las instancias. Me re apasioné con el proyecto, me parecía increíble y pensaba que no me sacaban más de ahí.

¿Aprendiste algo de ese pasaje?

Yo no tenía amigo o amiga trans antes de entrar a El Teje. Fue una vivencia en carne propia que me comprometió a algo. Fue pre Ley de Matrimonio y pre Ley de Identidad de Género… Entendí un montón de cosas desde sexo y género que no corresponden, el binarismo. La discusión era cómo escribir, empezamos a usar el @. Ahí conocí a Lohana Berkins. Fuimos a la Cooperativa de trabajo textil “Nadia Echazú”, en Avellaneda. Le poníamos re garra al proyecto. Lohana tenía una especie de aura, te dabas cuenta que era una persona magnética, tenía algo especial, algo muy maternal, muy acogedora y generosa. Diana Sacayán venía todo el tiempo. Malva que llegó al país caminando desde Chile, cruzó la cordillera, antes del primer peronismo, año 39-40 y estaba ahí presente, en las reuniones de El Teje; increíble.

¿Cómo eran esos comienzos?

Se armó por Marlene, María Moreno y Naty. Después empezaron a aparecer más chicas y chicos trans. Yo era el único cis cuando todavía no se usaba esa palabra. Se trabajaba mucho con lo que aparecía ahí, muy callejero… Naty Menstrual reivindicaba el derecho a no hacerse las tetas y se armaba una trenza terrible; no llegó a haber piñas, pero fue fuerte. Ahora hay una reivindicación a ese concepto, pero en aquella época no. En los dos últimos números, estéticamente, ya es una revista con identidad. Al principio era un poco más alocado.

¿Cómo lo pensaron a nivel estético?

Cuando nos juntábamos con Marlene y María, para darle forma, lo pensábamos como periódico, pero era una revista. Armamos algo que su corporalidad, desde lo físico era incómodo, como los cuerpos trans que no entran dentro de la norma. Marlene decía que el colectivo trans no estaba habituadx a las lecturas del activismo, entonces, la idea era buscar estética de revistas Semanario y revistas de corazón para llegar a las trans. Por eso salió en tapa Florencia de la V, Fernando Peña… Jugábamos con los famosos como si fuera una revista más, y desde ese lugar empezamos a meter el activismo.

No llega a ser kitsch, pero casi…

Re. ¿Viste que tiene mucho de negro y rosa y mucha puntilla? Yo, como diseñador, jugaba mucho con el escáner. Escaneaba objetos y los re contextualizaba. Le dije a Marlene qué le parecía si empezaba a escanear puntillas, porque era algo del mundo íntimo, como la revolución de la intimidad. Vos podes estar usando una bombacha con puntilla, que es una disidencia, pero adentro del pantalón y nadie lo ve. Era mostrar algo escondido, de lo propio; y Marlene se re copó. Ahí empecé a pedir bombachas de amigas y a escanear; fíjate que hay puntillas por todos lados. Eso está re pensado.

¿Qué más de acordás de aquellas reuniones?

Naty, que aportaba su cuota punk, describía los distintos tipos de tetas: de uvas, de mijo, las de melón, las de no sé qué. Cuando se fue Naty se perdió un poquito eso y se empezó a hacer una cosa un poquito más formal. Pero igual siempre tuvo algo popular y una nota de Mauro Cabral.

¿Por qué se cayó el proyecto?

Yo creo que en parte porque ahí por esa época salió la Ley de Identidad de Género, mirá que loco…

 

Río III

Desde el 21 de septiembre, 19 hs. (hasta el 19 de octubre)

Galería: Un lugar en el mundo

Castro Barros 969, Martinez, Buenos Aires.