“Aspiramos a que haya la misma cantidad de mujeres que varones filmando.” Hace 31 años, La Mujer y el Cine, asociación pionera en perspectiva de género en el mundo de la cultura, persigue este deseo. Los tiempos cambiaron pero la brecha todavía existe y es grande: el año pasado, del total de largometrajes filmados en el país apenas un 30 por ciento fue dirigido por mujeres. Por esta razón es que tiene sentido el “Festival Nacional La Mujer y el Cine”, dirigido históricamente por Annamaría Muchnik. Con la presentación de siete largometrajes, España como país invitado y competencias de cortos y works in progress, el encuentro se desarrollará fundamentalmente en el Malba, con entrada gratuita, entre este jueves y el domingo.

Muchnik no puede precisar qué número de edición es ésta --supone que la 20 ó 21--, pero sí los años que la propuesta tiene a cuestas: nació prácticamente en paralelo a la asociación, en Mar del Plata; así que más de 30. Los largometrajes elegidos para esta oportunidad son Las buenas intenciones (2019), de Ana García Blaya; Cuando las estrellas brillan (2018), de Natalia Hernández; De nuevo otra vez (2019), de Romina Paula; Hermanas de los árboles (2018), de Camila Menéndez y Lucas Peñafort; la uruguaya La flor de la vida (2017), de Claudia Abend y Adriana Loeff; Los sonámbulos (2019), de Paula Hernández; y la española Viaje al cuarto de una madre (2018), de Celia Rico Clavellino. Todos se pueden ver en el Malba (Avenida Figueroa Alcorta 3415), a excepción de Las buenas intenciones, que forma parte de la apertura, esta tarde en el CCK (Sarmiento 151).


El festival impulsa, además, una competencia de cortometrajes y otra de works in progress. Cuenta Muchnik a Página/12 que han recibido 130 cortos, de los que serán proyectados 30. Y de ese grupo algunos serán distinguidos. El primer premio es de 100 mil pesos (donado por la Universidad del Cine), el segundo de 50 mil (otorgado por La Mujer y el Cine) y el tercero de 30 mil (para el mejor guión, a cargo de Argentores). La Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes reconoce a mejor actriz y actor. Otros trabajos recibirán servicios que aportan productoras, como horas de compaginación o edición. En cuanto a los works in progress, concursan 20 y se eligen cinco que obtienen apoyo de “los elementos técnicos” necesarios para su culminación. “Este año hay 20 mujeres que filmaron películas que no pudieron terminar”, remarca Muchnik, en alusión a la paralización de la industria.
Pese a que en términos de contenido la programación es “variada” hay una temática recurrente. A diferencia de la edición pasada, en este caso no están en primer plano la sexualidad y la diversidad. “Hay muchos trabajos que tienen que ver con la familia y los vínculos. Con las hijas, las madres; entre mujeres. Los vínculos que establecemos, los que no, los que rompemos, necesitamos romper o recomponer”, profundiza Muchnik. Reconoce en muchos de los films una línea de pensamiento feminista, acorde a la esencia del festival. “Estamos peleando por encontrar nuevas maneras de comunicarnos y relacionarnos entre nosotras. Eso se ve en las películas. Y aparece la solidaridad”, expresa quien fuera la conductora del legendario programa televisivo Buenas tardes, mucho gusto.

“El festival busca difundir materiales que no tienen demasiada difusión en otros medios. Además del espacio, la plata y los servicios, hacemos recorrer la muestra de cortos por todo el país. En muchos casos han ido también al exterior. Todo esto significa ayuda, un empujón. Además, siempre hemos tratado de traer gente con la que se pueda debatir e intercambiar”, se explaya la directora del encuentro. Las cosas han cambiado desde la aparición de La Mujer y el Cine, en 1988, cuando María Luisa Bemberg en ficción y Clara Zappetini en documental eran las únicas realizadoras de la cinematografía nacional. “Te miraban raro si decidías filmar”, recuerda Muchnik. Las cosas cambiaron, pero no tanto. En un contexto en que sólo el 30 por ciento de las películas que se producen en el país es de cuño femenino, la aspiración última es “que haya paridad”.
Todos los materiales del encuentro --que cuenta con apoyo de las instituciones mencionadas y de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC)-- están dirigidos por mujeres. Consciente de que la brecha no afecta solamente a quienes ocupan ese rol, Muchnik elogia la Plataforma MUA, una red laboral con enfoque de género creada por el joven colectivo Mujeres Audiovisuales. “Muchas veces los directores dicen que no llaman mujeres para trabajar porque no saben si hay o si dominan el rubro. En la plataforma están todas. Ya no tienen pretexto. Hay una necesidad absoluta de que se sepa que hay muy buenas técnicas, directoras de fotografía y montajistas, a las que les cuesta más acceder a películas dirigidas por hombres o con capitales importantes.”
“Llegamos a los 31 años firmes, haciendo nuestro festival”, celebra la directora, y evoca los tiempos en que un grupo de mujeres del ámbito cultural (como Susana López Merino, Lita Stantic y Bemberg) encaraba la “patriada” de promocionar las películas de sus colegas. “Nos abrieron el camino y nos trazaron una línea de la cual nunca nos desviamos, pero sí fuimos ampliando, actualizándola, diversificándola”, dice Muchnik, que se sumó a la asociación cuando finalizó la primera edición del festival. “Las obras audiovisuales que fomentamos, promovemos y difundimos no sólo hacen justicia al derecho de las mujeres a expresarse sino que además van ayudando a visualizar un arco humano que abarca desde las vivencias más íntimas y subjetivas del género hasta el testimonio documental de sus luchas”, añade.
Para la gestora, el movimiento Ni Una Menos “logró instalar en la calle a cientos de miles de mujeres demandando con urgencia por el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y denunciando la creciente violencia ejercida por el género”. A la vez, favoreció la multiplicación de colectivas de creadoras en el ámbito cultural que luchan por sus derechos y visibilidad. “Me parece fantástico que haya muchos movimientos. Hace unos años no pasaba. Estamos dando pasos hacia adelante. Los hombres pueden ver que nos movemos, que podemos y sabemos, y que cuando queremos algo tratamos de conseguirlo. Hace 31 años abrimos camino. Cuando hacés desde la convicción es imposible que te detengan”, concluye Muchnik.