Federico Sturzenegger fue un importante protagonista de la economía macrista. Nombrado al frente del Banco Central al comienzo del gobierno, siguió en ese puesto hasta que lo eyectó, en junio de 2018, la corrida sin freno que llevó el dólar hasta los 28 pesos, que en ese momento era record histórico. Hasta entonces había hecho méritos suficientes para su despido, con una política errática basada en las famosas "metas de inflación" que siempre quedaban a kilómetros de la inflación realmente existente.

 De acuerdo a su responsabilidad con lo ocurrido, quizá lo más prudente hubiese sido un piadoso silencio a la hora de la despedida del Gobierno, borrado en las urnas por la oposición peronista, pero Sturzenegger prefirió dar su versión de los hechos que llevaron a la debacle en un artículo publicado por la revista estadunidense Americas quaterly, donde hizo gala de su destreza en un antiguo deporte nacional: patear al caído. La visión crítica de la economía se ve en la nota moderada un poco por una mirada más amable en cuanto a los supuestos logros "institucionales" del Gobierno. Destinadas a morigerar el tono, igualmente no alcanzan para rescatar la fallida experiencia.

Las que siguen son las principales afirmaciones críticas sobre la política económica implementada por Mauricio Macri, el centro de su nota.

Las afirmaciones de Sturzenegger

La presidencia de Mauricio Macri está llegando a su fin. Con una caída en el ingreso per cápita de cerca del 10% y una inflación acumulada superior al 300% en sus cuatro años,  sería fácil declarar su presidencia como un fracaso (lo que, en términos de resultados económicos fue).

Fracaso sorprendente

El fracaso económico es sorprendente porque Macri se enfrentó no solo a un escenario internacional relativamente benigno (sin cambios significativos en los términos de intercambio), sino también porque recibió un apoyo sin precedentes. Los votantes lo pusieron en la Casa Rosada en 2015 y eligieron a María Eugenia Vidal como gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, la más poblada y económicamente diversa del país. Los votantes respaldaron a Macri masivamente nuevamente en las elecciones de mitad de término de 2017. Los mercados financieros internacionales elogiaron sus políticas orientadas al mercado y financiaron al Gobierno en el equivalente al 4% del PIB en 2016 y 2017, aceptando su estrategia de un enfoque “gradualista” de la reforma fiscal. Los multilaterales también proporcionaron un apoyo sin precedentes, en particular el Fondo Monetario Internacional, que aprobó su mayor paquete de ayuda en la historia.

Los resultados económicos fueron indudablemente malos y explican por qué Macri perdió su intento de reelección. (...)

(...) El continuo desequilibrio fiscal generó un conflicto con los esfuerzos del Banco Central para reducir la inflación. La desinflación fue problemática para las cuentas fiscales porque las jubilaciones se ajustan con la inflación. Por lo tanto, el Tesoro presionó para retrasar el proceso de desinflación. Después de ganar las elecciones de mitad de período, tal vez porque pensó que los riesgos habían disminuido, el presidente Macri se puso del lado del Tesoro y tomó la decisión trascendental de cambiar los objetivos de inflación, socavando su propio marco macroeconómico y desencadenando una crisis financiera.

El Banco Central había acumulado una cantidad sustancial de reservas de divisas, pero las había comprado con papel del Banco Central a corto plazo. El gobierno también se había financiado con deuda en dólares a corto plazo, que en ese momento parecía fácil de emitir. El cambio en los objetivos de inflación hizo que la demanda de activos en pesos se derritiera, lo que provocó una parada repentina y una depreciación de las divisas, lo que a su vez hizo que la deuda en dólares fuera más costosa. Con las expectativas de inflación sin anclaje y el financiamiento prácticamente desaparecido, las políticas monetarias y fiscales se vieron forzadas hacia un modo muy contractivo, lo que condujo a una fuerte recesión. (...)

¿La herencia?

Se ha discutido mucho sobre las razones del fracaso económico de Macri y, como ha dicho el actual ministro de Finanzas, Hernán Lacunza, la suerte, la herencia del gobierno anterior y los errores de política jugaron su parte. Pero con el beneficio de la retrospectiva, es difícil culpar del resultado únicamente a la suerte, ya que el único shock negativo relevante fue una gran sequía a principios de 2018. Si bien recortó casi el 2% del PIB ese año y llegó en el peor momento posible, no es suficiente para explicar la recesión de dos años o la crisis financiera.

La herencia, si bien fue crítica, tampoco es suficiente para explicar el resultado. Para fines de 2017, se esperaba que la economía continuara creciendo en 2018 y 2019 y que la inflación alcanzara el 10% al final del mandato de Macri. En realidad, Macri había logrado lidiar con la herencia y había puesto a la economía en un camino sostenible.

Eso nos deja con los errores. Ahora es fácil decir que el problema fueron las extravagancias fiscales de los dos primeros años, pero esto requiere construir un contrafactual de lo que hubiera sucedido si Macri hubiese seguido un ajuste fiscal inicial más agresivo. Una posible contrafactual es el intento, casi 20 años antes, de la administración de Fernando de la Rúa, quien comenzó su gobierno enfocado en la consolidación fiscal y fue expulsado de la Casa Rosada dos años después de su mandato en medio de una crisis política y social. Si bien debe reconocerse que algunos de los excesos fiscales eran innecesarios y acarreaban riesgos indebidos (por no hablar de triunfos políticos mínimos), de hecho, el gradualismo entregó lo que se suponía que debía ofrecer: la victoria electoral de mitad de término.

En la dirección equivocada

Sin embargo, aunque el gradualismo puede hacerte ganar tiempo, no ofrece la posibilidad de evitar la convergencia fiscal. La victoria electoral a mitad de período fue la señal de que había llegado el momento de cumplir las promesas, particularmente en el frente fiscal. De hecho, Macri se movió, pero la sorpresa fue que se movió en la dirección equivocada: aprobó una reforma tributaria que redujo los impuestos e intimidó al Banco Central a bajar las tasas de interés. Combinado con la frágil estructura de la deuda pública, este giro inesperado es lo que condujo a una salida de los activos argentinos, desencadenando la crisis que abarcó los últimos dos años de su gobierno.

La debacle económica condujo a una sorprendente derrota en las elecciones primarias de agosto, una especie de prueba para las elecciones reales de octubre. Cansados ​​de la inflación desenfrenada y de una caída en los salarios reales, los argentinos se alejaron del gobierno, prefiriendo la versión novedosa y potencialmente más suave y moderada del kirchnerismo dirigido por Alberto Fernández. Ya estaba todo definido: Macri probablemente perdería la elección real dos meses después, tal vez por un amplio margen.(...)