Gatillo: Hay que desmontar el mecanismo de la cláusula gatillo, pregonan. O, como poco, acotarla a lo que suceda desde ahora, en 2020

Demandas; Otros gobernadores se conforman con zafar en el cortísimo plazo. Como a tantos argentinos, no les alcanza para llegar a fin de mes.

“Vamos haciendo lo que prometimos, seguimos el rumbo trazado en campaña”. Alberto Fernández cumplió el primer mes como presidente; en su torno están conformes, ocupados. No adoptan la gestualidad de quien ataja penales sino la de quien gestiona mucho. “Somos un gobierno peronista, hacemos” sintetiza el ocupante de un despacho prominente. Gobierno peronista atento a los equilibrios fiscales, pensando en mejorar la vida de la gente común, de a poquito. Pendiente de que la inflación no anule o eclipse los aumentos de jubilaciones, sueldos o programas sociales. Está de moda comparar al presidente con sus predecesores, la oratoria de Fernández incentiva el ejercicio. Ahí vamos. La obsesión por el día a día, la mezcla entre medidas “pro gente” y cuidado fiscal, el ojo avizor sobre los precios lo emparentan con Néstor Kirchner. Las circunstancias son sensiblemente distintas, las ideas fuerza parecidas.

La plata va llegando “abajo” (jubilaciones, Asignación Universal por Hijo, Plan Argentina contra el Hambre) y a lo que podríamos llamar el medio, los trabajadores en relación de dependencia. Los congelamientos (con impacto policlasista) cooperan con un objetivo: “que los productos cuesten lo mismo que una semana o mes atrás”. Precios Cuidados será un instrumento esencial, recién se implementa.

Transformar en leyes las medidas prometidas es más complejo que enunciarlas, de ahí la creciente parquedad para fechar la entrada de las normas al Congreso. Los ejemplos proliferan, van algunos.

*Relevar con precisión el personal de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es un castigo bíblico que tramita la interventora Cristina Caamaño. Oscar Parrilli había depurado su plantel y prescindido del celebérrimo (gracias a Netflix) Antonio “Jaime” Stiuso y su ballet. Pero el Señor Cinco macrista Gustavo Arribas abrió el portón, hizo ingresar una caterva de “services” en la que coexiste una mayoría abrumadora de colados impresentables con una mínima cantidad de personal que tiene papeles en regla. Echarlos a granel configuraría una injusticia, hay que revisar legajo por legajo. Tarea engorrosa, minga de envidiable.

*El ministro de Trabajo Claudio Moroni se encarga de proponer la nueva fórmula de actualización semestral de jubilaciones. Será ley, el presidente estimula a que antes del semestre fijado en la ley ómnibus de Solidaridad, reactivación y delegación de facultades.

Hace un par de semanas “todo” llegaría en las sesiones extraordinarias. Ahora se prioriza tener bien tramados los proyectos. De cualquier modo, sigue el afán de anunciar movidas cotidianamente. Otra marca de fábrica de Kirchner.

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Quién me presta una escalera: Los visitantes más empinados a la Casa de Gobierno acceden por la explanada. Pueden llegar con el auto hasta la puerta, pasan entre Granaderos, los atiende personal comedido. Quienes se dirigen a los despachos del Jefe de Gabinete Santiago Cafiero o del presidente tienen que subir un piso. Está bueno hacerlo por una escalera bastante señorial, de mármol y alfombrada. Se puede pispear quién anda por ahí y, algo que complace a casi todo el mundo: ser visto.

En las semanas recientes casi todos los gobernadores hicieron ese trayecto. Un solo piso, un acceso posta, a nadie le pinta usar un ascensor. Por añadidura los ascensores de la Rosada no funcionan. Solo lo hace uno. Tanguero él: fané y descangayado, una especie de montacargas con pintura descascarada. Empleados con experiencia lo aplican para explicar la acción estatal de la administración macrista. Devastaron todo, nada anda, no les importa.

Fernández arma reuniones gregarias pero privilegia el trato radial, de a uno. El mecanismo complace a los mandatarios provinciales que se llevan parte del capital simbólico a sus pagos. Según una tipología urdida en la Casa Rosada las provincias pueden agruparse en dos categorías simples, un poco extremas, con escasas excepciones intermedias.

Las que tienen cuentas y presupuestos ordenados que van para “hablar de política” o pedir fondos para promover el desarrollo, mediano plazo: puentes, aeropuertos, carreteras, complejos turísticos. Que Neuquén esté en la nómina no sorprende. Contra la cháchara hegemónica la componen asimismo provincias descalificadas como “feudales”: Santiago del Estero o Formosa sin ir más lejos.

Otros gobernadores se conforman con zafar en el cortísimo plazo. Como a tantos argentinos, no les alcanza para llegar a fin de mes. La Nación transfirió en esta semana dos mil millones de pesos al Chaco, mil a Chubut. Esta provincia que produce petróleo de modo convencional, padece una crisis sistémica: la competencia con Vaca Muerta perjudica su actividad principal. Y una política, observada con preocupación desde Balcarce 50: el gobernador Mariano Arcioni está desacreditado, adeuda fortunas en sueldos, no deja macana por hacer. La palabra “macana” a veces se sustituye por otras coloquiales, más rotundas.

La Paritaria Nacional Docente repuesta por el gobierno es tema ineludible en los paliques federales. En sintonía con la Rosada, Trabajo y el ala económica, el ministro de Educación Nicolás Trotta dialoga con los gremialistas docentes. Hay que desmontar el mecanismo de la cláusula gatillo, pregonan. O, como poco, acotarla a lo que suceda desde ahora, en 2020. Retrotraer cualquier mecanismo de actualización a las subas de 2019 transformaría cualquier deuda en impagable.

Moroni transmite la inquietud a la dirigencia cegetista, en particular a los contados gremios cuyas convenciones colectivas vencen a fines del verano o principios del otoño. Recuperar el valor adquisitivo sí, indexar “hacia atrás no”. Claro para mencionar, peliagudo cuando comience la pugna de intereses. Fernández confía en la cooperación de la mayoría de la dirigencia gremial. Las bases serán comprensivas si transcurren con alivio los primeros meses del gobierno, si su vida mejora paso a paso, si hay más laburo o changa, si los precios dejan de trepar por un ascensor que funcione.

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Un mundo amenazante: La renegociación de la deuda externa es clave, por ahora transcurre bajo el cono del silencio. El asesinato del general iraní Qasem Soleimani es mala nueva para la convivencia mundial. Casi todos los países occidentales deploran o hasta repudian el gesto idiosincrático del presidente Donald Trump. La derecha autóctona le exige a Fernández genuflexión ante el líder estadounidense. Reclamo inadmisible para el presidente de un país civilizado y soberano, aunque necesite la anuencia de Trump para un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La geopolítica regional y mundial complican las estrategias del gobierno argentino. Con Trump al mando, en año de elecciones, la dinámica global ya no responde al “efecto mariposa” sino al dominó. Las catástrofes no derivan de acontecimientos remotos sino de la acción directa. El presidente de la mayor potencia es un irresponsable cuyas decisiones ponen en vilo al planeta, las esquirlas llegan hasta lo que ellos llaman el “patio trasero”. El contexto externo amenaza y cerca. Fronteras adentro, Alberto Fernández ocupa el centro del escenario, mantiene la iniciativa, dialoga y conduce, está al timón.

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