“El running te cambia la vida porque te das cuenta de que te podés superar. Te creás objetivos que en un primer momento pensás que son inalcanzables, pero ves que vos podés realizarlos”, dijo a Página|12 Sebastián Medina, profesor de educación física y entrenador de Running 31, el equipo de corredores integrado por vecinos de la Villa 31. “Creo que hay un paralelismo, si vos podés en el running, ¿por qué no vas a poder en la vida?", agregó.

La creación del equipo comenzó en 2016 como una iniciativa de la Secretaría de Integración Social y Urbana del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “Cuando me dijeron (del proyecto) me pareció una cosa loca. Además era julio, hacía frío y pensé ‘me va a costar un Perú’”. Al principio costó: a la primera clase fueron sólo dos personas y entrenaron en Plaza Canadá, justo frente a la entrada de la 31. “Esos dos se fueron enganchando. Como es una actividad gratuita, esos dos trajeron otros dos y ya éramos cuatro. Al mes, esos cuatro trajeron otros cuatro”, recordó Medina. Hoy el equipo tiene 36 integrantes.

Entre esos primeros cuatro integrantes estaba Humberto Hernández Aravena. “A mí me llevó mi hija Rocío. Yo venía con adicciones de 20 años, hice tratamientos para dejar, pero me costaba muchísimo. Hasta que un día mi hija me dijo ‘pa, ¿por qué no vamos a correr?’ y dije bueno, vamos”, contó.

Esa primera clase, recordó Humberto, fue un sábado en la Reserva Ecológica. “Era un día lindo y el profe nos llevó a correr ahí”, recordó. Fue así que le agarró, dice, “el gustito al running”. “Lo mío eran adicciones de fin de semana y los viernes siempre terminaba tomando alcohol. Pero como tenía que correr los sábados, ya no tomaba. Decía que tenía que correr al día siguiente”, afirmó.

A Verónica Vargas, de 32 años, jujeña y madre de dos hijos, a Running 31 Paola, una de las primeras integrantes del grupo. “Ella me dijo ‘vamos a correr’, yo había engordado, así que le dije que sí y empecé a venir y a venir hasta con frío”, contó. Verónica era fanática del deporte, hacía “atletismo, un poco de boxeo, hockey” antes de mudarse a Buenos Aires a los 16 años.

Alberto Genes, oriundo de Paraguay, llegó al running de una forma muy distinta. Hace dos años viajó a Rosario por un evento laboral y sus compañeros lo invitaron a anotarse para una carrera de 6 kilómetros. “Y ahí fui, corrí, pero no sé cuántas horas tardé”, se rió. Cuando volvió, le contó la anécdota a un amigo. “Me dijo que si quería entrenar, hay un grupo acá en la Plaza San Martín”. Y así, pesando cerca de 90 kilos, empezó a formar parte del equipo del barrio.

A principios de septiembre de 2016, Running 31 participó de su primera carrera, esta vez de sólo tres kilómetros. “El fin deportivo que nos habíamos puesto era correr carreras porque las veíamos como un punto de superación -contó Medina, que no venía del mundo del running y fue entrenando a la par de su equipo-. Fuimos a correr a ver qué onda. Éramos 8, corrimos los 8”.

A fin de ese año, Running 31 ya tenía 15 integrantes y desde ese momento no paró de crecer. “En 2016 ni locos pensábamos que íbamos a correr más de 10 kilómetros”, recordó Medina. En 2018, cinco corredores del equipo participaron de una media maratón y este año ya la corrieron 15. “Ahora la maratón la corren tres”, agregó el entrenador.

Alberto es uno de los que ya corrió esos 42 kilómetros y ahora es su esposa la que se preparó para correr la misma distancia. “Como es su primera vez, algunos del equipo nos dividimos en tramos para acompañarla, para marcarle un ritmo -explicó Medina-. No es fácil correr 42 kilómetros. Más allá de que estés bien entrenado, ese apoyo emocional y logístico ayuda”.

A partir de 2019, el equipo cuenta con el apoyo de una marca de indumentaria deportiva que les da zapatillas y ropa con el logo de Running 31. “Pero no es que venís un día y te damos la ropa, hay que ganársela”, advirtió Medina. Los entrenamientos son gratuitos y se realizan martes y jueves de 17:30 a 19 y los miércoles de 18:30 a 19:30 en Plaza San Martín, mientras que los sábados a la mañana corren en la Reserva Ecológica. “No es sólo para gente del barrio y cada uno va a su ritmo”, aclaró el entrenador.

Alberto aseguró que el running le cambió la vida: le dio un nuevo grupo de amigos y también modificó su alimentación. “Hace un año que no consumo harinas, azúcar ni alcohol”, enumeró. Para él y su esposa, sostuvo, correr “ya es un vicio”. “Es un hábito ya. Si no corro, mi cuerpo me pide que lo haga”, afirmó y contó que con su esposa salen a correr juntos los domingos a la mañana.

“Mi meta ahora es bajar mi marca y prepararme en estos meses para correr los 42”, prometió Verónica y dijo que, gracias al running, pudo dejar de fumar. “Ahora quiero empezar a correr con mi hijo mayor, Santino. Es una actividad linda para los chicos, aprendés a respirar y salís de lo cotidiano de la villa. Es un deporte lindo”, agregó.

Para Humberto, el running le permitió encontrar la salida de las drogas. “Fue un click. Al principio no me animaba a pasar por donde vendían para no tentarme, pero después los pibes que vendían me felicitaban cuando me veían”, recordó. Por ahora, él no quiere correr una maratón y disfruta corriendo 21 kilómetros. “En el running si corrés lento o rápido lo hacés para vos. Para mí, el running es disfrutar”, aseguró.

Informe: Ludmila Ferrer.