En la propaganda se observan unos pies bellos que se apoyan sobre una alfombra, y una música ambiental de serenidad invade la pantalla. Ella, en cambio, ha puesto los suyos en unas baldosones fríos con restos de agua que se filtra por debajo de la puerta. Si uno la abriera se encontraría con un patio que parece un descampado con bolsas de nylon allí, murientes como cadáveres de fantasmas. Baja, pone la pava y sale para el trabajo. Trabaja en la fábrica de colchones Super X, los que anunciaba la propaganda de esta mañana. Por ello y mucho más es que en algunas horas de la siesta, donde todo el mundo se detiene para comer un sandwich en el establecimiento, ella se encierra con la jefa en su madriguera donde pueden retozar a gusto sobre un colchón gigante, mientras que afuera, atruena el mundo con una lluvia helada y hasta el amor parece haberse congelado.

* Mira al dirigente de fútbol a la cara pero este le esquiva el gesto. Está en un bar con una señorita cenando algo breve. Se levanta y el tipo que lo miraba lo hace al mismo tiempo. El dirigente -un tipo alto, maduro pero con cara de infante- se asusta y se apresura a salir. Al tomar la manija de la salida, el tipo le toma la mano y suavemente le susurra: -¿Nunca pateaste una pelota y manejás el club?". Es cierto: ha ordenado vender joyas juveniles por dos pesos y adquirido "refuerzos" con olor a madera de troncos ferroviarios.

-No sabés nada de fútbol.

Entonces el dirigente lo reconoce: es Tito, su ex compañero. Se afloja.

-¡Qué susto me diste! pensé que eras un apretador. ¿Cómo te va, tanto tiempo? -y amaga a abrazarlo.

El tipo le pone la mano en el pecho.

-Siempre fuiste un nene de mamá, patadura y buchón. Si nos vamos al descenso te cago a trompadas como cuando lo hacía de chico ¿Estamos?.

-¿Qué pasa, amor? -dice la dama que se acerca cuando el tipo ya se fue.

-Nada, un barra brava de mierda que no entiende nada.

* -¡Nada hay en la tierra que supere su belleza! -exclama el presentador. Pero omite su voz. Ella, la ninfa triunfal, va a cantar. Un casting que la dejará desnuda en el concurso, sola con su cuerpo perfecto, sus dientes acorazados de blanco y y voz de bandurria. No hay piedad en los concursos, ni redención: solo la exposición y quizás, luego de devaneos y acosos encubiertos, la posibilidad de aparecer en la tele promoviendo algún producto descartable o conduciendo un programita estéril. Y la mamá, que la ha llevado hasta allí, sentirá que al fin toca el cielo con las manos. Así le manoseen a la nena durante meses y meses.

* En Berazategui a una señora de 66 años le amputan la pierna equivocada. El cirujano va preso y empiezan las diligencias judiciales. A modo de aclaración delirante, un médico especialista declara en tele: "Cuando se vaya a estas prácticas quirúrgicas el paciente debe hacerse una marca con fibrón en el sitio correcto. Los doctores se suelen equivocar". Gracias por el consejo.

* -No, no, esto está mal, muy mal -se repite con obstinación, en voz alta, mientras atiende el celu que ha dejado en el bolsillo superior de la campera. Tiene miedo de que un día las ondas gravitacionales que llegan desde el espacio satelital le exploten el lado izquierdo. Y no sabe si habrá de morir de un infarto por una llamada amorosa, una de dineros o una equivocada.

* ¿Por qué esa arrogancia callejera, matrera y tangueril de no darse a conocer? ¿De dónde salieron esa ínfulas de no saludar ni siquiera con su nombre de pila? ¿A qué corno le tienen miedo que no se muestran, se esconden en santa ritas que le caen sobre sus gráficas o enredaderas cómplices para cubrirlas?¿Eh? ¿Qué se creen que son las calles rosarinas que no están escritas en cada ochava a la altura de la vista común de cada ser humano? Puede ser la desidia de la Muni, puede ser que las arterias se defiendan escupiendo las chapas de sus apellidos completos sobre la vereda. Quizás sean una logia secreta o lo que es pero, me temo, ocultan añejos crímenes que tienen miedo de ser descubiertos al notar uno que se encuentra en la intersección de dos calles y salga a la luz algún remiendo de sangre, algún crimen nunca detallado, la identidad de espías, el anonimato que encubre la sospecha que no son lo que aparentan ser. No sé. No sé. Todo esto me enloquece al intentar, por ejemplo, a las doce de la noche y en un barrio bravo ver donde estoy yendo. Les temo, es verdad, les temo porque ni siquiera se dan a conocer.

* En ciertos supermercados la tragicomedia macrista de estos horribles años de destrucción ha dejado una enseñanza carcelaria: ya no se pone el click de alarma sobre productos suntuarios, como se hacía antes: ahora el depositario del sistema botón son los sobrecitos de queso rallado,por ejemplo. Más gráfico imposible. Mientras, allá por Morón Vicente Ferrer, un jubilado, muere a golpes a manos de esbirros que controlan el Coto, por robarse un cacho de queso, un aceite y dos chocolates. Fue en agosto y por esos días la Michetti declaró: "Nosotros, los que hemos estudiado y recibido en post grados y accedido a universidades privadas podemos sortear este momento, en cambio otros no. Seamos buenos con los pobres hasta octubre".

* El nuevo ministro de Hacienda asumido en agosto ya es viejo. "Disculpen la tardanza, pero se me extraviaron los papeles". Risas condescendientes de sus colegas. Un mal comienzo si se pierden las anotaciones que van a generar más hambre o menos hambre. Es como si un médico antes de la intervención le confiese a su colaboradores "...disculpen la demora, no encontraba el manual de operaciones". Quizás cuando esta nota sea publicada el muchacho este con cara de vendedor de autos usados, imperturbable y canchero, ya esté eyectado del mundo arjo y esté viajando a la deriva hacia el infierno macrista donde yacen las almas a fuego lento por toda la eternidad.

* Lo que sigue es machista, machirulo, sexista, patriarcal, midachista y demás etcéteras. ¿Será el áurea guerrera, la comparación de nuestra bandera patria ondeando al viento, será la calidad de la tela, será el talento, será un recuerdo primigenio de escolar tímido que espiaba las piernas de mis compañeritas? Pero al observar a Las Leonas corriendo con sus polleritas celestes al viento, victoriosas y exultantes, siento algo que no debería sentir pero que inevitablemente debo confesar sin arrepentimientos ni culpas. Imagínense. Disculpas y gracias.

 

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