Las diseñadoras Julieta Omil, Martina Barreiro y Damasia Arias se graduaron en la carrera de  Indumentaria de la UBA durante 2016 y para  su tesis de diseño desarrollaron el proyecto de moda TRNS que propone siluetas “plurigénero” y resultó seleccionado para participar del Semillero UBA. Para ellas, el diseño es una forma de crear signos sociales cargados de significado.  

¿Cúales son las premisas del colectivo de diseño que compusieron a modo de tesis en la cátedra Fiorini?

–Una de las premisas fundamentales que planteamos para pensar nuestro proyecto fue el diseño político. Surgió a partir de la necesidad que teníamos de decir algo, de comunicar un mensaje contundente, de transmitir nuestra postura frente a un conflicto social y sobre todo de humanizar el diseño para, generar experiencias, porque creemos que la ropa pasa y la experiencia queda. La decisión de tomar el diseño político surge como respuesta a otra premisa de nuestro proyecto: la identidad nacional. Ante la difícil tarea de reflejar la identidad de un país tan heterogéneo y diverso tomamos la decisión de pensarla a partir de los conflictos sociales, en particular de los que implican y parten de una cuestión de género, estereotipos, roles o identidades sexuales. Nuestra propuesta es plurigénero, buscando no unificar ni negar las diferencias de géneros sino contemplar la pluralidad de identidades posibles para el uso de las prendas. TRNS busca visibilizar situaciones de opresión, interpelar, generar preguntas y apostar por cambiar la realidad también a través de la indumentaria como herramienta, porque entendemos al vestir como un acto político.

¿De qué modo vuestro manifiesto se reflejó en las prendas y en acciones alrededor de moda y política?

–Al momento de diseñar buscamos no caer en estereotipos impuestos a partir de la diferenciación hombre/mujer sino crear prendas neutras que puedan adaptarse a las múltiples identidades y no al revés. Esta idea se complementa también con la búsqueda por crear prendas universales para evitar la diferenciación por talles, creemos que nuestra ropa debe adaptarse a la multiplicidad de cuerpos, y no los cuerpos a la ropa. La deconstrucción es una de las herramientas que utilizamos para plasmar nuestro manifiesto. Así como tomamos la decisión de deconstruir el pensamiento proyectual para repensar las identidades y cuerpos también nos proponemos revisar y disolver el canon y la norma en cuanto a la construcción de las prendas mismas. En el caso de nuestra colección CORS la deconstrucción se utilizó para subvertir el orden de uso establecido de las prendas y para fusionar lo tipológicamente “masculino” con lo tipológicamente “femenino”.

¿Cómo definen las siluetas TRNS? ¿Y vuestra apropiación de recursos de la lencería?

–La silueta que definimos para nuestra colección es principalmente recta. Los recursos lenceros fueron utilizados para ser hibridados con prendas sastreras, cambiando el orden de uso -interior- de los mismos por un uso exterior, con el fin de metaforizar la exteriorización de la intimidad femenina, el cuerpo de la mujer como espacio público sometido a ese rol por un sistema machista. Destacamos la elección de lencería ortopédica que ajusta, reduce, comprime y modifica los cuerpos como gesto crítico a la imposición de estereotipos de belleza. Esta elección se pone en valor por oposición a prendas oversize y una silueta globo. Elegimos un juego de contraste de textiles camiseros y  de sastrería, con otros de la lencería.

Definimos a TRNS como diseño de autor, es decir, un diseño más personalizado, conceptual, que sigue lineamientos de tendencias pero que busca innovar y no simplemente vender. El proceso proyectual es muy personal y profundo y el vínculo con cada prenda es muy íntimo.

En cuanto a la estética de la marca en términos de moda buscamos que sea muy actual, vanguardista, que genere referencias a esta época. 

¿Cómo imaginan mostrarlo en la pasarela y desde el semillero UBA?

–Nuestra idea es hacer del desfile algo impactante, que nuestra propuesta no sea indiferente sino que provoque e incomode. Nos emociona la posibilidad que tenemos para que la gente pueda conocer lo que hacemos y lo que tenemos para decir. El semillero es un reconocimiento muy grande, porque es un espacio que la industria de la moda otorga a las y los diseñadores emergentes para mostrar propuestas nuevas.