Los grupos de familiares de Cromañón que se organizaron desde el principio de la lucha por “justicia y memoria” de las 194 víctimas fueron cuatro. El final del juicio, el inicio del duelo y la muerte de más de 40 padres y madres disolvió y reconvirtió esos espacios de pertenencia. Solo uno de ellos sigue funcionando como la asociación civil que fue desde un principio, mientras que el resto confluyó en un amplio colectivo que aún los aglutina a pesar de las diferencias.

Cofacrom (Comisión de Familiares de Víctimas de Cromañón) fue uno de los primeros grupos. Su referente fue Mariana Márquez, cuya hija Liz había muerto en el boliche. La figura de Mariana cobró relevancia cuando en la primera jornada de la interpelación al entonces jefe de gobierno, Aníbal Ibarra (2005), le gritó desde las tribunas: “Mi hija está muerta, pero vos sos un muerto político”.

La organización convocó mayoritariamente a familiares de La Matanza. Un año después, Márquez falleció de un cáncer precipitado tras la muerte de su hija. Luego, la organización cambió de nombre, pasó a llamarse Avisar (Asociación de Víctimas de la Inseguridad Social en Argentina).

En la ciudad de Buenos Aires nació el Grupo Paso, que se llamó así por iniciar sus reuniones en un local de esa calle porteña. Fue uno de los colectivos con una impronta –si se quiere- más “progresista”. Hizo largos aportes a la reflexión de Cromañón como un hecho cultural, social y político.

Entre algunas de sus actividades, impulsó charlas y bibliografía sobre el fenómeno Cromañón y, como entendió que esa masacre atravesó todas las atrocidades del sistema, se vinculó con víctimas del atentado de Atocha, en España; y del incendio del shopping Ycuá Bolaños, de Paraguay, ambos ocurridos en 2004.

Uno de los grupos que más trabajó junto a Paso fue Que no se Repita, encabezado por el abogado José Iglesias, cuyo hijo Pedro murió en el boliche de Once. “Trabajamos en forma conjunta también en hechos como el de Brasil (boliche Kiss, 233 muertos) o Utopía, un boliche de Perú", que ocurrió dos años antes de Cromañón.

Luego del juicio en el que Iglesias fue querellante, los integrantes de Que no se Repita “no nos reunimos con la misma asiduidad de años atrás, pero cada vez que hay un hecho convocante nos llamamos y participamos”, dijo y aseguró: "Eso sí, no desaparecimos ni nos disolvimos, seguimos en las calles".

Además de esos tres grupos pasaron también APHAC (Asociación de Padres de Hijos Asesinados en Cromañón) y Memoria y Justicia por Nuestros Pibes, que junto con Avisar prácticamente se separaron.

El único que de alguna manera permanece como tal y se conformó como asociación civil con personería jurídica fue Familiares por la Vida, cuya referente es Nilda Gómez, mamá de Mariano, también fallecido en Cromañón.

Para Nilda, “la ONG (así la llama) es un remanso, un lugar de encuentro, de reflexión y de contención en el que nos damos abrazos y fuerzas”. Tiene su sede a una cuadra de Cromañón y trabaja con un equipo interdisciplinario que se contacta y atiende a familiares y sobrevivientes.

Por el trabajo de la organización, Gómez fue llamada para ser asesora de la Secretaría de Derechos Humanos del gobierno de Mauricio Macri. Ayudó a que se abrieran espacios similares en distintas provincias y brindó recomendaciones en habilitaciones y control de locales bailables. “No soy macrista –aclara-, me llamaron para colaborar. Nunca macaneamos ni pedimos nada para nosotros sino para los que necesitan. La ONG trabaja en serio, no hay versos. Es todo transparente.”

Durante los primeros diez años, las asperezas y diferencias de ópticas entre cada agrupación se limaron en el Grupo de Articulación, un espacio que se daba cita en la Facultad de Sociales de la UBA y al que asistían referentes de cada colectivo. Allí acordaban las actividades para los aniversarios y los documentos consensuados leídos mes a mes.

¿Hubo resquemores entre los grupos? Sí, inicialmente por cuestiones de pertenencia geográficas; luego por diferencias de criterios sobre distintos aspectos de la lucha. A varios de sus referentes se los catalogó “de derecha” o “de izquierda”.

Cromañon fue un movimiento muy político pero no rotulable. Exigió todo en la calle y logró todo desde la movilización en la calle; algo que, si se quiere, es propio de la izquierda”, definió Iglesias, quien 15 años después admitió que le molestó que lo hayan catalogado como un hombre “de derecha”.

“Ni en pedo era de derecha. Nunca lo fui. Es más, me provoca úlcera”, remarcó. Lo que le valió ese mote fue una declaración suya a pocos días del incendio: “Declaro a todos que ha nacido un nuevo Blumberg”, había dicho frente a los micrófonos. “Me equivoqué cuando dije eso. Fue un error”, reconoce hoy.

En la actualidad, el espacio que aglutina a lo que quedó de los grupos de familiares y sobrevivientes, salvo a Familiares por la Vida, es el Movimiento Cromañón, que tiene caras más visibles que otras pero no referentes. Se reúne por causas en común que van variando, no tiene una estructura fija, dio lugar a los familiares sin grupo y cobija a muchos sobrevivientes que no habían tenido antes un lugar de pertenencia.

Nilda Gómez toma un poco de distancia. “El movimiento Cromañón somos todos”, dice y reconoce que “los familiares nunca fuimos amigos ni fuimos el grupo de padres de los chicos del colegio; somos distintos pero nos unió el dolor”. Iglesias, en tanto, reconoce que es cierto que varios grupos se fueron disolviendo, pero aclara algo fundamental: “No estamos muertos”.