“¡Qué responsabilidad, amigo! Guarda la tosca, ¿eh?”. Rubén Patagonia estaba hablando de un nuevo recital en La Trastienda (Balcarce 460), hoy a las 21, cuando de repente se coló su otro yo artístico: el cine. Es que una agrupación independiente del sur lo convocó para hacer de Sayhueque, nada menos. De aquel lonko manzanero que resistió hasta que pudo la invasión blanca, hacia fines del siglo XIX. “Voy a encarar al cacique con todo el respeto que se merece. Me gusta hacer cine porque siempre me eligen para interpretar papeles relacionados con el hombre originario”, se entusiasma, ante la suerte de que siempre lo convoquen para hacer de él. O de casi él. Por ahí anduvieron sus papeles históricos en La película del rey, de Carlos Sorín, o en Lonko Pincén, junto a Juan Palomino y Osvaldo Bayer. Por ahí, también, fue El elegido, tira de Telefé que compartió con Pablo Echarri y en la que incluso pudo intervenir para modificar el guión: “Lo corregimos porque era livianito. Le pusimos más verdad, porque lo que buscamos siempre es la visibilización de una cultura”, dice.

-Está bueno que siempre te convoquen para hacer de vos. No cualquiera…

-(Risas) Y que encima puedas conocer tremendos actores como Ulises Dumont, Lito Cruz o Julio Chávez, ¿no? O poner tu granito de arena, desde ese lugar, para que se visualice la eterna problemática de nuestros pueblos originarios. Hay mucha gente mapuche que se ha ido a las grandes ciudades y por ahí no se ve tanto su presencia, pero en las comunidades se sigue con la cuestión de las tierras. Incluso, el problema es mayor porque antes había palabra, había honor. En cambio hoy, si no tenés papeles, mucha gente sin corazón es capaz de hacerte desaparecer para quedarse con los territorios, como ha pasado desde la campaña al desierto hasta hoy. Mi papel en el cine y en la música es aportar un granito de arena para que la problemática sea menor, pero lamentablemente hay mucha ambición, mucho poder.

En el show de esta noche, el cantor de voz y presencia imponente prevé hacer un recorrido histórico por la canción patagónica “y sus fundamentos”, además de ciertos temas en plena cocción. “Lo mío siempre pasa por la convicción de cantar por la Patagonia y, fundamentalmente, por el hombre originario… Por el indio y su problemática actual, porque el pasar del indio de hoy es muy duro, muy difícil. Estamos lejos todavía de la no discriminación, del respeto al ser humano, del conocimiento que tiene que tener la gente para no hablar sin saber, o guiada por lo que baja de los medios hegemónicos. He transitado toda la vida recorriendo comunidades, hablando con la gente, enterándome de los problemas de la tierra, y eso compone nuestro canto”.

La música que contiene a ese canto, modelada por la banda de su hijo Jeremías, mezcla modernidad y acervo. Folklore y rock and roll, unidos en torno a la causa indígena. “La música que hacemos es una mezcla entre lo ancestral y lo moderno porque la tecnología ofrece enormes posibilidades, siempre y cuando no atente contra la raíz de nuestro canto. No se puede construir un viento, ni tampoco un grito desgarrador, quiero decir”, sostiene Patagonia, que promete versiones remozadas de “Aonikén” (clásico de Hugo Giménez Agüero, que grabó en el disco Peso argento, de Iorio-Flavio,  o de “Al sur del viento”, que publicó en su disco Volver a ser uno, en yunta con León Gieco. “Lo mío no es una carrera, es un camino de vida, porque crecer musical y humanamente es la vida misma. Han pasado años y trabajos grabados (nueve, en total) y todo esto va a hacer una conjunción que expresará el camino que estoy recorriendo en este paso corto por la vida”, engloba el cantor chubutense.