A dos meses de que se cumplan 13 años del homicidio de Nora Dalmasso, un caso que como el de María Marta García Belsunce tuvo siempre muchas dudas y pocas certezas, la justicia de Río Cuarto le apunta ahora, finalmente, a la persona que estaba más cerca de la víctima. El titular de la Fiscalía Móvil de esa ciudad cordobesa, Luis Pizarro, pidió la elevación a juicio con un único imputado: el viudo Marcelo Eduardo Macarrón. Lo acusa de ser el autor intelectual del crimen, ejecutado por un sicario contratado por el imputado. Aunque la figura del agravante por “femicidio” se aplicó por primera vez en un fallo judicial de octubre de 2014, cuando el asesinato de Dalmasso ocurrió en noviembre de 2013, de todos modos, en caso de ser hallado culpable, la condena que le correspondería al médico Macarrón será la de cadena perpetua.

La acusación del fiscal es por el delito de “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria” del autor material del hecho. De no mediar un planteo de la defensa –que tiene tres días hábiles para expedirse sobre el pedido de elevación a juicio—, el viudo tendrá que someterse a un proceso frente a un jurado popular. Río Cuarto es una de las primeras ciudades del país donde se llevó a la práctica esa modalidad. De todos modos, habrá que esperar el alegato de la defensa en favor del imputado para rechazar los argumentos del fiscal y la opinión que emita sobre la opción de los jurados populares.

Nora Dalmasso, de 51 años, fue asesinada el 25 de noviembre de 2006 en su casa de Villa Golf. Testimonios y elementos de prueba situaron al marido jugando un torneo de golf en Uruguay. De todos modos, en marzo de 2017, Daniel Miralles, a cargo entonces de la investigación –el caso tuvo cinco fiscales-, también había acusado a Macarrón, pero en este caso como autor material del crimen. Se tuvo en cuenta la presencia de muestras genéticas del marido en el lugar del homicidio. Entonces se desarrolló la hipótesis de un viaje relámpago, en un avión privado, desde el Uruguay, para cometer el asesinato, con la coartada de que permanecía fuera del país al momento del hecho.

En un breve comunicado oficial sobre la elevación a juicio, se dijo que Pizarro señaló al viudo “como supuesto autor del delito de homicidio agravado por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria”, sobre la base del artículo 80, incisos uno, dos y tres del Código Penal. La causa comenzó a salir del letargo en el que se encontraba hace cerca de un año, cuando Pizarro citó a Macarrón a prestar declaración indagatoria. En el acto, el imputado hizo uso de su derecho a mantenerse callado.

Con la nueva calificación el hecho y la posible condena a perpetua, la causa recién prescribiría cuando se cumplan los 15 desde el momento del crimen, es decir el 25 de noviembre de 2021. En su imputación, Pizarro descartó la posibilidad de que el marido de la víctima haya viajado de incógnito a la provincia y se inclina por la hipótesis del crimen por encargo. Pizarro sostiene que el móvil del crimen fue económico, ya que Nora Dalmasso quería divorciarse de su marido, quien de ocurrir eso sufriría una merma importante en sus bienes materiales.

El caso, uno de los más mediáticos de las últimas dos décadas, tuvo marchas y contramarchas, a la vez que registró un manejo informativo de franca y deplorable revictimización de Nora Dalmasso. En algún momento, hasta se puso en el centro de las sospechas a Marcelo Macarrón, hijo de la víctima y del ahora imputado. El cuerpo de la víctima fue encontrado sobre la cama de su hija Valentina. 

De acuerdo con la autopsia, la mujer murió asfixiada por estrangulamiento y desde un comienzo de la pesquisa se siguieron distintas pistas: desde un fallido juego sexual hasta un abuso seguido de muerte, además de femicidio y asesinato por encargo

Entre tantas hipótesis, en noviembre de 2015 la Justicia Federal, en la investigación de una causa por amenazas contra un abogado que nada tenía que ver con el caso, descubrió que dos policías, al hacer la desgrabación de unas escuchas telefónicas encubrieron a dos empresarios vinculados con Macarrón. Uno de ellos había sido testigo en la causa Dalmasso y había asegurado que no estaba en Río Cuarto la noche del crimen. Las escuchas demostraban todo lo contrario, pero los policías --imputados por delitos similares en otro caso-- eludieron transcribir ese tramo de la grabación realizada por la ex Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE).