Vanina Steiner empezó como muchos otros editores: con una lista de aquellos a quienes quería publicar. Arrancó por la poética de Alejandro Guyot, siguió con los mini-escritos de Ricardo Capellano y cuando iba a dedicarle el siguiente a una poetisa, se dio cuenta de que había anotado muchísimas más de las que imaginaba al comienzo. Y ese libro se convirtió en Mirada de mujer: las letristas del siglo XXI, una antología que reúne a 36 letristas mujeres (que además suelen ser compositoras, directoras de orquesta, cantoras, ensayistas o poetas) contemporáneas de distintas generaciones. En el libro hay chicas muy jóvenes, como Katherina Mansilla y otras que llevan ya casi tres décadas sobre los escenarios, como Marisa Vázquez o Patricia Malanca. “A la mayoría ya las conocía por los años laburando en la revista (Tinta Roja) y otras aparecieron sobre la marcha de la investigación, y me sorprendí al ver que son tantas, porque además seguro que hay omisiones”, observa Steiner. 

“Hay una falta de conocimiento del laburo de las mujeres, por eso es un libro que pretendió ser bien inclusivo y no hay una selección por estilo: están todas las generaciones, estilos, poéticas”, explica Steiner. “Muchas tienen carreras de 25, 30 años y han sido ninguneadas, casi no se las conoce hasta hoy”, advierte.

En la poética de las tangueras hay amores rotos, como en la de los tipos, pero también aparecen las violencias de distintos tipos y temáticas sociales. “Quise dejar un poco afuera los tangos de amor, mostrar que podemos escribir de otras temáticas que no tienen que ver con el universo de la pareja o ‘lo femenino’, así aparecen la identidad, la historia, las violencias”, señala la compiladora. “Creo que no conozco ninguna mujer que no haya sido abusada de algún modo en algún ámbito y cuando lo notás es muy fuerte, es ver que la violencia en sus distintas formas está tan presente, y una de las expresiones de la violencia es la exclusión, el ninguneo”.

Para la entrevistada, hay asuntos, como lo político, que son comunes a toda esta generación de tangueros, más allá de su género. El libro, en tanto, pone en debate la existencia misma de una “mirada de mujer”. El prólogo (brillante) de la socióloga Celeste Viedma se complementa con la reflexión que ofrece Steiner. “Yo creo que sí hay una mirada de mujer, porque para muchos hombres es difícil imaginar lo que es estar en nuestros zapatos, las mujeres sufrimos abusos y violencias de muchos tipos y creo que eso te moldea, hace que tu mirada sea diferente”, considera. Así, por ejemplo, aparecen muchos tangos que tematizan el “ya no te banco más” y el portazo de ellas al cortar la relación. “Eso aparece porque durante mucho tiempo había que aguantar ciertas cosas porque ‘no había otra’, pero hoy ya no, antes era muy común estar en una mala situación y que fuera impensable divorciarte”, analiza.

“Es verdad que hay temáticas que no son de una generación, no se circunscriben a un período, sino que están presentes en todas. De hecho, algo que quiero mostrar con este trabajo es que los temas políticos, los reclamos por distintas violencias, no son ni masculinos ni femeninos. Este libro quiere poner el trabajo de las mujeres en el mismo plano. Por eso en la presentación no hago cantar sólo a mujeres. Las presentaciones son mixtas porque quiero que los hombres canten nuestras canciones así como nosotras cantamos las de ellos”, propone Steiner.

Los cambios sociales de los últimos años no sólo están visibilizando a las compositoras y músicas, también están poniendo sobre la mesa temas antes soslayados. “Hay un montón de cosas que se discuten, se hablan, se visibilizan, y eso es un cambio tremendo”, celebra. “Y lo de tomar la calle como hicieron las pibas, eso a mí me emociona, me enorgullece y me pone la piel de gallina”, cuenta “Estamos todas, pero las más jóvenes tienen una actitud tremenda, así que en ese sentido sí, hubo un salto cuántico en el último tiempo”. Como editora, puso en tapa del primer número de Tinta Roja a una fila de bandoneonistas mujeres. Fue en 2011 y era una rareza casi impensable para muchos. Hoy abundan los grupos exclusivamente de mujeres e incluso existe La Empoderada, una orquesta con 34 músicas. “Si en todos estos años hemos podido ir de eso a esto, fue porque hubo una verdadera revolución”.

Los cambios generan resistencia y el tango contemporáneo –y las músicas mujeres- no son ajenas a los conservadores abroquelados. Steiner lo sabe bien. “Un conductor de la FM2x4 me decía que trata de meter música contemporánea y se encuentra con oyentes que le reclaman eso. Gente que no le gusta, no le parece bien, o que dice que no es tango. ¡Parece mentira! Pasó mucho tiempo. A mí hasta me da cosa hablar de ‘tango nuevo’ porque esto tiene 25 años... Hay gente que viene haciendo repertorio clásico y nuevo y no dice ‘ahora voy a cantar un tango nuevo’. No, canta un tango, punto. Eso me gustaría que pasara con el repertorio de las mujeres. Que sea una cosa natural. ¿Por qué los varones no van a cantar nuestras canciones?”