Hace algunos meses en La Plata un grupo de 12 personas se juntó a pensar qué se podía hacer cuando esta ciudad se convirtiera en sede del 34 Encuentro feminista, que se venía venir como el de mayor convocatoria de la historia de los encuentros. ¿Que nos gustaría que pasara ese fin de semana? Fue una de las preguntas que germinó en lo que luego, inesperadamente, devino el encontrolazo. Pensaron el goce, la discusión y el encuentro como corrientes de lava desde los margenes tiñendo una parte de la ciudad de rosa y rojo, un código cromático histórico que refiere a la zona de levante de los putos y al espacio que ocupan las trabajadoras sexuales. El entontrolazo fue eso y más, desbordó, se explayó, bailó y se deformó mojándose con la lluvia, transpirando con la noche y nunca secándose al sol. Fue un punto de referencia entre el rosa de la Plaza Rocha y el Rojo de la Plaza Matheu: feria,talleres, marcha disidente que despidió la lluvia el sábado, la resaca de la columna plurinacional en la marcha del domingo y fueron quienes llegaron a la catedral cantando “con luna en Aries algo va a arder, será la iglesia o las ganas de coger”.

Talleres y ranchadas

Dos o tres días antes del Encuentro el pronóstico parecía ser irrevocable “veníamos negando la lluvia hasta que nos dimos cuenta que el sábado no íbamos a poder hacer la rancheada y los talleres en el mismo lugar” dice Ev que es parte de la comisión de redes sociales. Por los pasillos del encontrolazo recuerdan la última semana de reuniones diarias, uno de los pilares de la propuesta es la ocupación del espacio público. Los refugios para la grilla de talleres del sábado fueron Casa Unclán, Gaya (Galería de arte y arquitectura) y Cosmiko, lugares que albergaron el desborde producido por la confluencia de un deseo común: la fuga de la cisheteronorma y de la moral sexual. Un día bajo techo otro a cielo abierto las rondas de debate y discusión fueron desde el twerk al fútbol, de la migración al cuidado y sostenimiento entre troles, de la poesía a la astrología, del antiespecisimo a las neurodiversidades, de la autodefensa al VIH. Un entretejido de propuestas que a la vez devino en charlas espontáneas que suceden como anclaje de una dinámica que siempre se da en los encuentros: “la ranchada”.

Las motoqueras

El taller de motos fue uno de los autoconvocados en la plaza, parecía impostergable poder hacerlo después de que dos caravanas de motoqueras salieran de la Ciudad de Buenos Aires el sábado a la mañana. “No hablamos de cuestiones de las motos en si, si no de lo que nos produce andar. Había algunas que sabían de mecánica, otras que no, nos fuimos contando como fueron nuestras incursiones en este mundo acaparado por las masculinidades cis. Compartimos información y nos ayudamos entre nosotras y también ocupamos los espacios” dice Jose Nico que arrancó en la primera caravana tempranera y fue parte de las 30 motoqueras que entre lluvia y viento sobrevolaron la autopista Buenos Aires-La Plata.

Futbol y autodefensa

No faltó el picadito y el precalentamiento fue una experiencia taller coordinado por Futbol Militante, se llamó “La Fifa es Monsanto” y conectó la toma de terrenos para canchas y para huertas, como habitan los cuerpos el deporte y el género y finalizó con la construcción de pecheras de cartón: “no solo eran pecheras, eran una especie de armadura cybor para nuestras luchas diarias” decían desde las tribunas improvisadas sobre la tierra mojada. En el barro también se hizo el taller de autodefensa, Mileva Gorojovisky cuenta que en el tiempo que duró el taller pudieron ver defensas de agarres de brazos, de espaldas y ahorques: “Nos centramos en lo más básico pero me dejó contenta que se acercaran pibx que empiezan a entender que es importante el saber defenderse”. En el taller de migración e identidad, se leyó un texto sobre la colonialidad, el régimen cisheterosexual con su moral represiva y los límites políticos y sexuales que se implantaron a partir del 12 de octubre, mismo día que se reunían allí para pensar las redes migrantes, el dejar un territorio y la creación de nuevas identidades: “El encontrolazo es una de las maneras de armar estas redes y además fue una posibilidad de reunirnos con otrxs, escucharnos y volver con nuevos aires” dicen desde Acción Desviada Migrante, colectiva que coordinó el taller.

¿Por que se encontroló tanta gente? La frescura de nuevas palabras hizo fluir el espacio para los cuerpos inquietos y desobedientes que se hicieron espacio dentro de un encuentro cuyo nodo de debate se centró en la obturación de existencias por parte de la Comisión Organizadora. No fue una respuesta ni un encuentro paralelo, fue movimiento y acción dentro de un hecho político, y una de las primeras evidencias sucedió el sábado a las 4 de la tarde, cuando convocaron a una marcha disidente que hizo un recorrido de mas de 20 cuadras conectando la zona rosa y la zona roja y pasando por la Comisaria 9na que es a donde siempre llevan a las travestis. Cata, lesbiana y activista y parte de la organización, cuenta que después de esa marcha recibieron muchos mensajes en torno a la potencia que habían tenido en la calle: “organizamos como nos gusta habitar el encuentro e hicimos las marchas que queremos hacer. Por la convocatoria que tuvo, me parece que era necesario”. Flora, parte de la organización, agrega la importancia de haber coordinado con las putas y que a pesar de no salir desde el mismo lugar pudimos encontrarnos en la zona de la comisaria y marchar juntxs. La marcha del encontrolzo terminó en la Plaza Matheu con un festival y la noche encendida, todavía no había pasado ni la mitad del encuentro y la efervescencia disidente ya estaba instalada: mostris, negrxs, no mujeres, transmasculinidades, travas, bisexuales, gordxs, intersex, tortillerxs, locxs, maricones, putas, no binaries, putortxs, transbianas, villerxs, trabajadoras sexuales, lesbianas y la lista va encastrando formas de nombrar existencias que no pueden encasillarse en la arquitectura binaria, son diseños monstruosos, planos cromáticos que desobedecen el pantone, habitantes de la ciudad que cortan la calle sin ropa, que se disfrazan, que gritan hasta la difonía y vuelven a regenerar las cuerdas vocales porque saben de supervivencia. En la noche del sábado, dentro y fuera del Centro Cultural Olga Vazquez hubo fiesta. La calle cortada para que los parlantes de los autos fueran creando pistas espontaneas, recorrer la cuadra de mano y doble mano reivindicaba las múltiples direcciones en que puede ir el frestejo, a gusto y goce de quien pueda crearlo. En la intersección de 10 y 60, la creación de fiesta en cadena duró hasta el amanecer.

¿Donde esta las terminaciones nerviosas del encontrolazo? ¿Cuales fueron las fibras que se activaron en este teje que fue sumando puntos de costura de distintos territorios? El encontrolazo se inauguró en sincronía con el cambio de nombre del encuentro, ya no es solo nacional ni de mujeres. ¿Sería apresurado decir que algo de esta herramienta punzante viene a condensar esa presencia histórica de la disidencia en los encuentros ? Ahora hay descanso pero los cuerpos continúan absorbiendo la resaca de esta experiencia que tiene toda la calentura por repetirse en San Luis.